Persecución.
—¿Qué dices cariño? ¿Cómo que no somos los únicos?—Sacudo la cabeza.
—No... Yo... Vi a un hombre.
—¿Un hombre? ¿En dónde?
—Afuera, antes de que fuéramos a la habitación hace rato, mire por la ventana y lo ví parado en el jardín, viéndonos fijamente.
—¿Por qué no me dijiste nada en ese momento Sophie?—Jonas pregunta algo molesto. Me paro y camino de un lado a otro nerviosa.
—Porque creí haberlo imaginado ¿Vale? Todo aquí está muy raro y ¡No sé qué está pasando!—Grito con desesperación.
—Hey hey, tranquila nena. Estoy contigo y no te dejare sola ¿De acuerdo?
—¿Lo prometes?
—Lo prometo. Venga vamos a...—Un golpe sordo nos deja quietos y aprieto la mano de Jonas.
—Jonas...
—Quédate aquí, iré a ver qué ha sido eso—Lo veo como si fuera una especie de marciano.
—¿Has perdido la cabeza? ¿Y si es ese hombre?
—Hablaré con él y le pediré que nos deje en paz.
—No...
—Sophie, confía en mí. No va a pasar nada.
"No sé, pero tengo un muy mal presentimiento".
—Toma—Le estiro mi teléfono y él capta la directa. Enciende la linterna para después caminar con pasos firmes por la sala, abrir la puerta de entrada y bajar las escaleras principales para rodear el auto.
Me acerco a la ventana y contengo el aliento al ver a Jonas caminar por el sendero. Un segundo golpe llega desde el interior de la casa y grito fuerte girandome.
El batidor ¿Dónde mierda lo he dejado? Eso es mejor a no tener nada en la mano.
—¡Sophie!—Jonas grita subiendo las escaleras del porche y justo cuando va a la entrada, la puerta se cierra, separandonos por completo.
Explayo los ojos y corro hacia ella para abrirla, pero la perilla no cede.
Golpeó la puerta y grito su nombre repetidas veces. Las luces vuelven a ponerse locas y cristales haciéndose añicos en el suelo hacen que me gire lentamente.
Mi corazón se detiene y jadeo al ver a mi hermana parada frente a mí señalando hacia la cochera.
—¿Paige? ¿Esto es una jodida broma?—Le pregunto haciendo movimientos con mis manos, gesticulando el creciente enojo—¿Qué demonios haces aquí?—No me contesta.
Se me queda viendo fijo pero frunzo el ceño al notar algo diferente en ella.
—¿Hermana?
—¡Sophie!—El grito desesperado de Jonas me saca de mi trance y cuando volteo a verla ella simplemente camina por el pasillo, perdiéndose en la oscuridad.
—¡¿Paige?! ¡Jonas es Paige!—Giro hacia la puerta y con todas mis fuerzas intento abrir la puerta y ésta finalmente cede ante mí.
Jonas entra y cierra la puerta tras él con seguro. Me sujeta de la mano y se la lleva al pecho, en dónde puedo sentir el latido frenético de su corazón. Yo respiro y empiezo a sollozar al recordar ver a mi hermana.
—Ya estoy aquí, estoy aquí—Alza mi cara y sus ojos amielados logran calmar mi atormentado ser por unos segundos.
—Vi a Paige...—Él frunce el ceño enseguida
—¿Qué?
—Vi a mi hermana parada allí—Señalo el pasillo—Estaba viéndome
—¿Cómo es qué viste a tu hermana?
—Ahí estaba—Me alejo el pelo de la cara sudada— No sé, pero presiento que algo más pasó y no lo sabemos.
—¿En cuánto a qué?
—Mi hermana y su esposo... ¿Y sí...?—Tapo mi boca para evitar que se me escape un nuevo sollozo. Mis ojos se cristalizan con el mero pensamiento y niego rápidamente.
—No entiendo nada Sophie.
—Y sí la razón por la que no he sabido nada de mi hermana es porque ella se...—La palabra se me atasca en la garganta.
—No—Sacude la cabeza y acaricia mis hombros—No puedes saber eso. Estás alterada. ¿Quizás solo la imaginaste?
—No Jonas, yo sé lo que ví y la vi a ella
—Sophie no sabemos ¿Y sí le llamas a tus padres? Debes tranquilizarte y dejar de pensar cosas negativas. Ella se mudó. Tal vez la razón por la que no se sepa nada de ella es porque empezó una nueva vida. Es entendible ¿Sabes? Sufrió mucho la muerte de su esposo.
—¿Y cómo te explicas entonces el hecho de que la acabo de ver allí parada?—Señaló el pasillo con los dedos temblorosos.
—No lo sé—Jonas tira de su cabello y balbucea. Abro la boca para decir más, pero la ventana principal haciéndose pedazos nos sobresalta nuevamente.
—¡¿Qué carajos?!—Grita Jonas con fuerza, haciendome a un lado, cubriéndome con su cuerpo. Grito aturdida y empiezo a temblar cuando el hombre que había visto antes en el jardín se hace visible nuevamente—Hijo de perra—Jonas se safa de mi agarre con cuidado y sale por la puerta gritandole al extraño.
—¡¿Qué demonios crees qué haces imbécil?!—El sujeto voltea a mi dirección y me señala, para después pasar su mano por el cuello, simulando el acto de cortar el mismo.