La cabaña Mirrell

Capítulo 17

Un último adiós 

Inhalo y exhalo de manera lenta para tratar de calmar los nervios que acumulo cada vez más. Miro por la ventana y un precioso atardecer me da la bienvenida. El tono rojizo y anaranjado me tranquilizan y decido volver a hacer los ejercicios de respiración que mamá me indica. 

—Inhala y expulsalo lentamente. Eso es Sophie, tranquila—Lo vuelvo a hacer un par de veces más hasta que siento como mis músculos se relajan poco a poco. Mis manos ya no tiemblan tanto como antes y contengo las lágrimas que inundan mis ojos de la nada—Hey, mi niña...—Mamá ahueca mis mejillas y me mira con ternura—Todo saldrá bien—Asiento y me estiro la mano agarrando mi objeto. 

—Es hora mamá—Asiente y sale detrás de mí. Bajamos las escaleras y cuando salimos Jonas y papá nos esperan en el jardín delantero. 

Sin tener que decir una palabra, los cuatro nos subimos al auto y nos dirigimos a ese lugar especial que elegimos. 

Al llegar abrazo el objeto contra mí y camino lentamente hasta la orilla del acantilado frente a nuestros ojos. El paisaje es una verdadera obra de arte y suelto las lágrimas que había estado conteniendo.  Este era el lugar favorito de Paige. Siempre veníamos  cuando ella se sentía triste o  cuando solía tener alguna emoción negativa.  Ver las montañas siendo cubiertas por el manto del sol, el cielo tintado de colores cálidos y el aire fresco podían ser un analgésico natural para todo mal del alma. 

Siento unas manos alrededor de mi cintura y un pecho firme en mi espalda. Inhalo y exhalo llorando aún más y muerdo mi labio para contener un jadeo lleno de dolor.  Volteo y me refugio en los brazos que me han cuidado siempre, él me mira con sentimiento.

—¿Estás lista?—Asiento y me limpio las mejillas con el dorso de la mano. Me acerco a dónde se encuentra mi madre y Jonas y papá se mantiene a mi lado con una mano sobre mi hombro. 

—Hoy... damos el último adiós a una persona que nos brindó tanto, que nos enseñó que a pesar de las malas vivencias siempre hay algo bueno lo cual destacar. Que a pesar de caerse es mejor levantarse y luchar a quedarse donde las circunstancias te lastiman. Paige era la persona más buena del mundo, la cual me enseñó el significado de amistad y hermandad. Vivirá por siempre en nuestros corazones y sus recuerdos prevaleceran hasta nuestro último suspiro de vida. Hoy dejamos que su alma descanse y sea libre de todo mal. Espero encuentres la paz hermana, tú y los dos amores de tu vida. Te amamos Paige.

—Sé feliz hija mía—Dice mamá con la voz en un hilo. Papá se pasa a su lado y ella voltea la cara para llorar sobre su pecho—Qué el cielo te brinde lo que en tierra no pudiste tener. Te amo y te amaré siempre.

—Se te hizo justicia, mi amor. Puedes estar en paz ahora. Estaremos juntos en unos años y me enseñarás a hacer ese flan de coco que tanto decías que te quedaba rico.

—Vive plena Paige, aún si es en un mundo el cual no conocemos—Jonas conecta su mirada con la mía y asiento sabiendo cual es mi segundo paso.

Abro la caja que tengo en mis manos y saco la pequeña bolsa que resguarda. Le doy la caja a Jonas y él la deja en el suelo con cuidado. Tomo un puño de cenizas y se las paso a mis padres y a mi prometido para que hagan lo mismo.

Una nueva ráfaga de aire se hace presente y mi vello de la nuca se eriza cuando siento una presencia más detrás de mí. Volteo ligeramente y ahí está, Paige, sonriendome en la lejanía. Su sonrisa es radiante y llena de agradecimiento. 

Nadie me presta atención, nadie se da cuenta de lo que está sucediendo. Cada quien está concentrado en susurrar palabras al viento y dejando ir las cenizas que refugian sus manos. 

Un nudo se instala en mi garganta y el corazón golpea mi caja torácica con fuerza. Asiento con lágrimas en los ojos y abro mis manos. El pelo se me despeina y las lágrimas caen sin cesar.

El viento se lleva los restos de mi hermana y yo siento una paz abrasadora dentro de mí. Volteo una vez más y sonrío cuando ya no hay nadie allí. Sé que de alguna manera vino a despedirse de todos y que ahora sí podrá estar en paz. Viviendo plena en otra dimensión. 

Una dimensión en la que quizá aún formamos parte de su vida. Una dimensión en la que quizá seguimos compartiendo momentos y almacenando recuerdos.

Pude liberarla de dónde estaba y de paso liberé mi propio ser también.

 

.....

En la vida hay que aprender a dejar ir, ya sean personas, objetos o situaciones. No quedarse estancado. Se trata de sanar y mantener siempre guardados en el corazón, los recuerdos lindos.




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