La bestia del Abismo rugió, agitando sus múltiples extremidades oscuras. Su cuerpo era un océano de sombras vivientes, una amalgama de almas rotas, miedos humanos y resentimiento acumulado durante siglos. Tenía forma, pero no lógica; rostro, pero no humanidad. Miguel se quedó detrás de mí, respirando rápido, su luz vibrando con tensión.
—Luzbel… esa cosa no es como tus demonios —susurró— Es más antigua. Más… profunda.
—Lo sé —respondí, sin apartar la vista de ella.
Porque la criatura no solo quería destruirme. La criatura quería devorar a Miguel, arrancar la luz que yo acababa de permitir tocar la mía. Y eso….Eso era imperdonable.
El primer choqueLa bestia atacó con un puño gigantesco de sombras densas que podían aplastar montañas. Mis alas negras-doradas se abrieron con toda su fuerza.
—¡Atrás! —grité.
El impacto chocó contra mis alas..El sonido fue como el estallido de un trueno ahogado. Mis huesos crujieron.
Una ráfaga de energía oscura me arrastró varios metros. Miguel corrió hacia mí, desesperado.
—¡Luzbel!
—¡No te acerques a ella! —gruñí, incorporándome.
Pero la bestia no esperaba. Otro latigazo de sombras salió disparado hacia Miguel. No pensé, me lancé. Lo tomé por la cintura y ambos rodamos por el suelo. Caí encima de él.
Sus manos se aferraron a mis hombros. Su luz chocó con mi oscuridad. El contacto fue eléctrico. Él jadeó. Yo también.
Y por un instante nos quedamos así. Respiraciones mezcladas. Miradas encendidas. El Abismo temblando alrededor.
—Estás herido… —susurró, tocando mi mejilla donde una fisura oscura sangraba sombras.
—No más que tú cuando llegaste —respondí, con una media sonrisa amarga.
Miguel no sonrió. En cambio, llevó su frente a la mía.
—Déjame ayudarte… por favor.
Su súplica, su voz, su amor fueron la llave.
La fusión de luz y oscuridadMiguel tomó mis manos. Y su luz se derramó sobre mí.
No como un hechizo, sino como un abrazo. Como un recuerdo vivo. Mi oscuridad reaccionó con violencia.
Mi pecho ardió. Mis alas temblaron. Y la fusión ocurrió.
Una ráfaga dorada-negra estalló desde nuestros cuerpos, iluminando toda la caverna..Both energies se mezclaban, chocaban y giraban alrededor de nosotros como torbellinos divinos:
⚜ Luz pura de Miguel
⚜ Oscuridad abismal de Luzbel
⚜ La luz escondida en mí, dolorosa y brillante
⚜ El amor prohibido de ambos
Nos elevamos del suelo. La energía nos rodeó como un halo invertido: mitad gloria, mitad condena. El Abismo gritó.
—¡TRAICIÓN! ¡UNIÓN IMPURA!
La criatura rugió enloquecida. La luz le quemaba. La oscuridad fusionada con luz la debilitaba.
—Luzbel — Miguel apretó mis manos — No luches contra mí. Déjame entrar. Déjame ser parte de ti.
Sus palabras hicieron que mi corazón se rompiera.
—Miguel —susurré— Eso podría destruirnos a ambos.
—Entonces moriremos juntos — respondió sin dudar.
Mi alma tembló..Mi luz olvidada despertó con fuerza. Y, sin poder evitarlo, lo besé de nuevo. Ese beso no fue desesperado. Fue unitario, completo, entregado. Miguel gimió suavemente contra mi boca. Sus alas doradas se abrieron. Mis alas negras ardieron con filamentos de luz. Y nuestras energías se fusionaron por completo.
Luzbel pierde el controlEl poder dentro de mí explotó. Mi luz dorada, encerrada por siglos, se desbordó sin control. Mis ojos brillaron en oro puro. Mis alas se llenaron de destellos que parecían galaxias atrapadas.
—¡Luzbel, cuidado! —gritó Miguel— Tu luz está saliendo demasiado rápido.
No podía detenerla..Era demasiado. Como una estrella muriendo y renaciendo. Una onda expansiva estalló desde mi pecho. La bestia gritó. Las rocas se fracturaron. Las almas se estremecieron. Miguel me abrazó, tratando de contenerme con su luz.
—¡No te pierdas! ¡No te pierdas! ¡Escúchame! —su voz temblaba.
Pero el poder, el dolor, el amor eran demasiado. Sentía que iba a romperme.
El Abismo respondeLa criatura, aprovechando mi confusión, lanzó un ataque directo hacia Miguel. Azarel, Belial y los caídos, que habían descendido más profundo, sintieron el temblor. Belial se llevó una mano al pecho.
—Luzbel… su poder está… corrompiendo el Abismo.
Azarel frunció el ceño, aterrado:
—Y el Abismo… quiere matarlo.
Arriba, en la caverna principal, la bestia rugió:
—¡EL REY NO PUEDE AMAR A UN ÁNGEL! ¡LA LUZ DEBE SER DESTRUIDA!
Miguel se paró frente al monstruo defendiendo a mí.
—¡Tendrás que pasar por mí para tocarlo! —gritó, con las alas abiertas.
Yo, al verlo, recuperé un fragmento de control. Mi luz bajó un poco. Mi oscuridad volvió..Ambas se estabilizaron apenas lo suficiente.
—Miguel ¡atrás! —rugí.
—No —respondió él, sin moverse—. No voy a dejarte solo otra vez.
La criatura se preparó para atacar. Miguel también..Yo, con la respiración temblorosa, canalicé lo que quedaba de mi fuerza. Fue en ese instante que algo nuevo nació dentro de mí. No solo luz. No solo oscuridad..Una mezcla perfecta. Un equilibrio imposible..Mis ojos se volvieron dorado-negro..Mis alas brillaron con un fuego celestial-corrupto..Y el Abismo murmuró con miedo:
—¿QUÉ ERES?
Yo sonreí con ferocidad.
—Soy lo que ustedes crearon — respondí, tomando de la mano a Miguel— Y lo que él nunca dejó morir.
La batalla dio inicio.