Puedo escuchar mi propio corazón latiendo con fuerza y mi respiración entrecortada, mientras sostengo mi cabeza entre mis manos. No puedo deducir lo que acaba de ocurrir. Seguramente todos mis hermanos sabrán lo que ocurrió muy pronto. Me regaño mentalmente por no poder controlarme en presencia de Kamron. Algo muy malo acaba de ocurrir y ni siquiera comprendo por qué no me siento culpable.
- Arlynne, ¿estás bien?
La voz de Archie interrumpe mis pensamientos y lo escucho a través de la puerta. Me levanto de la cama para dirigirme a la puerta y responder a Archie.
- Me siento enferma, creo que no podré ir a trabajar hoy.
- ¿Te duele algo?
- La cabeza y un poco el estómago.
No me gusta mentir y mucho menos a Archie, sin embargo, no me siento preparada para ver de nuevo a Kamron.
- Si quieres puedo pedir a Kam que se quede contigo por hoy.
- ¡No!
Me arrepiento al instante por haber gritado innecesariamente y cubro mi boca antes de rectificarme.
- Quiero decir… estaré bien. Solamente necesito descansar un poco. Tomaré una ducha y me recostaré en la cama un par de horas. Kamron no necesita quedarse a cuidarme.
No podría estar junto a Kamron todo el día y mucho menos a solas en esta casa.
- De acuerdo. Si necesitas medicina o cualquier cosa, llámame. Dejaré mi número escrito en una hoja en el refrigerador.
Al parecer Archie no ha notado todavía que no poseo un teléfono celular, lo cual me resulta extraño, no obstante, no planeo decírselo en este momento.
- De acuerdo.
- Te veo por la tarde. Si tienes hambre, en el refrigerador dejé la comida que preparó Kam.
- Gracias.
Escucho los pasos alejándose de Archie y de inmediato la imagen del beso con Kamron invade mi mente. Cuando Kamron se detuvo, mi mente volvió a la realidad y corrí tan rápido como pude a mi habitación. En el fondo sentía que, si me quedaba, el beso se repetiría y en esta ocasión perdería por completo el control de mi cuerpo.
Me levanto del suelo y camino hasta la ventana para salir por ella y levantarme por los aires. Cuando me encuentro a una altura considerable, consigo distinguir el auto de Kamron alejándose de la casa.
Regreso a ver en todas direcciones sin saber a dónde ir. Necesito despejar mi mente para concentrarme en mi misión con Sofia. Hoy es la noche crítica y no puedo distraerme con el recuerdo de Kamron, sin embargo, mi mente no quiere colaborar y cientos de preguntas se instalan en mi cabeza.
De pronto, la imagen de Baraquiel se hace presente y no dudo en buscar su presencia en todos los rincones del mundo. Me tardo un par de minutos en detectar a mi hermano a unos cuantos cientos de kilómetros de dónde me encuentro.
En el transcurso de mi búsqueda me percato que cientos de mis hermanos se encuentran concentrados en un punto cerca de Sri Lanka. Deduzco que se trata del lugar donde han encerrado a Luzbell y sus enviados, por lo que empiezo a preocuparme por el bienestar de mis hermanos. Entre ellos detecto a Gabriel, así que estoy segura de que él es el encargado de mantener el orden.
Vuelo lentamente, mientras trato de aclarar mis ideas, sin embargo, en ese momento recuerdo que prometí llevar un regalo para el descendiente de Baraquiel. Trato de pensar en el regalo que debería conseguir para un pequeño niño, no obstante, rápidamente descubro que no tengo ninguna idea de lo que un niño prefiere en regalos.
En ese instante recuerdo mi conversación con Bonnie y la anécdota que comentó acerca de su hijo y el sonajero que tanto solía adorar antes de que este se perdiera durante una caminata en el parque. Vuelo hacia el suelo y aterrizo en la terraza de uno de los edificios más altos de la ciudad. Desconozco en dónde me encuentro con exactitud, aunque seguramente estoy en Italia.
Busco la puerta de acceso al edificio y cuando la encuentro, oculto mis alas y camino en dirección a la entrada. Bajo por las escaleras hasta el primer piso y en el camino descubro que se trata de una empresa llena de oficinas y humanos usando trajes y corbatas.
Algunas personas me observan con curiosidad debido a mi vestimenta tan distinta a la de ellos, mientras que para la mayoría paso desapercibida. Noto algunas cámaras de seguridad en algunos de los pisos, aunque trato de no levantar la mirada del suelo para no ser grabada directamente.
Al llegar a la calle, busco con la mirada algún lugar donde pueda encontrar un sonajero, sin embargo, no conozco la ciudad y me veo obligada a caminar sin rumbo fijo por unos minutos hasta que encuentro una plaza llena de personas caminando de un lugar a otro. Junto a la plaza distingo una iglesia, por la cruz levantada en lo alto del edificio, y rápidamente planeo adentrarme en aquel lugar para buscar entre las donaciones algún sonajero.
Oficialmente, me convertiré en un ladrón, no obstante, tengo otros pensamientos en la cabeza que provocan que olvide el delito que estoy a punto de cometer. Ingreso a la iglesia junto a varios turistas con cámaras fotográficas en las manos y trato de ocultarme detrás de una pareja, mientras avanzamos por la fila para observar los detalles de cada rincón del edificio.