La caída de Fermín

Capítulo 2

 Antes de que el sol naciera, incluso antes de que los pájaros se pusieran a cantar, se despertó. Se había levantado con prisa pensando que se había quedado dormida, pero se dio cuenta que aún ni siquiera amanecía en cuanto miro hacia la ventana. El cielo seguía estando teñido de un raro azul liliáceo con pequeños puntos brillantes, y sólo en la línea del horizonte podían verse los pequeños rayos que indicaban el prematuro amanecer.

   Buscó un vestido sencillo, de esos más sueltos y floreados, y se trenzó el cabello. Al terminar bajó hacia donde se encontraba la cocina del palacio a buscar comida.

¿No es algo temprano para estar deambulando, señorita Sibilia?

- Buenos días, Gretel, ¿hay algo que pueda desayunar?

Desde luego, cariño, te preparare algo en cuanto termine con estos trastos - dijo Gretel señalando un par de utensilios de cocina desordenados - y dime, ¿qué te tiene despierta a estas horas de la mañana?

   Sibilia le contó lo ansiosa que estaba con la noticia de que Eric volvería. También le comentó que necesitaría de su ayuda para el baile que estaba organizando para Clarisse, quien vendría en cualquier momento. Confiaba en Gretel. Había sido siempre como su nana, y más aún cuando su madre había muerto. A veces la observaba mientras realizaba sus tareas; la espalda ligeramente inclinada hacia adelante, el cabello blanco con hebras color plata, su rostro, con surcos que mostraban años de experiencia y trabajo. Siempre había querido saber cuál era su don, pero por algún motivo nunca se había animado a preguntárselo.

Pero el ejército no llegará hasta el mediodía, ¿qué harás hasta entonces?

- No lo sé, tal vez haga una caminata por los jardines y luego moleste a Zarek en cuanto se levante. O tal vez vuelva a dormir. Ya decidiré qué hacer.

   Terminó de desayunar y recogió las cosas que había ensuciado para aligerarle algo de trabajo a Gretel que estaba ya ocupada con otros quehaceres. Se dirigió nuevamente a su habitación pensando en acostarse a dormir un rato más, pero al ver lo hermoso que se encontraba el clima al exterior no pudo permitirse quedarse allí. En su lugar tomó el violín de su estuche y se dirigió a uno de los jardines traseros. El sol ya había ocupado su lugar en el cielo y era un buen momento para despertar a su hermano.

*****

 Cuando fuese rey algunas cosas cambiarían, y ésta sería una de las primeras. Los agudos y rítmicos sonidos del violín se filtraban por su ventana insistentes, tanto que habían logrado sacarlo de sus sueños. Zarek se levanto de la cama y se asomó por el balcón de su habitación. El sol lo cegó tanto como el violín lo había perturbado, por lo que trató de tapar la esfera llameante con una de sus manos por un instante hasta que la vista se le ajustó. Miró hacia abajo y allí estaba Sibilia, tocando divertida mientras desafiaba a su hermano con la mirada.

- Buenos días, bello durmiente, ya era hora de que te levantaras.

Cuando asuma al trono te expulsaré del reino, Sibilia.

- Tendrás que soportar solo a nuestro padre - se mofó.

- No te expulsaré, pero vivirás en las mazmorras.

Hecho- le contestó sonriendo- pero ahora vístete y baja. Me estoy cansando de tocar esta cosa.

   Aunque a veces quisiera, jamás podría expulsar a alguna de sus hermanas. Las quería demasiado aunque no las soportara lo suficiente. Entró nuevamente a la habitación y se cambió con las ropas que había pedido a sus sirvientes que preparasen la noche anterior. Después de eso, bajó a encontrarse con su hermana.

*****

¿Has desayunado?

No aún, tal vez desayune más tarde.

  Se habían sentado en el piso de mármol frío de una de las glorietas adornadas con flores y enredadera.

Me gustaría que me acompañaras en mi caminata de hoy. No falta mucho para que te coronen, y luego de eso tendrás más obligaciones y...

Y ya no pasaremos tanto tiempo juntos - la interrumpió Zarek - está bien, te acompañaré, pero antes tu vas a acompañarme a desayunar.

Está bien, pero yo ya lo he hecho.

   Entraron juntos al palacio, dirigiéndose por el extenso pasillo hasta llegar a las puertas de la cocina. Justo en el momento en que estaban por entrar una voz resonó potente interrumpiendo sus murmullos y risas.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, venganza

Editado: 05.09.2018

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