El pueblo del Topacio había comenzado a recuperarse de la confrontación con la bruja, pero en el aire persistía un eco de inquietud. Las mariposas, que habían sido nuestras aliadas, parecían más inquietas que nunca, revoloteando en círculos nerviosos. Sentía que la bruja aún acechaba, lista para lanzar su próximo ataque.
Una tarde, mientras caminaba por el bosque, noté que el brillo de la piedra en mi pecho pulsaba con más intensidad. Era como si estuviera llamando a las mariposas. Cerré los ojos y me concentré en la conexión que había formado con ellas. Al instante, un grupo de mariposas se posó a mi alrededor, sus alas reflejando los colores del atardecer.
“¿Qué sucede, amigas?” susurré, sintiendo su energía vibrante.
Una mariposa más grande que las demás se acercó, y en un destello, su esencia se transformó en una figura etérea. Era el espíritu de las mariposas, una entidad que simbolizaba su poder. “Evangeli,” dijo con una voz suave, “la bruja está tramando un nuevo plan. Ha comenzado a recolectar la magia oscura del bosque para debilitar tu conexión con nosotros.”
“¿Cómo puedo detenerla?” pregunté, alarmada.
“Debes encontrar el jardín de las sombras, un lugar donde la bruja cultiva su poder. Allí, las mariposas pueden ser liberadas de su influencia. Pero ten cuidado, este jardín es un laberinto de ilusiones.”
Con la determinación creciendo en mi pecho, decidí que era hora de enfrentar a la bruja una vez más. Regresé al pueblo y reuní a los habitantes, contándoles sobre el jardín y la amenaza que se avecinaba. “Debemos unir nuestras fuerzas una vez más. No solo dependemos de la piedra, sino de nuestra fe y de nuestras mariposas,” les expliqué.
Los rostros de mis vecinos se iluminaban con la pasión de la lucha. Esa noche, comenzamos a preparar un nuevo ritual, uno que uniera nuestros corazones y nuestra magia, en un acto de defensa contra la bruja.
Con el alba, nos dirigimos al corazón del bosque, donde se decía que se encontraba el jardín de las sombras. Las mariposas revoloteaban a nuestro alrededor, guiándonos. A medida que avanzábamos, el ambiente se tornaba más sombrío; las sombras parecían susurrar palabras de desánimo.
Finalmente, llegamos a un claro cubierto por una densa niebla. En el centro, un jardín marchito se extendía, lleno de plantas oscuras y flores que parecían absorber la luz. “Aquí está,” dije, sintiendo el poder de la bruja en cada rincón.
La bruja apareció ante nosotros, su risa resonando como un eco en el aire. “¡Qué valientes son!” exclamó, su mirada fija en mí. “Pero están condenados a fallar. He reunido el poder suficiente para destruir todo lo que aman.”
“¡No lo permitiré!” grité, sosteniendo la piedra con fuerza. Las mariposas comenzaron a revolotear a mi alrededor, creando un destello de luz que luchaba contra la oscuridad que la bruja emanaba.
Ella lanzó un hechizo, una sombra oscura que se abalanzó sobre nosotros. Las mariposas, en un acto de valentía, formaron un escudo, pero sentí que su fuerza era insuficiente contra la magia poderosa de la bruja.
“Debemos unirnos más allá de la magia,” murmuré a mis vecinos, sintiendo su energía a mi alrededor. “Necesitamos creer en nuestra unión, en nuestra comunidad.”
Las velas que llevábamos comenzaron a brillar con más intensidad, y cada uno de nosotros tomó la mano del otro, creando un círculo de luz. Sentí cómo nuestra determinación crecía, resonando en el aire como un canto poderoso. Las mariposas comenzaron a danzar en una sinfonía de colores, reforzando nuestro vínculo.
La bruja, furiosa, lanzó un nuevo ataque, pero esta vez, la luz de nuestras velas se intensificó, y las mariposas se unieron en un vórtice resplandeciente. La sombra de la bruja se desvanecía ante el poder de nuestra unión, pero no estaba dispuesta a rendirse.
“Esto no ha terminado,” gritó mientras retrocedía, llevándose consigo una parte de nuestra luz. La niebla oscura comenzó a envolvernos nuevamente, pero antes de desaparecer, vi su mirada de furia y desafío.
Aunque habíamos repelido su ataque, sabía que su amenaza continuaría. “Debemos aprender a combatir su oscuridad sin importar cuántas veces regrese,” dije, aliviando el miedo que aún flotaba en el aire.
Regresamos al pueblo, más fuertes y determinados. Habíamos ganado una batalla, pero la guerra contra la bruja apenas comenzaba. Con la conexión de las mariposas y el poder de nuestra comunidad, estaba segura de que el próximo encuentro podría ser decisivo.
El verdadero poder residía en nuestra unión y en el amor por nuestro hogar, y en cada mariposa que revoloteaba, sentía que había un nuevo comienzo esperándonos.