Ya casi era la hora de asistir al banquete de bienvenida que Gifford preparó. Warren estaba feliz de ver y sentir el buen trato con el que lo habían recibido. Se encontraba en el Reino Firedolt, y además todos mostraban un gran aprecio hacia él. ¿Qué más se podía pedir? Pasaba por el mejor momento de su vida, estaba donde siempre quiso estar y tenía a sus amigos con él. Se sentía bastante bien.
Se cambió a un traje de gala negro que adquirió en un mercado a las afueras del palacio, por lo que era un conjunto un poco extraño para él aunque sabía que lo hacía ver elegante; sin embargo, también sería algo raro para los magos del reino, debido a que en Firedolt, todos ellos vestían con sus túnicas día y noche, muy rara vez se quitaban su uniforme. Así que ver a Warren con un esmoquin podría ser una novedad para ellos.
—Luces bien —afirmó Evoleth, que estaba de pie en la puerta de la habitación de Warren—. Ese traje se ve bien en ti.
Evoleth tenía puesto un vestido de un color blanco puro, de sus orejas colgaban dos argollas de oro y sus zapatillas eran de color plateado. Evoleth se veía preciosa, lo que hizo que Warren quedara sin palabras al verla.
—Gracias —agradeció Warren mientras contemplaba a Evoleth—. También te ves hermosa. ¿Todo eso lo compraste aquí?
—Sí —se encogió de hombros—. Aquí venden cosas muy bonitas que nunca vi antes. Por ejemplo, ese traje que tienes puesto, nunca he visto algo igual. Tal vez un poco parecido pero no tan elegante. La tela se ve de buena calidad.
—Lo sé. Aquí todo es tan distinto y eso me agrada —le dedicó una sonrisa a Evoleth—. La ropa de este lugar te queda bien.
—¿En serio lo crees? —preguntó mientras daba una vuelta, mostrándole su vestido a Warren.
—Te lo digo muy en serio —mantuvo firme su respuesta—. ¿Para dónde vas vestida así? —dijo bromeando.
—No bromees, Warren —sonrió—. Seré tu acompañante en el banquete de hoy, así que no juegues conmigo, si no terminarás llegando solo al salón —le advirtió de forma sarcástica.
—Dame un segundo, solo me falta arreglar mi cabello, no tardaré mucho —sacó el peine que llevaba en su bolsillo y lo pasó por sus mechones, lo acomodó de inmediato. Sin duda Warren era un hombre apuesto—. Listo. Marchémonos ya, porque vamos a llegar tarde a nuestro propio banquete.
Warren y Evoleth se dirigieron al salón principal. Al llegar, se percataron de que muchas personas los estaban esperando. La estancia estaba repleta de mesas dispuestas a lo largo, adornadas con mantos morados y adornos de oro puro. Era espeluznante ¿De verdad todo esto era para ellos? Warren no lo podía procesar. El salón era inmenso, había una alfombra roja que cubría el pasillo en medio de las mesas. Al final de esta, una plataforma un poco más alta en la que se sentaba Gifford en el trono de oro junto a su esposa.
—¡Démosle la bienvenida a Warren Wytte! —anunció el Lord mientras se levantaba de su pedestal—. Me alegra presentarles a uno de los futuros magos de nuestros dominios. Warren fue enviado al planeta Tierra hace muchos años, cuando el Reino Firedolt estaba en guerra con los Tyrex. Aquí lo tenemos de vuelta, algo que hay que festejar.
Una de las sirvientas sirvió de guía para llevar a Warren y a Evoleth hasta la mesa correspondiente durante el banquete. Ahí se encontraban Eveline y Bill, los cuales estaban en el lugar desde hace rato, esperando la llegada de ellos dos.
—¡Te ves genial, amigo! —admitió Bill.
—Tú igual, Bill —respondió Warren mientras se acomodaba en su asiento—. El traje te sienta bien —se tocó con ambas manos el conjunto que tenía puesto—. Ya me siento mejor de saber que no soy el único vestido de esta manera.
—¿Verdad? A mí también me parece curioso que aquí usen solo con las túnicas esas —se encogió de hombros—. Tendremos que enseñarles unas cuantas cosas sobre cómo lucir —exclamó Bill mientras se reía—. No lo sé, solo es una propuesta.
—Solo espero que no te hayan escuchado —dijo acompañando a Bill en su risa—. Se enojarían.
—Estamos en este lugar para festejar la bienvenida de Warren, pero no sería un banquete si no hubiera que comer ¿Cierto? —anunció Gifford mientras los espectadores se reían por lo que acababa de decir—. Así que demos paso a los encargados.
Se abrieron las puertas y gran cantidad de sirvientes comenzaron a entrar en el salón para repartir suculentos platos a los presentes. El buffet se veía exquisito. Podían tener costumbres diferentes, sin embargo, la gastronomía era sumamente sabrosa lo cual hacía que Warren se sintiera muy a gusto.
Una vez que el manjar fue servido, Gifford dio la señal para que todos comenzaran a comer.
—Mira este montón de cosas —dijo Warren viendo lo que habían puesto en la mesa—. Tengo un apetito tan grande que podría comerme todo esto yo solo.
—Deja un poco para los demás —advirtió Eveline bromeando—. No me hagas caso, hay suficiente para alimentarnos por una semana. No sé cómo haré para comer tanto —dijo mientras cortaba un trozo de pollo.
La noche estaba siendo única para Warren. Nunca había estado en un lugar similar, con tantas delicias, mucho menos si todo era para festejar la llegada de él a algún reino. Después de que todos hubieran acabado con el banquete, Gifford se levantó de su silla e hizo una señal con su mano, dando paso a un mago que traía consigo un cofre.