La Bruja de Witchwood

Capítulo 14 - La biblioteca

En la madrugada, Evoleth permanecía sentada en el sofá. La había despertado un extraño ruido que provenía del exterior de su dormitorio. Escuchó pasos, como si alguien anduviera caminando sobre el piso de acero del refugio. Pensó que tal vez podría ser algún vigilante que revisaba que todo estuviera en orden, aunque se suponía que los guardas de seguridad terminaban su turno a medianoche. Esta idea la inquietó. Se puso de pie, abrió la puerta, asomó su cabeza y paseo la vista por el pasillo. Notó una presencia abrumadora, pero no vio a nadie, lo cual le pareció bastante extraño. Cerró de nuevo y volvió a sentarse.

«Tal vez fue alguien que no podía dormir, no tengo de qué preocuparme» pensó.

Sin embargo, al acostarse escuchó otra vez las pisadas que provenían del exterior y se incorporó de golpe. Se estaba asustando, ella había revisado los pasillos y no había nada, era imposible pensar que algún residente anduviera de nuevo ahí afuera.

Comenzó a sentir que los pasos se acercaban cada vez más a la puerta. De pronto, alguien empezó a mover la manilla. Evoleth, espantada, no hizo más que observar el bamboleo. ¿Quién estaría intentando abrir la puerta de su habitación a tan altas horas de la noche? Pensó en advertirle a Warren que alguien trataba de ingresar, así que se levantó del sofá. Cruzaba la sala cuando la portezuela se abrió lentamente. Se paralizó. Al otro lado del marco se veía la silueta de un hombre quien tenía puesta una capucha negra, sus ojos casi inescrutables. Evoleth se atrevió a cerrar de nuevo la entrada y se ocultó detrás del sofá. Sabía que no era un buen escondite, pero era su única opción. La puerta volvió a abrirse. Las pisadas del misterioso hombre cada vez se acercaban más a su ubicación. De pronto, el hombre de la capucha tapó su boca con una mano y evitó que pudiera pedir ayuda.

—¿Dónde está Warren? —preguntó violentamente—. Y no te atrevas a gritar porque te juro que te arrepentirás.

A Evoleth le pareció extraño que no hubiera visto a Warren, se suponía que él se hallaba en la cocina, al lado de donde estaban.

«¿Será que Warren logró ocultarse antes de que el hombre entrara?» pensó.

—No sé de quién me estás hablando —dijo intentado ocultar la verdad.

—Sé muy bien que se encuentra en este refugio —agarró a Evoleth y la lanzó contra la pared; lastimada, se deslizó hasta el suelo—. Sé que eres su amiga y sé muy bien que él está cerca de aquí.

Una bola de plasma golpeó al hombre lejos de Evoleth.

—Apártate de ella —una voz interrumpió la afirmación del desconocido—. Es mejor que te largues. Aquí no hay nada que sea de tu incumbencia.

El hombre comenzó a brillar con una luz morada y finalmente desapareció.

Evoleth levantó la cabeza y vio que la persona que la ayudaba era una mujer.

—Gracias por haberme salvado la vida —dijo mientras trataba de ponerse en pie—. Me gustaría saber tu nombre, si es que es posible.

—No tienes que agradecer —respondió mientras ayudaba a Evoleth—. Mi nombre es Eveline. ¿Cuál es el tuyo?

—Me llamo Evoleth —sonrió—. Es un placer conocerte, Eveline.

—¿Qué pasó aquí? —interrumpió Warren.

—Un extraño ingresó a la habitación —le explicó Evoleth—. Preguntaba por ti, así que le mentí diciendo que no te conocía —le mostró una herida sangrante que tenía en la cabeza—. Me lanzó contra la pared y me dijo que él sabía que estabas aquí. Trató de asesinarme pero Eveline me salvó —volteó hacia ella—. Al parecer crea bolas de esas igual que tú.

—Gracias, Eveline —la miró—. ¿Cómo eres capaz de crear esferas de fuego? —preguntó Warren con curiosidad.

—No son de fuego, son de plasma —se giró hacia Warren, inhaló por su nariz y exhaló por su boca—. Pertenezco a la raza Plesmor, es la causante de todos los desastres que están ocurriendo. Hace pocos días me enteré de que mi madre es Meredith Lawrence, la mujer que está al mando de todo el plan de destrucción, pero tranquilos, no soy como ella. Al igual que ustedes estoy tratando de detenerla, aunque mi poder no se compara en nada al que posee.

—¿Hija de Meredith? —preguntó Warren mientras veía a Eveline con un gesto de asombro.

—Correcto —respondió—. Hace años tuve contacto con ella. En ese momento no sabía de quién se trataba, hasta que fue muy tarde —frunció el ceño—. La desgraciada se llevó a mi hijo —dijo gruñendo—. Cuando me enteré de lo que pasaba en este pueblo, supe que era obra de mi madre, así que vine.

—Se ha llevado a los niños del lugar —advirtió Evoleth—. Nadie sabe el motivo, pero no creo que sea para algo bueno. Tal vez se llevó a tu hijo por la misma razón.

—Él es diferente a todos esos infantes —aclaró—. Desde que nació, desde que ella lo apartó de mí, han estado sucediendo desgracias en cada rincón del planeta. Es como si hubiera estado esperando a que Oswald naciera para iniciar su plan de venganza.

—Esperemos que tu hijo y todos los jóvenes raptados se encuentren bien.

Eveline asintió.

—De nuevo gracias por tu ayuda —dijo Warren—. Sé que serás muy útil aquí. Salvaste a Evoleth —sonrió—. Te creo cuando dices que no eres como esa mujer.

—Aprecio mucho que confíen en mí. A partir de ahora debemos tener mucho cuidado con lo que se avecina. Ese hombre que ingresó hoy a su habitación era un guardián de Meredith.




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