La Bruja de Witchwood

Capítulo 10 - Controlando el poder mágico

El día en que murió Melissa, Warren descubrió que toda su vida había tenido poderes. Era capaz de lanzar poderosas bolas de fuego ¿Cómo no se dio cuenta de esto antes? Ahora conocía su capacidad, aunque no sabía cómo controlarla. Por esta razón, Warren buscó otra vez la ayuda de su amigo Bill. Necesitaba que lo apoyara para controlar su magia, no sabía qué más podía hacer, quería descubrirlo y tal vez los libros o el conocimiento de su amigo servirían. Así que se dirigió a la ciudad Kapkal. Ingresó a Wistory y tocó la puerta de la habitación en la que Bill solía estar.

—¡Bill, necesito que me ayudes! —exclamó Warren al abrirse la puerta.

—¿Warren? —se sorprendió. No esperaba verlo de regreso tan pronto. Se fue hace unos días—. ¿Qué necesitas?

Warren alzó su mano derecha tratando de enseñarle a su amigo lo que era capaz de hacer y esta fue rodeada por un fuego morado.

—¡No puede ser! —dijo boquiabierto mientras lo agarraba y lo hacía ingresar de golpe en el cuarto—. ¿Desde cuándo puedes hacer eso? —preguntó asombrado después de lo que su amigo hizo.

—Bill, mi esposa fue asesinada —le respondió con los ojos llorosos—. Unas criaturas sin rostro que llegaron a mi pueblo hace varios días acabaron con su vida —se sentó en el mismo sillón acolchonado en el que estuvo la última vez—. Al verla muerta me enfadé y mis manos comenzaron a brillar, después de eso un espectro me atacó y una esfera de fuego salió de la palma de mi mano. La verdad es que no logro comprender por qué puedo hacer esto.

Warren sabía que Bill podía ayudarlo a entender los hechos ocurridos, ya que él era un fanático a todo lo que tenía que ver con magia.

—¿Tienes alguna información al respecto? —preguntó Warren esperando una respuesta afirmativa.

—¿Recuerdas la mujer de Witchwood? Estuve investigando más sobre ella y encontré un dato interesante —se acercó a un estante de libros, pasó su dedo por el lomo de estos, agarró uno y lo sacó. Se volteó hacia Warren, se sentó al frente y comenzó a leer—. Es una historia que habla sobre una familia que vivía en un pueblo llamado Frostville, se dice que ellos dormían en las ruinas y que su calidad de vida no estaba nada bien. Un día, tuvieron una hija la cual llamaron Meredith. Era una niña hermosa y muy inteligente, pero sus padres siempre la maltrataban. Cuando cumplió doce años, estaba cansada de vivir en un mundo donde todas las personas se aprovechaban de ella, así que decidió hacer un pacto con el diablo; este consistía en que ella daba su alma a cambio de poder. Después de esto, Meredith desarrolló unos poderes inimaginables con los cuales podía crear criaturas para que la defendieran y se encargaran de hacer lo que sea que ella les ordenara. La mujer desapareció de la vista de todos, nadie sabía qué pasó con ella hasta que años después algunas personas dijeron que una extraña mujer salía de una pocilga ubicada en una montaña de Witchwood. No estaban seguros de si era ella o no, tiempo después lo confirmaron. También contaban que pasó de tener un aspecto hermoso a tener una apariencia horrorosa, su cara se había emblanquecido y desfigurado. Algo completamente espantoso.

—¿Así que ella es la causa de todos estos problemas? —preguntó Warren.

—Es probable —lo vio a los ojos—. Aun así, no entiendo de dónde vienen tus poderes. ¿No creo que hayas hecho un pacto con el diablo, o sí?

Warren lo miró con seriedad.

—No, claro que no.

—¿Entonces?

Observó a Bill y se encogió de hombros.

—Por eso vine aquí, para que me ayudes a averígualo, pero por ahora necesito aprender a controlarlos —se miró las manos—. No quiero que más humanos mueran por culpa de esa mujer y por eso quiero manejarlos, para defender a todos, especialmente a aquellos inocentes.

—Podríamos intentar algo —se levantó de su asiento—. Sígueme.

Ambos salieron de Wistory. Solicitaron una carroza para que los llevara a su destino y se dirigieron al bosque Hasbol. Era un sitio poco visitado, así que a Bill le pareció una buena opción para el entrenamiento de su amigo. Llegaron a una superficie plana y sin obstáculos que interfirieran al practicar. Bill le pidió a Warren que tomara asiento sobre un árbol caído mientras él preparaba todo.

Después de unos minutos de estar yendo de un lado para otro se acercó a Warren.

—Bien. El primer paso de tu entrenamiento es calcular tu precisión al lanzar las esferas de fuego —le mostró un trozo de madera que tenía en su mano—. Echaré unos cuantos objetos al aire y deberás de tratar destruirlos.

—¿No crees que es peligroso? No tengo control sobre mi poder, podría incendiar el lugar.

—Por eso decidí traerte al bosque Hasbol —dijo señalando con su cabeza la arboleda que los rodeaba—. Es un paraje que nadie visita y lo tenemos controlado, no tendrás de qué preocuparte.

—Está bien. Aun así, haré mi mayor esfuerzo y me concentraré en no dañar nada —dijo sonriendo.

—Aquí voy.

Bill arrojó el trozo de madera, Warren alzó su mano y disparó una bola de fuego, pero esta pasó a unos centímetros del objeto y desapareció en el cielo.

—Parece como si hubieras tenido tus poderes desde hace algunos años —dijo Bill—. La voluntad para usarlos al parecer ya lograste conseguirla, no veo que se te haga difícil fabricar esas bolas —lo miró con seriedad—. ¿No sientes nada al crearlas?




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