La Bruja de Witchwood

Capítulo 27 - Algo inesperado

Mientras tanto en el planeta Tierra, Meredith Lawrence seguía destruyendo aldeas, pueblos y ciudades completas con la ayuda de las criaturas que ella misma creó.

La bruja continuaba esclavizando a la humanidad y no había ni una sola persona capaz de enfrentársele, cualquiera que intentara este acto era asesinado con crueldad. Por esto, la única opción que tenían los mortales era tratar de escapar y ocultarse; algo bastante difícil de hacer ya que gran parte del planeta estaba destruido, no existían refugios: el último de ellos se localizaba en la  ciudad de Naycron, aunque fue destruido después de un ataque de los espectros. Era un refugio fuerte y aun así lograron abrir sus puertas y matar a bastantes de los refugiados. ¿Qué otro lugar podría servir como refugio? No existía ni uno solo.

Los únicos sobrevivientes de la masacre del refugio FG son guiados por Derek y se encuentran vagando por las ciudades destruidas, ocultándose de la bruja y de sus criaturas.

Derek logró rescatar a varias personas de las garras de los Sin Rostro. Había corrido y escapado saliendo por el hoyo que creó Leittor en una de las paredes del albergue.

—¿Estás bien, Derek? —preguntó una niña que este había encontrado a las afueras de la construcción hace pocos días.

—Sí, no te preocupes —le dedicó una sonrisa apagada—. ¿Tú estás bien?

—También —se sentó en el suelo y apoyó su espalda en una de las paredes en ruinas en las que se encontraban ocultos—. Entonces, ¿quién era ese tipo del que me estabas contando?

Derek se sentó junto a ella y apoyó de igual manera su espalda en la pared.

—No lo sé —respondió.

—¿Nunca lo habías visto?

—La vez en que apenas logramos huir del refugio, logré verlo en el exterior —miró a la niña—. Él fue el que abrió las puertas para que entraran los espectros. Estoy casi seguro de eso.

—Entonces ese muchacho, ¿estaba ayudando a Meredith?

—No había posibilidad de que los espectros lograran abrir las compuertas por sí solos.

—Entonces la bruja lo mandó para que les ayudara —dijo complementando lo que Derek estaba diciendo.

—Correcto —dejó caer sus hombros, decepcionado—. Cada vez se pone peor esta situación. No hay nadie que sea capaz de enfrentar a Meredith y ahora resulta que tiene un ayudante que es igual o más fuerte que ella.

—Lo sé, me habías hablado acerca de unas personas que tenían magia. ¿Cierto?

—Sí —le respondió Derek—. Mis amigos.

—¿Entonces fueron tus amigos los que asistieron a las personas para huir del albergue?

—Sí.

—¿Todos ellos tenían habilidades especiales?

—Dos de ellos no.

—¿Dónde están? —preguntó con curiosidad y preocupación.

—Después de huir los perdí de vista. No logré divisar si salieron o no.

—¿Crees que hayan sobrevivido?

—No lo sé. Si lo hicieron, lo más probable es que estén muy lejos de aquí.

—Tal vez tus otros amigos te ayuden a buscarlos.

—Ellos están mucho más lejos —su rostro delataba la tristeza que sentía—. Tal vez nunca los vuelva a ver.

—¿Cómo estás seguro de eso? Solo pasaron unas semanas desde la masacre del refugio.

—¿Cómo te explico? —se giró hacia la niña—. Ellos no son de este planeta, lo más seguro es que provengan de otro. No entiendo la razón, pero ya regresaron a donde pertenecían.

—¿Otro planeta?

—No lo sé.

—¿Entonces?

—Mira, creo que está más que claro que no comprendo la situación. No sé de dónde provienen estas personas. Solo sé que un hombre llamado Leittor los transportó a otro lugar.

—Entiendo.

—Por cierto, una de mis amigas se llamaba como tu hermana.

—¿Se llamaba Evoleth? —preguntó sorprendida.

—Así es —respondió mientras la miraba de una manera extrañada.

—¿Viste cómo era ella? —seguía haciendo preguntas la niña.

—Su pelo era café y largo —comenzó a detallarla—. Su piel era blanca y no era muy alta.

—¿Sus ojos? —sujetó a Derek de los hombros con ambas manos, no en acto de amenaza, sino de curiosidad—. ¿De qué color eran sus ojos?

—Eran de color verde —respondió.

—¡Ay, Derek! —comenzó a sonreír y a reír de alegría—. Es ella, es mi hermana.

—¿Segura? —preguntó Derek.

—Conozco a mi hermana —dijo mientras continuaba riendo y saltando de alegría—. Sé que es ella.

—Si es tu hermana, ¿por qué se fue con Warren para ese tal reino Firedolt?

—No lo sé, pero volverá por mí —se detuvo y se corrigió a sí misma—. Mejor dicho, por nosotros.

—Ojalá tengas razón —suspiró en señal de esperanza.




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