La cabaña Mirrell

Capítulo 12

Noticia Dolorosa

Han pasado dos días desde la pesadilla que vivimos en la cabaña de Paige. A veces lo siento irreal y quiero convencerme de haberlo soñado, pero las leves marcas de manos en mi cuello, los raspones y las heridas me dicen lo contrario.

Cierro los ojos. Y todo regresa a mi en una avalancha de recuerdos tormentosos. 

La confesión,  mi ira desmedida por Redd, el casi haberlo asesinado a golpes, mi llanto tortuoso y angustiado por Jonas... la declaración. Cada recuerdo viene a mí solo para herirme. Uno más doloroso que otro.

Estoy sentada sobre un sofá gris con motas azules. Por la ventana se filtra la luz del sol y me da de lleno en la cara. La vista que me ofrece es de los edificios de la ciudad y una sonrisa desganada se dibuja en mis labios. Mis manos cierran el libro que tengo sobre ellas y suspiro dejándolo en la mesa, en la cual se encuentra mi café ya frío. Hago una mueca cuando tomo un sorbo y sacudo la cabeza dejándolo ahí nuevamente. Me giro hacia la persona que se encuentra del otro lado de la estancia y suspiro con pesar.

<<¿Cuánto tiempo?>>

<<Aún no lo sabemos. Él debe sanar en su totalidad. Perdió mucha sangre, le perforaron una costilla y golpearon su cabeza con brutalidad. Debemos esperar hasta que él despierte. No podemos hacer nada más>>

Jonas respira cautelosamente. Los tubos que tiene conectados al cuerpo se mueven a la par que su pecho. Una punzada de tristeza y dolor me recorre. Lo indujeron al coma antes de que le sucediera algo mucho peor. Esa era la única manera para que él sanara completamente, sin perturbaciones ni dificultades. 

Me paro de mi lugar y me cruzo de brazos caminando en su dirección.  Me lastima verlo de esta manera. Sus ojos están cerrados. Tiene un vendaje alrededor de la cabeza, se que tiene un vendaje debajo del espantoso camisón azul que tiene puesto y luce increíblemente quieto.

 Me da pavor la idea de perderlo. 

Estiro mi mano y mis nudillos tocan la piel suave de su mejilla. Esbozo una sonrisa triste y me acerco más a él para depositarle un beso en su frente.

—Ya despertarás mi amor—Susurro en su oído. Tocan a la puerta y giro mi cabeza cuando ésta se abre, dejando ver a una de las enfermeras encargadas de mi prometido. Ella esboza una sonrisa tranquila y la saludo de la misma manera. Empuja el carrito metálico que trae con ella y trago grueso.

—Es hora—Yo asiento y miro el reloj de la pared. Son las 16:00 hrs y sé que a esta hora le toca el segundo cóctel de medicamentos a Jonas.—El doctor que está de encargado quiere hablar con usted señorita. La policía también se encuentra aquí—Trago grueso y vuelvo a asentir.

—Gracias—Le digo señalando su cuerpo con lágrimas en los ojos.

—No hay nada que agradecer señorita—Ella se coloca del otro lado de la camilla y veo como prepara las jeringas para después introducirlas en los tubos. Camino hasta la puerta y tras darle otra ojeada, salgo del cuarto. En la pequeña recepción del piso pregunto por el doctor a cargo y me indican que en unos momentos él vendrá conmigo.

Soy un manojo de nervios ahora mismo por qué no sé que es lo que me va a decir. 

¿Y si algo se complicó con Jonas? ¿Y si algo más fuerte está impidiendo que despierte? ¿Y sí...? Sacudo la cabeza y alejo los pensamientos negativos que de repente han tomado mi mente. Mi respiración se entrecorta cuando veo al doctor caminar en mi dirección con dos policias y la Agente... no recuerdo su nombre.

Mi respiración empieza a fallar y me limpio las manos discretamente en los laterales de mi pantalón. El doctor se para frente a mi y la sonrisa tranquila que esboza alivia mis pensamientos, los cuales siguen marchando a toda velocidad dentro de mi. 

—Señorita Mirrell ¿Cómo se encuentra?—Pregunta de manera capciosa. 

Trago grueso y esbozo un gesto amable—Trato de estar bien—Él me observa durante unos segundos y suspira.

—Me alegro que sea así. Tengo noticias para usted—Mi corazón salta—Quite esa cara, son buenas esta vez—Sonríe y yo destenso la mandíbula lentamente.—El paciente de la 512 ha estado teniendo una buena evolución con los medicamentos suministrados. A este paso los hematomas y lesiones tanto interiores como exteriores sanaran en su totalidad.

—¿Cuándo despertará?—Estoy angustiada, por la estúpida idea de que no vaya a despertar aún sabiendo su mejora.

—Puede hacerlo en cualquier momento, señorita Sophie.

—Pero ¿En qué tiempo?  A eso me refiero.

—Le puedo calcular un máximo de una a dos semanas—Otro pensamiento fugaz viene a mi y no me detengo en hacer la pregunta.—Sin embargo le repito, debemos esperar.

—¿El me recordará?—Retuerzo mis dedos y los ojos se empañan. El doctor lo nota y suspira lentamente.

—Puede ser un efecto secundario el que pierda la memoria, por el golpe en la cabeza. Pero no se preocupe, de ser así pensaremos en una solución, a decir verdad, hay poca posibilidad de que él no la recuerde. Puede ser que no se acuerde de lo sucedido y del evento traumático que ambos vivieron, pero estará bien.—Asiento despacio y él seguirá para ver a los oficiales y a la Agente—Es toda suya, por favor avísenme si lo necesitan—El doctor le da una mirada significativa a la Agente y ésta asiente de manera lenta. 




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