La Bruja de Witchwood

Capítulo 28 - Simulación

-¿Estás listo para tu siguiente prueba? —preguntó Gifford.

—Sí, Milord. ¿Qué es lo que debo realizar?

—En esta prueba necesito que aprendas cómo hacer que tu energía tome forma.

—Estaba ansioso por llegar a esto —admitió—. Hace tiempo mi amigo Bill descubrió que era posible, así que entrené duro para lograrlo pero no supe cómo hacerlo. No sabía cómo controlarlo y el objeto no permanecía mucho tiempo, desaparecía.

—Entonces se puede decir que ya tienes algo de práctica en esto.

—Aun así me gustaría que me explicaras cómo hacer para que el objeto dure y no desaparezca.

—Tu mente es muy poderosa, Warren. Toda técnica de magia consiste en la concentración.

—¿Podré hacer lo que sea con la energía?

—Si quieres que tu cuerpo se envuelva en llamas, puedes arder sin quemarte. Solo necesitas concentración.

Warren asintió. Gifford le alcanzó un vaso que contenía líquido en su interior.

—No te asustes por esta bebida, es un poco diferente a las demás.

—¿Diferente?

—Las otras hacían que buscaras tu poder interior —miró a Warren—. Esta —alzó el vaso con un color rojizo—, hará que te duermas y te despiertes en otro escenario. Te encontrarás con demonios que tratarán de asesinarte, no te asustes, es solo una simulación. Todo pasará dentro de tu mente.

—Comprendo —agarró el vaso.

—Tranquilízate, recuerda que es un sueño. Solo necesito que ahora entrenes como debes, luchando contra enemigos para poner así tus habilidades en acción. Bébela y acuéstate en la cama o siéntate en el sillón, no quiero que te caigas después de quedarte dormido.

Warren obedeció. Se sentó en el sillón y tomó la bebida. Pasaron unos segundos y comenzó a sentir sueño, al igual que con todas las otras que había tomado, así que no era algo nuevo para él. Sus parpados le pesaban más y más hasta que cayó en un profundo sueño.

Al abrir los ojos notó que se encontraba encerrado en una jaula con barrotes gruesos. Todo era parte del entrenamiento. Gifford necesitaba saber qué tanto control e inteligencia tenía sobre su magia.

Al ver que estaba encerrado, concentró el poder en sus manos, hizo que estas comenzarán a arder. Agarró dos de los barrotes y estos empezaron a tornarse de un color rojizo debido al calentamiento que estaban recibiendo. Pasados unos segundos, Warren pudo separar con facilidad los barrotes. El haberlos calentado hizo que el moverlos de su posición fuera más fácil. Salió de la jaula y caminó unos cuantos metros. Se detuvo y miró hacia su derecha. A lo lejos vio venir una gran cantidad de demonios voladores hacia él.

«Bien, es hora de darle forma a mi energía» pensó.

Cerró sus ojos y comenzó a concentrarse, necesitaba saber cómo derrotar a toda esa cantidad de criaturas que se dirigían a su posición. Sonrió y abrió los ojos, alzó ambos brazos, volteó las palmas hacia el frente. Una especie de fuego salía de estas en grandes cantidades. Una pared en llamas comenzó a crearse en frente de él. Recordó la vez que había detenido el ingreso de los espectros al interior del refugio realizando esta misma técnica. Así que pensó que también serviría contra unas criaturas voladoras, o al menos eso esperaba.

Los demonios impactaban contra el muro de fuego, ardían hasta convertirse en cenizas.

«No fue tan difícil» dijo sonriendo mientras las veía caer.

El suelo empezó a temblar con gran fuerza. Se lograban escuchar unos pasos cuyo ruido venía de entre los edificios. Warren sabía que se aproximaba algo grande. Unos rugidos comenzaron a rebotar por el lugar. Los edificios se estaban derrumbando como si algo los estuviera destruyendo. Una bestia enorme se hizo notar de entre las estructuras colapsando. Era horripilante, tenía unos dientes afilados y gigantes, su cuerpo era de color gris y peludo. La criatura tenía una medida aproximada de diez metros de altura y su cuerpo era bastante robusto. La bestia inició su trayectoria dirigiéndose hacia la posición de Warren. Al ver esto se paralizó sin saber qué hacer. No lograba reaccionar ante la furia del monstruo. Este arqueó su brazo e impacto a Warren con tanta fuerza que lo elevó por los aires, cayó encima de unos automóviles que se hallaban en un puente a varios metros de altura. Warren logró levantarse después de varios intentos.

«¿Por qué Lord Gifford me pondría contra una bestia como tú? Esto no tiene sentido» se decía a sí mismo.

Salió de entre los carros y miró al demonio. ¿Cómo haría para derrotar a esta criatura? Recordó todos los entrenamientos que tuvo con Gifford y no se había preparado tanto para ser derrotado por una alimaña sin inteligencia.

Levantó sus manos y de estas comenzaron a salir bolas de fuego, una tras otra en grandes cantidades. Se concentró y las retuvo cerca de él, flotaron a su alrededor, esperando ser lanzadas.

Gifford le había enseñado que podía controlar la dirección de las bolas de fuego, así que planeó arrojarle una gran cantidad al mismo tiempo a la bestia. No sabía si funcionaria pero era un buen plan.

La criatura comenzó a rugir con tanta fuerza que hacía que el lugar retumbara, acto seguido, corrió hacia Warren. Cada paso que daba provocaba que el suelo brincara, movía todo a su alrededor.




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