La Bruja de Witchwood

Capítulo 17 - Virus

Bill y Warren seguían en la biblioteca. Llevaban horas buscando información en los libros de magia. Encontraron datos sobre el reino Firedolt, residencia de los magos Fardon, sin embargo aún no lograban entender muchas cosas.

Existen varias razas de magos, ¿en dónde estarían? Nunca se había visto nada de esto en ninguna parte del mundo.

Tal vez estas personas tenían una respuesta a sus preguntas y eso era lo que requerían.

—¿Encontraste algo? —preguntó Warren.

—Nada relevante —lo miró—. Te notas agotado y ya es muy tarde, deberías ir a descansar.

—¿Te quedarás solo?

—Tranquilo, nadie me hará daño en este lugar. Ve y descansa, yo seguiré leyendo. Algo tiene que haber.

—Está bien. Te veo después —se retiró de la biblioteca.

De camino a la habitación de Evoleth, Warren se encontró con Freiser Gens, estaba en el pasillo principal. Tenía un aspecto aterrador, su cara pálida, estaba en un estado desesperante, como si su mundo se le estuviera cayendo encima. Su rostro estaba empapado en sudor, temblaba al punto de casi rayar en la locura.

—¿Qué te pasó? —preguntó Warren de forma sorprendida.

—¡Warren! Me alegro de que estés aquí —caminó hacia él tambaleándose—. ¡Está sucediendo otra vez!

—No comprendo. ¿Qué está sucediendo otra vez?

—¡La enfermedad mutó, Warren! —se agarró la cabeza con ambas manos—. ¡Mutó!

—Tranquilo, Freiser. Intenta calmarte un poco. Explícame qué es lo que está pasando.

—Antes de que llegaras, existía un virus letal, el cual enfermó a muchos de los refugiados, muchos murieron, pero también muchos lograron sobrevivir gracias a la cura que fue diseñada por el equipo de científicos. Yo creía que ya no tendríamos más problemas, pero el virus ha mutado —miró a Warren con un gesto de desesperación—. Hace unos minutos estaba con mi compañera Trudi haciendo los análisis de una nueva vacuna, la cual estaba siendo creada para probarse primero en los niños, para que estos resistieran la enfermedad y no llegaran a contagiarse; de repente, Trudi comenzó a convulsionar. Su rostro se tornó de un color amarillento y de su boca comenzó a salir sangre —se tapó el rostro—. ¡No duró nada! ¡Murió al instante!

—No puede ser —Warren mostró en su rostro absoluta preocupación—. ¿Por qué no has dado la alerta?

—No sé qué hacer. Si doy la alerta, las personas entrarán en pánico.

—Es un buen punto, entonces ¿hay otra alternativa?

—No lo sé, Warren, no lo sé —posó su mirada en su acompañante—. Ve a comprobar a tus amigos. No sé qué tan rápido se propagará esta nueva cepa, prometo que buscaré la manera de solucionarlo.

Warren asintió.

—Iré a ver cómo se encuentra Evoleth —puso su mano sobre el hombro del doctor—. Sé que lograrán hallar la cura a esta enfermedad. Si lo hicieron una vez, lo harán cuantas veces sea necesario —cruzó por el lado y reanudó su trayectoria hacia la habitación.

—¡Warren! —otra voz detuvo su caminar.

—Dime.

—Me llamo Derek —se acercó y se colocó de frente—. Solo quería saber el estado de tu amigo ¿Se siente bien?

—Te vi el otro día. Fuiste uno de los hombres que llegaron con él —le dedicó una sonrisa—. Gracias a ustedes él logró vivir y ahora está sano. Deben saber que Bill les agradece por lo que hicieron.

—No podemos permitir que más personas mueran. Así que hicimos lo que estaba a nuestro alcance para salvarlo.

—Yo les voy a retribuir contándoles una cosa —se acercó y comenzó a hablar en voz baja—. Acabo de conversar con el creador de este refugio. Me informó que un nuevo virus acaba de brotar. Así que deberías tener mucho cuidado —lo miró con seriedad—. Esto es algo que no le puedes contar a nadie. Te lo digo como señal de agradecimiento por ayudar a mi amigo, si las demás personas se enteran podría resultar en un caos.

—Comprendo —dijo hablando también en voz baja—. En ese caso debería ir a ver cómo están mis amigos. Necesito ponerlos al tanto de lo que está pasando —al ver que Warren lo miró con enojo, se apresuró a explicarle—. Debes confiar en ellos también. Sé que no dirán nada. Además, no conocemos a las personas de este lugar. Así que tranquilo.

—Está bien. Infórmalos de lo que está pasando, asegúrate de que nadie más se entere.

—Deberías hacer lo mismo con los tuyos. Ellos deben saber lo que está ocurriendo —le dio un golpecito a Warren en el hombro con la palma de la mano—. Si necesitas algo, estaré en la habitación con el número ciento cuatro —cruzó por su lado y se retiró.

Derek caminó unos cuantos pasos y luego giró hacia la izquierda, avanzó un poco más y luego ingresó por la puerta de uno de los dormitorios.

—¿James? —se apresuró a decir—. ¿Maestro?

—¿Qué pasó, Derek? —respondió Kyro.

—¿Dónde está James? —preguntó mientras revisaba la estancia con su mirada.

—Salió a buscar a su esposa —se quedó callado y arrugó el entrecejo—. ¿Pasa algo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.