La cabaña

CAPÍTULO 2: Adolescente con ganas de comerse el mundo

La niña le había guiado a esos misteriosos senderos.

Adolescente llevaba un buen rato subiendo por ellos cuando de repente la vio, una cabaña, justo en medio de un descampado rodeado por imponentes cumbres.

Había luz en el interior, de modo que picó a la puerta.

Un hombre mayor, de aspecto cansado, la abrió.

– Bienvenido, Adolescente. – Le dijo.

– ¿Cómo sabes mi nombre? – Le preguntó, Adolescente, extrañado.

– No importa, pasa, supongo que ha sido un largo camino.

 

Adolescente entró en la cabaña. La distribución le era extrañamente familiar. Había una mesa de madera con una sola silla, con un libro encima y una pluma. También una hoguera encendida, y un armario que hacía las veces de improvisada biblioteca. Echó un vistazo.

– ¡Estos libros me los he leído! – Se trataban en su mayoría de libros cargados de filosofía y ciencia ficción.

– Bien por ti. – Respondió Anciano, mientras emitía un sonido quejumbroso al sentarse en uno de los dos sillones que había frente a la hoguera. – ¿Qué te trae por aquí?

– Tanto me da. – Adolescente tenía la mirada encendida, reflejando la luz emitida por la furiosa hoguera que ardía en la chimenea.

– Pareces lleno de energía, chico. – Le comentó Anciano, mientras encendía una pipa.

Adolescente lanzó media sonrisa entrecerrando los ojos al fuego frente a él.

– Lo estoy, me dirijo a unificar a toda una numerosa familia que antaño estuvo unida. Al mismo tiempo, escalaré una de las cumbres más dificultosas de la enseñanza universitaria.

– ¿Cómo piensas realizar esa unión? – Preguntó Anciano.

– Hablando uno a uno con todos ellos. Haciéndoles entender que toda la mierda de la que hablan es analizable y extirpable. – Adolescente clavó su mirada en los ojerosos ojos de Anciano.

– ¿Y no creer que toda esa mierda puede caer sobre ti? – Le dijo.

En ese punto Adolescente dejó ir una gran carcajada.

– ¡Que caiga la que quiera! Puedo resistir cualquier embestida de la vida.

– Menuda confianza. – Prosiguió Anciano. – En cuanto a esos estudios que vas a empezar, ¿No crees que verlos como una cumbre puede resultar enfermizo? ¿No sería más lógico verlos como un campo de sabiduría a tu alcance?

Adolescente negó con la cabeza.

– Esto es una gran batalla en la que estoy solo. Tengo mi ropa de guerra, mi entrenamiento en artes marciales, y mi mente preparada para absorber la información.

– ¿Solo? – Preguntó Anciano, torciendo el gesto.

– Sí, he dejado atrás una etapa sin sentido. Bueno, de hecho tengo a mis primos, que es lo importante.

– No creo que ninguna etapa pueda calificarse de ese modo.

Parecía que Adolescente comenzaba a sentirse incómodo e inquieto.

– Pues esa lo fue, te lo garantizo. No hallé verdaderos amigos, ni una novia que me llenase, ni nada que le diese sentido a lo que siento que es mi misión en esta vida, convertirme en la persona que debo llegar a ser.

– ¿Qué hay de tus padres? ¿Tienes hermanos?

– Mis padres no me entienden. Me apoyan, pero no pueden entenderme. Y sí, tengo una hermana, pero es demasiado pequeña como para que pueda hablar con ella de ciertas cosas. Para que te hagas una idea, de pequeño me llevaron a un psicólogo para que intentase descifrar si me pasaba algo. A mí. – Esas últimas palabras las pronunció altivo, prepotente.

– Algo debía ocurrir... – Comentó Anciano echándole pequeñas caladas a su pipa de madera negra.

– Supongo que por mis pesadillas, mi sonambulismo y mis visiones. Yo sé que soy una persona especial, que por algún motivo esas energías se comunican conmigo de vez en cuando.

Anciano dejó pasar unos segundos, reflexionando sobre esas últimas palabras.

– ¿Has intentado escribir esas pesadillas? – Su rasgada voz emitió con cuidado lo que dijo.

– No es necesario. Las recuerdo como si fuesen mi vida misma. En mis sueños muchas veces soy consciente de que estoy en estado onírico, pero el único modo que tengo de despertarme es quitándome la vida. – Parecía divertirse de nuevo en ese punto. – Me gusta buscar sitios altos y disfrutar de las grandes caídas antes de despertar. Otras soy perseguido por bestias de toda índole, y en otras tengo que asistir a como mis padres están muertos y ensangrentados en su lecho, tratando de llevar al bebe que era mi hermana a un sitio seguro. Le acaban volando la cabeza. En mis sueños siempre acabo solo, ante la presencia de algún ente hostil.



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En el texto hay: bipolar, psicosis, saludmental

Editado: 02.01.2019

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