La Bruja Roja

10. La primera parte de un examen médico singular

—¡¿Cómo hizo una invocación en un campo anti—magia?!

—También vio a las sombras en medio de la noche...

—¡Ni siquiera tiene quince años, es imposible!

Cosas así se escuchaban en la oficina de un tal señor Lewiz, después de mi "demostración" ambas señoras entraron en pánico. El cabello de la señora Laura tenía varios peces enredados en su melena, y veía claramente las alas de Camille mientras una de las paredes se transformó en un acuario viviente.

Me llevaron a otro pasillo, donde está vez si vi claramente al gentío de personas que había en el edificio: Centauros, hadas, espíritus. Había de todo en este lugar así que no me aburría de verlos pasar.

Llevaban un buen rato discutiendo, hasta que de repente un señor, que más parecía un cocodrilo, llegó y se detuvo en frente de mi.

—¿De casualidad, podría decirme la hora?— su piel estaba llena de escamas de aspecto fuerte, y sus ojos eran de un brillante color limón.

—Lo siento, no traigo reloj.— me dio una sonrisa que más parecía una mueca antes de acomodarse el saco.

—No se preocupe.—después de eso, entró sin llamar a la oficina del señor Lewiz, que era un centauro, y todo el mundo callo.

—Señores, temo decirles que la señorita allí afuera puede entenderlos perfectamente. Así que le pido, jovencita, que entre por favor.

Sin atreverme a negar, me levanté y entre a la oficina. Estaba llena de libros que cobraron vida, papeles por aquí y por allá, y una bonita planta con flores moradas.

Parecía una fiesta de disfraces con tanta criatura, pero no podía quejarme. El cocodrilo estaba sentado en la silla del señor Lewiz y me examinó con la mirada.

—Soy Iván Castro, señorita, el ministro de servicios infantiles del Ministerio.— hablo con voz firme mientras me sentaba en una silla al otro lado del escritorio.— ¿Podría decirme si le gusta mi cabello?

Quede fría, como demonios iba a decirle algo si ni siquiera tenía cabello.

—Pues...— el momento más incómodo de mi vida, ¿cómo le dices a un calvo que es calvo?

¿Estará hablando de sus escamas?

—¿Pues...?

—Señor...usted no tiene cabello.—solté lista para ser comida de reptil o lo que fuera cuando una inhalación colectiva se hizo presenta.

Yo estaba muy tranquila jugando a "adivina que es esa criatura" en el pasillo, gracias.

El señor Castro se mantuvo indiferente y volteó a ver a la señor Laura.

—¿Era tan difícil?

—¡P-pero señor, es imposible para alguien de su edad...!— el nervioso señor Lewiz replicó mientras chocaba con un librero

—Dice ser una Anderson, y recuerdo bien ver a Lily Ane corriendo detrás de una cría de kelpie a los siete años después que se cayera en un lago. Por supuesto, tuvimos que salvarla después de eso.

—Es imposible que sea una Anderson, el juramento dice explícitamente que...

—Todos conocemos el juramento, Arturo, pero no puedes decir que hay cierto parecido entre ella y Amelie.— respondió el señor Castro señalándome, yo fruncí el ceño y lo mire atontada.

—¿Amelie? Mi mamá se llamaba Catherine, señor.— un silencio abrupto siguió a mis palabras antes de otra conmoción.

—¡¿Catherine, hija de Catherine?! ¡Imposible!— Camille parecía la más empeñada a negar mi parentesco, pues su rostro pálido estaba rojísimo— ¡Catherine Anderson no pudo tener no una, si no dos hijas, con un humano!

El señor Castro la mando a callar con un movimiento de su mano, y volvió a dirigir su mirada de serpiente a mi.

—¿Tú madre era Catherine?

—Así es, señor.

—¿Y dices que murió en un accidente de auto?

—Yo misma vi como se quemaba el auto, y fui la única que despertó en el hospital.— respondí seriamente, ante lo único que hizo el ministro fue mirar la llave entre mis manos.

—Pues no hay más que discutir. Se harán las pruebas necesarias para comprobar que todo este bien con la señorita Anderson, y buscaremos a su tutor lo antes posible.— decreto el reptil, y a los demás sólo les quedó asentir antes de irse.

Camille iba a llevarme para la prueba, pero me voltee a ver al ministro antes de que pudiera tomar mi mano.

—¿Señor Castro?

—¿Si?

—Mis padrinos...Ellos estaban cuidando de mi después de que salí del hospital pero, algo está mal con ellos aunque no se exactamente que— el reptil me interrumpió antes de que pudiera seguir balbuceando.

—Ya estamos al corriente de la situación del doctor Peterson, y ya enviamos un equipo de investigación para encontrarlo.

—¿Cómo...?

—Tuvimos un informante que nos puso al tanto en cuanto nos encontró, y aunque eso no justifique tu abandono, también fue el quien llamo a las sombras.

—Un momento, yo estaba sola cuando aparecieron...ellos.

—¿Está tan segura de eso? Porque pienso que quien le espera al otro lado de la puerta podría deprimirme muchísimo si eso fuera verdad.— me sonrió verdaderamente, y con un movimiento de mano Camille tomo la mía y me guío afuera de la oficina.

Donde, a pocos metros de lo que parecía la recepción, estaba Katy Kat.

—¡Katy!— me solté bruscamente del hada y salí corriendo por mi perro, quien no se hizo de esperar antes de caerme encima.— ¡Me dejaste sola, en medio de la noche! ¡¿Qué le diría al tío Marcus si no te encontraba?!

Lo abrace y lo acaricie el tiempo que le tomó a Camille llegar hasta donde nosotros, y aun así me quede un momento mas abrazando al can. Ya más calmada y segura, me voltee a ver al hada sin soltar al perro.

—¿Puede venir con nosotras? Es muy tranquilo cuando quiere, no dará problemas.— esa era una pequeña mentira, pero no estaba dispuesta a dejar al de pelaje blanco con manchas amarillas.

—No hay problema, Mary. Ya Katy Kat nos dijo que no se separará de ti hasta que todo termine.— a pesar de no estar demasiado convencida, asentí con la cabeza al tiempo en que me levantaba.




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