La Bruja de Witchwood

Capítulo 22 - El Reino Firedolt

Warren estaba junto a Evoleth empacando todas sus cosas, viajarían al Reino Firedolt. Se sentía ansioso, en ese reino se encontraba su padre, siempre quiso verlo. Nunca imaginó que él también sería un mago, y eso despertó aún más la curiosidad por conocerlo. Por fin iba a estar en el lugar donde pertenecía. Parecía que estaba soñando, a pesar de que de verdad estaba sucediendo.

Alistó toda su ropa en una maleta y guardó en su bolsillo un pequeño libro que consiguió días atrás en la biblioteca. No era un libro importante, aunque le serviría para distraerse en el caso que no tuviera nada para hacer.

—¿Estás lista, Evoleth? —preguntó Warren mientras la miraba.

—Ya casi lo estoy —respondió.

—Iré a buscar a Eveline y a Bill —le comentó mientras salía de la habitación—. Te veo en el punto de encuentro.

Warren fue en busca de Eveline y Bill, ellos también irían al Reino Firedolt, así que necesitaba comprobar si ya estaban preparados. Llegó al dormitorio cincuenta y tres e ingresó. Eveline se encontraba sentada en la cama, ya llevaba tiempo de haber empacado todo. Al escuchar que Warren la llamó, salió de su habitación y se puso en marcha detrás de él.

—¿Qué piensas de todo esto? —le preguntó Eveline.

—La verdad es que aún estoy intentado procesarlo —respondió Warren con una sonrisa en su rostro—. No puedo creer que todo esto sea real.

—Yo tampoco puedo creer el hecho de que exista un reino lleno de magos.

—¿Es algo inesperado, cierto?

—Muy cierto.

Ambos llegaron a la residencia sesenta y uno, la cual había sido asignada para Bill hace pocos días. Este estaba terminando de preparar su maleta.

—¿Listo, Bill? —preguntó Warren.

Le respondió de forma pausada, como si no estuviera seguro.

—Creo que sí…

—Entonces toma tus cosas que ya nos vamos.

Se encaminaron hacia donde estaba Leittor, ya todos estaban listos para el viaje, solo faltaba Evoleth que aún no llegaba.

—Espera unos segundos, falta Evoleth —advirtió Warren.

—Está bien, la esperaremos —confirmó Leittor—. Ojalá que no se tarde mucho porque nos esperan en el reino.

 Al pasar unos minutos, Evoleth logró verse. Traía gran cantidad de maletas, al parecer no quiso dejar nada olvidado. Warren fue en su ayuda.

—Estamos listos —aseguró Warren, dirigiéndose a Leittor.

Leittor, al escucharlo, transportó a todos al reino Firedolt. Cuando llegaron al lugar, todos quedaron impactados al verlo. El sitio estaba lleno de comunidades alrededor de un enorme palacio de color blanco con detalles naranja. Era gigantesco en todos los sentidos. Las calles estaban hechas de un material extraño de un color azul oscuro y unas carrozas de acero nunca vistas se trasladaban de un lado a otro. Las personas vestían de manera diferente, usaban prendas elegantes ¿Qué era todo eso que estaba viendo?

Warren logró ver que alguien los estaba esperando en las enormes puertas del castillo. Era un hombre que vestía con una túnica negra y a diferencia de Leittor, este tenía su boca cubierta con una parte del mismo traje.

—Bienvenido al reino Firedolt, Warren. Mi nombre es Gifford, los magos del lugar suelen llamarme Lord, así que sugiero que no seas la excepción. Llámame Lord Gifford.

—Es un placer conocerlo, Lord Gifford —dijo Warren haciendo una pequeña y torpe reverencia—. Mi nombre es Warren Wytte, espero serle de ayuda.

—Así que eres el famoso hijo de Zayrus que se encontraba en el planeta Tierra. El poderoso Warren Wytte —dijo Gifford—. Es un placer que hayas decidido venir al reino.

—El placer es mío —paseó su vista por las paredes del palacio—. Creo que pertenezco a este lugar por eso decidí venir.

—Claro que perteneces aquí —hizo señas con su mano para que Warren y sus amigos lo siguieran al castillo—. Entren, están en su casa. Leittor se encargará de llevarlos a sus habitaciones.

—Gracias, Lord Gifford. Me alegra estar aquí.

Warren y los demás acompañaron a Leittor hacia los aposentos. Todos iban paseando su vista por cada rincón del interior del palacio. Estaba adornado con objetos de fuego, tenía una alfombra roja gigante que cubría todo el suelo del pasillo.

Gran cantidad de magos Fardon estaban por todo el sitio. Warren al ver esto se alegró de saber que estaba en su hogar, que por fin estaba donde pertenecía; ahí todas las personas eran como él.

 Luego de estar caminando por unos pocos minutos, llegaron por fin. Era un pasillo largo, con habitaciones a los lados.

—Hay una alcoba para cada uno —explicó Leittor—. Elijan la que más les guste.

—Gracias por traernos, Lord Leittor —agradeció Evoleth.

—¡Oh, no! —se apresuró a decir—. A mí no me digas Lord, esa palabra es especial y únicamente para el Lord Gifford. A mí dime Leittor.

Evoleth se sonrojó y asintió.

Warren abrió la puerta de su alojamiento, al ingresar, contempló el lugar. Era un espacio bastante grande, con una cama enorme. Tenía su propia biblioteca, llena de libros de magia. Muchos de ellos enseñaban técnicas para los magos Fardon, así que le serían de bastante ayuda. Dejó sus cosas encima de un gran escritorio de madera pulida y corrió a tirarse sobre la cama. Se veía bastante cómoda, estaba hecha con algún material suave y era tan confortante que casi se quedó dormido.




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