La Bruja de Witchwood

Capítulo 25 - Una gran idea

Evoleth se disponía a arreglar su cama. Había dormido toda la noche como nunca lo hizo. Tener una cama así de cómoda, era una de las mejores cosas que le pudieron haber dado en el palacio. La comodidad que esta daba hacía que, con solo hacer contacto con ella, dieran ganas de acostarse y no levantarse por un largo rato.

Después de haber arreglado su habitación, sintió curiosidad por conocer más a fondo el palacio. Así que salió de su dormitorio y se encaminó a explorar.

Al pasar por una puerta, notó que junto a esta había un rótulo que decía: Fardeng.

«¿Qué será este lugar?»  pensó.

La curiosidad se apoderó de ella y abrió la puerta. Al otro lado se encontraba un jardín inmenso, un sitio donde la mayoría de magos solían pasar su tiempo. Notó que la mayor cantidad de flores que había eran de color naranja. Todo parecía tener referencia al fuego. Se acercó y se sentó al lado de una fuente de agua cristalina en el centro del paisaje. No podía dejar de contemplar todo, cada rincón del palacio era un sitio hermoso.

—Eres nueva —interrumpió una voz—. ¿Cierto?

—Sí —respondió Evoleth mirando al joven que le realizó la pregunta.

—Mi nombre es Holden —se acercó—. Para mí es un placer hablarte —dijo haciendo una pequeña reverencia.

—¿Por qué sería un placer hablarme? —preguntó Evoleth sonriendo.

—Eres amiga del nuevo mago del que todos hablan —le explicó—. Dicen que es muy fuerte.

—¡Ah! —dijo con tono decepcionante al darse cuenta de que el joven le habló solo por su amigo—. Sí… amiga de Warren.

—Escuché que es el hijo de Zayrus —dijo mientras se sentaba junto a ella—. Zayrus es mi Maestro.

Evoleth al escuchar estas palabras arqueó sus cejas, dejó en evidencia que había sido sorprendida.

—¿Aprendiz de Zayrus? ¿Eres el aprendiz de Zayrus?

—Sí. Me ha entrenado durante casi un año. Desde que mi padre murió Zayrus se hizo cargo de mí.

—Lamento escuchar lo de tu padre —dijo Evoleth tornando un poco hacia abajo la comisura de sus labios—. No sé si será buena idea preguntarte por qué murió.

—Cada cierto tiempo mandan una cantidad de magos a explorar nuevos territorios. Lord Gifford cree que existen tierras sin explorar lejos de aquí. Se dice que a los magos que fueron enviados se les complicó el viaje, así que solo volvieron unos pocos y mi padre no fue uno de ellos. Nadie sabe lo que les pasó.

—Te comprendo. Mis padres salieron del país por motivos de trabajo y no regresaron más. Me dejaron a cargo de mi hermana Keyci pero fue raptada por Meredith Lawrence, al igual que todos los niños del pueblo en el que vivíamos —masculló.

—¿Meredith Lawrence? —preguntó asombrado—. ¿La reina de los Plesmor?

—Sí —frunció el ceño—. Espera, ¿reina de los Plesmor? —preguntó sobresaltada al escuchar bien las palabras de Holden.

—Sí, es la reina —le explicó—. He escuchado muchas historias acerca de ella. Una es que hizo un pacto con el diablo, el cual le dio los poderes de plasma cuando nunca había existido tal capacidad. Sin embargo, el reino de ella no está constituido por magos, como es el caso del Reino Firedolt, sino que el de Meredith Lawrence está hecho por criaturas extrañas que ella misma creó.

—En la Tierra se conocen como espectros —aclaró Evoleth—. Esos desgraciados mataron a gran cantidad de humanos y están destruyendo el planeta por completo.

—Son una total desgracia —miró a Evoleth—. Ahora ustedes tienen nuestro apoyo.

—¿Ayudarían a la humanidad? —preguntó Evoleth mientras comenzaba a sonreír.

—Solo tendrás que hablarlo con Lord Gifford, recuerda que él es el que está a cargo del reino.

—Lo haré. No veo la hora de acabar con esos Plesmor.

Evoleth no había pensado en esa posibilidad. Ahora vivían en el Reino Firedolt y existía un clan inmenso de magos de fuego. Podrían acabar con los desastres que estaba causando Meredith Lawrence o al menos ahora existía la posibilidad de enfrentarse a ella y a su ejército de espectros. Solo tenía que ver la manera de proponérselo al líder de Firedolt, aunque venía llegando al reino y sentía que sería muy incómodo pedirle algo tan grande. Aun así, sabía que se trataba de salvar la humanidad; buscaría la forma de hacérselo saber.

—¡Gracias, Holden! —seguía sonriendo—. Sabes, no sé cómo no se me ocurrió hablar sobre esto mucho antes.

—No es nada, Evoleth —comenzó a sonreír—. Aunque no seas una Fardon, ahora eres parte del reino. Tendrás nuestro apoyo siempre.

—Eso me alegra, Holden —se levantó—. Iré a decírselo a Warren, necesito saber qué piensa él sobre esto con Lord Gifford.

—Suerte, Evoleth. Como tú lo dijiste —se encogió de hombros—, es por el bien de los seres de ese planeta. Sé que Lord Gifford te ayudará.

—Gracias de nuevo, Holden —se dio media vuelta y se retiró del lugar.

Evoleth sentía una gran esperanza dentro de ella ¿De verdad Gifford les ayudaría? Sabía que el planeta Tierra no era algo de importancia para los Fardon pero sí lo era para ella, y trataría de salvarlos de la maldad de Meredith Lawrence, costara lo que costase.




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