La princesa ama al caballero

El cuento para niños sobre la historia del imperio decía que, desde hacía tiempo, el imperio vivía en guerra.

Las brujas y los magos, sin tener opción, eran obligados a asistir a los caballeros, fortaleciendo su poder y aumentando sus probabilidades de victoria.

Fue en medio de ese conflicto que un plebeyo se alzó con la fama: un joven con habilidades inigualables con la espada. Su destreza era tal que pronto fue nombrado Caballero Imperial y elevado al título de duque.

El pueblo lo admiraba. El rey lo recompensaba. Y la princesa Cordelia... se enamoró.

Se sintió cautivada por su físico, por su nobleza, por la forma en que la miraba como si no fuera solo una princesa, sino una mujer real.

Pero Cordelia no fue la única que cayó bajo el hechizo del caballero.

También lo hizo el corazón de Morgan, la bruja del doceavo círculo.

Ella lo había visto luchar desde la retaguardia, mientras sus hechizos lo protegían del fuego enemigo. Cada herida que él evitaba, era una pequeña victoria suya también. Y sin saber cómo, sin quererlo siquiera... empezó a amarlo.

Pero Morgan no era una princesa. Era una bruja. Una herramienta de guerra a su propia voluntad.

Un amor prohibido. Un amor que no debía existir, se repetía para si misma.

—Él nunca te mirará como lo hace con ella —le dijo una de las magas de batalla, con la voz teñida de lástima.
—Lo sé —respondió Morgan, con los ojos clavados en la figura del caballero—. Pero no puedo dejar de mirar.

En los días siguientes, los rumores crecieron: que la princesa y el caballero estaban comprometidos. Que el rey preparaba una boda para sellar su lealtad al imperio.

El corazón de Morgan se rompió lentamente.

Y en ese momento... la bruja que una vez salvó al caballero, comenzó a escribir su destino con fuego.

Esta es su verdad, una que yo leí y también creí.
Pero esta es mi vida ahora y no seré consumida, ni derrotada.