Visualizamos una moto a unos cuantos metros, una moto dos personas que son pésimas manejando ¿Qué podría salir mal?
Luego de hacer andar la moto nos dirigimos hacia nuestras casas, la que manejaba era yo, viendo las cuadras que pasábamos me di cuenta que el virus no se había expandido tanto.
A unas cuantas calles estacioné en una estación de servicio para poder cargarle gasolina a la moto, ambos bajamos y esperé a ser atendida, a los pocos segundos un joven se acercó y comenzó a llenar el tanque la moto, me encontraba algo nerviosa por lo que quería que acabará rápido, un gritó proveniente de calle de en frente llama la atención de todos, había ocurrido un accidente por lo que Ariel decidió ir a ayudar a la persona que se encontraba en el suelo, pensó que se descompenso o se desmayo, trato de reanimarlo por varios segundos, sin embargo se se aparto al ver que el suelo estaba teñido de sangre y el torso del chico estaba sangrando, se paró ya que estaba en cuclillas, no dijo nada y vio como este tomaba del brazo de una de las personas la cual lo estaba ayudando.
Ariel comenzó a correr, los demás no lograban comprender, luego se escuchó un grito, la persona que estaba en el suelo mordió el brazo que había agarrado. Deje de cargar gasolina para luego encender la moto e ir para donde estaba Ariel.
—¿Se convirtió? —pregunte y espere a que se subiera en la moto.
—No sólo lo mordió porque tenía un brazo muy bonito —comentó mientras se subía a la moto—. Acelera ya.
—Uy perdone señorita —acelere lo más rápido que pude—. Agárrate, te llegas a caer no me hago responsable de las heridas que sufras.
Se aferro a mi. Todas las calles estaban muy desniveladas, varias veces casi nos caemos. No había mucha gente transitando por las calles no sé si porque era temprano o porque se estaba desarrollando un apocalipsis zombi.
—Ve a ver a tu familia, cualquier cosa ven a mi casa —frené ya que habíamos llegado a su casa.
—Bueno, cuídate —bajó de la moto y entró a su casa.
Maneje hasta mi casa, entre la moto al patio y comencé a buscar a mi familia en la casa de mi abuela, no había nadie así que fui al fondo donde se encontraba la casa de mi tía, tampoco había nadie, comencé a dar vueltas por todos lados no entendía nada, ¿se habrían esfumado? ¿se convirtieron en zombis?, ahg. Fui al patio y me encontré con Ariel ahí sentado.
—¿Están bien? —pregunte.
—No hay nadie —se tapó la cara con una mano—. Tampoco están mis vecinos, Naara no hay nadie.
—Acá tampoco —sentandome en el suelo.
—Ten —me extendió una carta.
—¿Qué es esto? —tome la carta y la abrí—. ¿De parte del Gobierno?
—Estaba en la puerta de mi casa léela.
—"Estimados ciudadanos no se preocupen por no encontrar a su familia en casa, nos los hemos llevado a una zona segura. Como se habrán dado cuenta hay muertos vivientes, por eso nos hemos llevado a todas esas personas que no tengan de a 18 a 35 años, dejamos aquí a todas aquellas personas que pensamos que tienen posibilidad de sobrevivir. En un par de días o semanas les traeremos provisiones e indicaciones que deben seguir para poder encontrarse con su familia en la zona segura. Atentamente GNA"
Al terminar de leer la carta varias emociones se hacen evidentes.
—Por lo menos no nos tenemos que preocupar por nuestra familia —rompió la carta.
—Bueno al menos estas cambiado —observando su vestimenta, estaba vestido con una remera negra, un campera gris marca DC, unos pantalones oscuros y unas zapatillas que se utilizan para gimnasia.
Nos tranquilizamos al saber que nuestra familia esta segura, pero no es que lo creamos del todo, algo no nos cierra ¿nuestro Gobierno tratando de hacer algo bueno por la gente?, jajaja no, es algo ilógico de creer.
Decidimos asegurar la casa y ir en busca de las armas. El virus se propagaba cada vez más, decidimos dejar la moto adentro ir a pie ya que existía la posibilidad de que nos las roben.
—Vamos a buscar armas de fuego, creo que sé dónde podemos conseguirlas —comenté.
—Después debemos ir a buscar algo de comida, no tenemos nada —dijo Ariel antes de salir.
—Claro, es acá a un par de calles —cerré la puerta y salimos.
—Camina rápido —camino a paso acelerado.
—Tenemos que ir tranquilamente idiota.
—Esta todo muy raro —observó a lo lejos en busca de zombis —. Allá ahí uno—corrió a el para matarlo.
Las ganas de gritarle que no tenía ninguna clase de armas ni las navajas me invadían pero si emitía algún sonido eso atraería a muchos más.
—¿Con qué lo vas a matar si no tienes ninguna arma? —dije corriendo a el.
—Me olvide que tengo todo en la mochila —retrocedió.
El zombie ya lo había visto, comenzó a correrlo y a emitir una especie de sonido que atraía a más de su especie. Su aspecto era grisáceo, pero en ciertas zonas tenían color claro, de ellos desprendía un olor putrefacto, daban asco, parecía que tuvieran la boca más grande ya que se les desgarraba parte de la cara.
La horda de zombies se dirigía a nosotros, corrimos lo mas que pudimos pero igual nos rodearon, uno de ellos agarro a Ariel, ya no había nada más que hacer era nuestra fin y el día recién comenzaba. Mi cabeza pensó lo peor hasta que apareció un auto negro que choco a un gran número de zombis que estaban junto a nosotros, aproveche el momento y corté el cuello del zombi que tenía Ariel con la navaja que traía en el bolsillo.
—¿Quién carajo es? —pregunta Ariel mientras se sacaba la piel que le colgaba del zombie.
—Ni idea.
El auto se fue y pudimos seguir con nuestro camino está vez íbamos más atentos, ya que en esta habíamos salido de ese lío por pura suerte.
Unas cuantas calles estaban vacías, no había nadie ni perros, ni gatos, es imposible que en pocas horas el virus se haya expandido tanto. La casa a la cual debíamos ir quedaba aún más lejos, aceleramos el paso y comenzamos a ver gente, simplemente no les hablábamos, las personas eran aquellas con las que alguna vez en nuestra vida habíamos cruzado la palabra.