La Bruja de Witchwood

Capítulo 34 - Batalla final

Pasaron varios días desde que comenzaron los entrenamientos. Zayrus y Leittor habían dado la información sobre la residencia de Meredith, ya todo estaba listo para atacarla.

Warren sentía que los magos estaban bastante preparados. Trabajaron duro casi todo el día durante varias semanas. Aprender no era algo difícil cuando el maestro sabía instruir a sus alumnos, y Warren junto con Gifford, se dieron a la tarea de enseñar técnicas de la mejor manera posible.

Por otro lado, Evoleth y Eveline tomaban todas las pócimas del estante de vidrio para entregárselas a los magos como material de apoyo y prevenir cualquier herida durante la batalla.

Evoleth llevó una caja que contenía todos los frascos de vidrio al campo donde se encontraba Warren y Gifford, esperando que todo estuviese listo para partir.

—Aquí están las pócimas —dijo Evoleth mientras llegaba.

—Perfecto —le agradeció Gifford con un movimiento de cabeza.

—Preparamos bastantes —añadió—. Esperamos que les sea de ayuda.

—Obvio nos serán de ayuda —afirmó Warren mientras sostenía la caja que Evoleth le estaba dando—. ¡Esa bruja va a caer!

—Sé que lo lograrán.

Warren se volteó hacia los Fardon.

—¡Cada uno agarre las pócimas que le corresponde! ¡Estamos a punto de partir hacia el planeta Tierra! —se giró hacia Evoleth—. Te quedarás aquí.

—¿Estás seguro de que no me necesitarán? —preguntó.

—Para eso llevaremos las pócimas —respondió Warren —. Quédate y cuida de tu hermana.

Evoleth asintió y besó a Warren en la mejilla, se despidió de él antes de su partida.

—Cuídate.

—Tú igual.

Warren se dio media vuelta y se dirigió hacia donde se encontraba Leittor.

—¿Cómo harás para transportarlos a todos? —preguntó Warren.

—Eso no es problema —respondió con un gesto de tranquilidad—. Puedo hacerlo sin ninguna dificultad.

—Excelente —lo miró—. También necesito que lleves a Eveline y a Derek con nosotros.

Leittor asintió.

Warren se volvió hacia Evoleth y sonrió; acto seguido, Leittor transportó a todos al planeta Tierra, justo en Witchwood.

Al llegar, Warren paseó su vista por todos los Fardon.

—¡Hagámoslo! —gritó levantando su mano.

Al terminar de decir estas palabras, todos los Fardon corrieron hacia el palacio de Meredith y vieron cómo comenzaban a salir gran cantidad de espectros del interior.

—¡Recuerden! —gritó Gifford—. ¡No se confíen!

Warren corrió hacia el palacio. Los espectros lo atacaban pero él lograba esquivar sus arremetidas lanzándose y rodando por el suelo. Sus manos empezaron a encenderse y comenzó a enviar bolas de fuego, impactando así a los espectros. Seguían apareciendo uno tras otro en grandes cantidades. A lo lejos, Derek luchaba con su espada, cortaba tantos Sin Rostro como podía y ayudaba de vez en cuando a los aliados con escudos de protección que creaba con el polvo brillante que tenía mientras estos se curaban. A pesar de ser humano, era bastante hábil y se estaba convirtiendo en una pieza clave en el trascurso del enfrentamiento.

El palacio se hundió en una inmensa oscuridad, el sol fue tapado por las nubes, y el lugar comenzó a iluminarse por rayos de color morado que destellaban con gran fuerza. Warren seguía creando bolas de fuego, aunque no daba resultado porque los espectros seguían apareciendo. Miró a Gifford que se encontraba rodeado de criaturas, corrió en su ayuda. Llegó a su lado y se colocaron espalda con espalda.

—¿Esto no está funcionando, cierto? —preguntó Warren.

—Serán infinitos hasta que acabemos con Meredith —respondió—. ¿Tienes algún plan?

—Derrotarla —dijo Warren mientras atacaba a los espectros.

—Que gran plan —dijo con sarcasmo—. Al contar hasta tres, corremos hacia el interior del palacio.

—Te sigo.

—Uno… dos… tres.

Ambos lanzaron bolas de fuego hacia los monstruos y corrieron en dirección al castillo.

—¡Destruye la puerta! —gritó, Gifford.

Warren obedeció y cargó su poder, lo concentró en sus manos y creó una inmensa bola llameante que desintegró la puerta principal del palacio al impactarla.

—¡Bien hecho!

—¡Ahora entremos!

Ambos se abalanzaron al interior, al mirar hacia atrás vieron que una masa enorme de espectros iba en su dirección.

—¡Lanza bolas de fuego! —dijo Warren—. ¡Tengo una idea! ¡Necesito recargar mi poder! ¡Gana tiempo!

Gifford comenzó a enviar esferas de fuego, hizo que los espectros retrasaran su trayectoria.

—¡Apresúrate, Warren! ¡Son demasiados!

—¡Lo tengo! —afirmó Warren.

Puso sus manos hacia el frente y lanzó una llamarada la cual se convirtió en una puerta de fuego. Selló la entrada al interior del palacio.




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