La cacería humana.

I: Una sociedad prímitiva.

UNA SOCIEDAD PRÍMITIVA.

Zookong- metrópoli del reino animal.

En las calles se escuchaba el típico bullicio de los animales, el tráfico estaba alocado y la sociedad estaba lúgubre como cualquier otro día, en la ciudad más grande y la principal de la sociedad.

{La casa real del presidente}

Una casa exageradamente enorme, construída con madera de cedro. Unas fuentes gigantezcas, arbustos  podados con figuras de simios importantes del grupo político.

Dentro de ella, todo era alucinante. Grandes retratos de la línea entera de las generaciones de los presidentes. La que más resaltaba era la del actual presidente, en la cual se encontraba sentado en un lujoso trono con piel de personas de color, y alado de él un cráneo de bebé humano. Para hacer un poco de énfasis, los cráneos de bebés humanos o en sí su cabeza, como tal, eran considerados como un símbolo de riqueza. 

El teléfono del presidente estaba sonando, el primate cogió el teléfono y contestó:

- ¿Con quién tengo el gusto? -

- kugo, zinor kangs. (Hola, señor presidente.) - Dijo alguien más detrás del teléfono, en idioma dyrto; idioma oficial del mundo. - Soy Fausto, soy el jefe de la Fábrica de servicios humanos, y vengo a informarle que ya tenemos un pilar de bebés para que escoja, los tenemos en la fábrica Petergen. -

-Está bien, señor Fausto. Enseguida voy a verlos para elegir. Quiero que los tengas preparados para cuando esté allá. -

-Sí, no se preocupe. Todo estará listo para cuando usted llegue. -

El presidente Michael colgó la llamada. Se levantó de su asiento, fue hacia su perchero y tomó su abrigo.

{Fábrica Petergen}

Una multitud de personas estaban encarcelados y encadenados en un cuarto muy amplio, y oscuro a su vez.

Unos zorros abrieron la puerta, estaban protegidos con uniformes amarillos; botas azules; guantes rojos de latex y un casco enorme, con la forma del rostro de los zorros.

Llegaron altaneros y violentos. Patearon a un anciano que se encontraba descansando en el suelo, junto con una manta sucia y vieja.

- ¡Ya levántese, viejo estúpido! - Le vociferaron al pobre anciano.

El señor se levantó bruscamente, se notaba asustado. 

- No me haga nada, por favor, se lo ruego. - Imploraba de termor, aquel viejo.

Había muchos zorros armados, todos fueron haciéndose a un lado. Un zorro bien vestido, de smoking y de un moño rojo; caminó en frente de los demás zorros hasta llegar al frente.

-Miren, mi nombre es Fausto. Les tengo dos noticias, una es buena y la otra mala.

Un señor le interrumpió. - Podemos saber de qué se tratan las dos noticias. -

- Pues, la buena noticia es que ninguno de ustedes será usado por el día de hoy, pero la mala es que sus hijos sí. -

Al oir esto, comenzó un alboroto y algarabía.

- ¡Cómo! Usted no puede hacer eso. - Le exclamó un tipo.

- De hecho sí puedo, vostros están bajo mi control. Y puedo hacer lo que se me plazca con vosotros y sus hijos.  Así que si me permiten. ¡Chicos!, llévense a todos los bebés. -

Los zorros fueron de inmediato hacia las personas. Les arrebataban los niños a sus padres de sus brazos, había personas que se resistían; pero eran sometidas a golpes los que osaban, muchas otras lloraban a lágrima viva.

Los bebés eran metidos en jaulas, y llevados al laboratorio. Los vagidos se escuchaban en escena.

Varías camionetas negras se estacionaron fuera de la fábrica, eran alrededor de 6 camionetas negras, marca Jeep.

Del primer auto salió el simio más importante del mundo, el presidente Michael.

Bajó junto con dos guardaespaldas, uno en cada lado del presidente. De la fábrica salió Fausto, se acercaba al Presidente; al llegar se estrecharon las manos.

-Hola, es un gusto verlo por aquí, señor presidente. -

-El gusto es mio. Cuéntame, ¿ya tienes a los bebés? - Preguntó Michael

Asintió, Fausto.

- ¿Gusta pasar? - Preguntó, Fausto. 

El chimpancé continuó, alado de sus acompañantes guaruras.

Fausto los guiaba a las instalaciones, caminaban de una manera lenta y muy formal.

- Y dígame. ¿Para qué quiere a esos bebés, señor presidente? -

- Pues verás. Hace poco pude abrir un contrato con una empresa multinacional que está dispuesta a pagarme 2,000,000,000 de banacoins. Ya sabes que los cráneos de cachorros humanos están muy demandados y muy bien pagados. -

-Mire, señor presidente. Este es el laboratorio. - Interrumpió, Fausto.

-Perfecto. Enséñame a los nenes. -

Fausto tomó su credencial del cuello y la ingresó en el sistema de seguridad de la puerta. La puerta se abrió automáticamente; después entraron al laboratorio.

-Todos esos bebés que puede observar son los que tenemos. Usted elija cuál quiere y enseguida se los damos. -

Michael caminaba muy estrechamente, con sus manos entrelazadas detrás de su espalda; analizaba cada jaula.




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