La Bruja Roja

20. Un desastre, un relato

Si me pidieran describir esta situación con un único adjetivo, creo que erigiría ¨desastroso¨ que su significado, según internet, es simplemente ¨que es muy malo¨. La situación había subido tan rápido de nivel que me encontraba completamente aterrada, y si no fuera por el aire que estaba reteniendo en mis pulmones y la calidez del agua que me rodeaba y enredaba mi cabello me hubiera desplomado; el estrés de semanas me estaba arrastrando hasta el fondo de mi mente, pero debía concentrarme para que mi primera noche en la casa Andreux no fuera un completo desastre.

Aunque creo que deberíamos archivarla como ¨la peor y la ultima¨

Nunca he sido una niña problemática (los eventos de las últimas semanas no cuentan, yo no busque todo esto) y ni siquiera me gusta merodear por ahí como para que esto se haya salido de control tan violentamente.

Nade hasta la otra punta de la habitación a la pecera que estaba empotrada en una pared que esperaba diera al patio y apoye los dedos arrugados en la superficie transparente mientras hilos de luz se movían en el agua. Mi mente estaba sumergida en el control de la magia, la cual poco a poco era más manejable, hasta que el ruido de algo astillándose me puso los pelos de punta. No quise voltear, les juro que quería terminar con todo, pero el miedo se apodero de mi sistema y despegue una mano del vidrio para observar como una grieta enorme se formaba en la otra pared de la pecera.

Abrí la boca y algo de agua entro en mi boca, pero el terror fue tan fuerte que solo atine a dejar ir una enorme cantidad de magia por ambas manos, ocasionando un enorme agujero en ambas paredes de cristal. Mi brazo fue succionado por el exterior, dándome un golpe que de seguro dejaría un moretón, antes de ser expulsada hacia el césped del patio junto a una inmensa cantidad de criaturas marinas.  Escupí el agua que se había colado en mi garganta antes de observar el desastre que acababa de hacer en la residencia Andreux; una pared rota, incontables litros de agua desperdiciados y cientos de peces exóticos regados en el suelo.

Pero en medio de todo faltaba un elemento importante que me había arrastrado hasta aquí en primer lugar y ahora sostenía mi cuello entre sus manos palmeadas con una fuerza descomunal, sus ojos vidriosos me miraban con furia y, de no ser porque me estaba quedando sin aire en los pulmones, hubiera gritado por lo artificial que resultaba a la vista.

—¡Tú! Mira lo que le hiciste al acuario, pequeño desperdicio humano.— escupió las palabras a mi cara mientras las agallas en su cuello se ampliaban.— Iba a tener misericordia contigo y dejarte en manos de Harry, pero después de esto no pienso tener clemencia contigo.

Su voz era distorsionada, como una señal mal recibida por un satélite, y me causaba una migraña horrible que de sobrevivir me mandaría a la cama por lo menos dos días. Apretaba cada vez más su agarre y se coloco sobre mi haciendo que sus escamas arañaran mi piel herida, pronto empecé a ver estrellas negras que me impedían ver s expresión de enojo puro y me pregunte qué haría con mi cadáver; había escuchado de todo sobre las sirenas, desde que su propósito para derribar navíos era simple diversión hasta que en realidad eran mujeres mitad pájaro, aunque no creía que duraría lo suficiente para preguntarle las diferencias.

Estaba dejándome caer en la inconsciencia cuando una fuerza violenta arranca las manos de la sirena de mi cuello. Rodé hasta quedar de costado y tosí mientras intentaba respirar, un par de brazos me jalaron hasta que pude sentarme y el pitido incomodo en mis oídos se hizo menos potente.

Aunque eso no fue exactamente un alivio cuando un increíblemente enojado señor Louge, en una pijama de lechuzas, le esta gritando a la sirena que estaba a punto de matarte.

—¡DEMENTE, ESTAS DEMENTE MUJER!— chillaba con la cara bañada en sudor— ¿¡COMO SE TE OCURRE SIQUIERA INUNDAR EL ACUARIO!? No, eso es de lejos lo menos importante de la situación, ¡CASI ASESINAS A MARY GRACE!

La sirena se quedo muda un segundo, casi al otro lado del jardín, antes de mirarme confundida, ¿se supone sabe quién soy? No tenía idea, pero ya quería irme a dormir.

—Espera, ¿esa Mary Grace?— su cara era un poema borroso que se empezó a arrastrarse hasta nuestra posición con una velocidad que, teniendo en cuenta el doloroso encantamiento utilizado por el Señor Louge, podía ser similar a la de un scooter de esos que usan las abuelas.

—¿Conoces a otra ¨Mary Grace¨, Gilda? Por favor cambia para que pueda hablarte a la cara, maldita sea.— soltó un gruñido lleno de sarcasmo antes de voltear a verme— ¿Está bien? Por supuesto que no lo está, cielos, esto es un desastre.

Murmuraba y murmuraba nerviosamente mientras alzaba la mano derecha; todos los peces, los pedazos de vidrio roto y los escombros fueron en retroceso volviendo a su posición original. En pocos segundos incluso las enredaderas en la pared volvieron a afincarse en el muro de piedra graciosamente, dejando en santa paz los exteriores de la casa otra vez. No fue hasta entonces que la sirena llego a nuestro lado, aunque fui celosamente alejada de su toque húmedo por el mayordomo de la casa antes de ayudarme a salir del suelo.

—Hablaremos de este…asunto dentro de la residencia. La señorita Anderson y yo te estaremos esperando en la sala de estar mientras te arreglas, por lo tanto, Mary, déjame acompañarla.— arrugo la nariz y me ofreció su brazo, el cual acepte gustosa y aterrada, antes de dejar atrás a pasos lentos a la sirena.

La residencia tenía un tamaño casi colosal, así que nos tomaría nuestro tiempo llegar a la puerta principal teniendo en cuenta de que había recibido una paliza, así que el señor Louge no perdió el tiempo en empezar con lo que temía; las preguntas difíciles.

—Señorita Anderson, no es por culparla pero, ¿Qué hacia fuera de la cama tan tarde? Creí que estaba exhausta después de lo ocurrido en el Ministerio.— su cara, apenas sonrojada de rabia, estaba más bien consternada. Solo quería enterrar mi cabeza en la tierra húmeda por la vergüenza, no llevaba ni bien un par de horas dentro de la propiedad y había causado un problema que, en un hogar normal, habría costado una millonada por arreglar.




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