La Caída De Luzbel

Cuando la Sombra Pierde su Luz

La ciudad vibró con un estruendo nunca antes oído. El Corazón del Abismo levantó su brazo gigantesco y lo azotó contra el suelo con la intención clara de destruir a ambos. Miguel y Luzbel saltaron en direcciones opuestas para esquivar el impacto. Pero el verdadero ataque llegó un segundo después. Un látigo de sombra se alzó desde el suelo, moviéndose como una serpiente gigante, y se lanzó directamente hacia Miguel.

—¡¡MI—GU—EL!! —gritó Luzbel, corriendo hacia él.

Pero la sombra lo golpeó primero. No lo mató. Lo arrastró. La oscuridad se abrió bajo los pies del arcángel como una grieta viviente y Miguel desapareció en ella, tragado por el núcleo del enemigo.

—¡¡¡NOOOOOOO!!! —rugió Luzbel, extendiendo su mano hacia donde Miguel había estado un segundo antes.

Era demasiado tarde. La grieta se cerró con un chasquido seco. La ciudad se silenció un instante. Luzbel quedó inmóvil..Su pecho subía y bajaba lentamente..Sus ojos estaban muy abiertos. Como si su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo.

La caída emocional del Príncipe

Un temblor sacudió el aire. No era un temblor del enemigo. Era Luzbel. Sus alas negras se abrieron con violencia, extendiéndose a su máxima longitud. La energía que brotó de él deformó la calle.
Los postes se doblaron. El asfalto se agrietó.
Las luces explotaron. El Corazón del Abismo observaba con satisfacción.

TU LUZ HA CAÍDO MI MANO LO HA TOMADO.

Luzbel apretó los dientes.

—Dámelo.

Su voz era tan baja que parecía un susurro. Pero cargada de un poder que hacía vibrar el aire. La entidad rió.

NO.

—Dámelo —repitió Luzbel, alzando la voz, más grave, más peligrosa.

SU DESTINO NO SERÁ JUNTO A TI.

Luzbel sintió algo dentro romperse. No un hueso. No un músculo. Nada físico. Algo más profundo. Un juramento. Un propósito. Una razón para existir. Su visión tembló. Y el mundo se oscureció alrededor.

Desencadenamiento

Luzbel se inclinó hacia adelante y apoyó las manos en el suelo. La fisura emocional liberó un torrente de energía.

Negra.
Dorados.
Azules.
Blanca.
Iridiscente.

La dimensión neutral había despertado algo más dentro de él. Una fusión que jamás había pertenecido a ningún ser. Una corriente de luz retorcida recorrió sus alas.
La ciudad quedó envuelta en viento y polvo.

El Corazón del Abismo dio un paso atrás. No por miedo. Por sorpresa.

TU LUZ NACE DONDE NO DEBERÍA.

Luzbel levantó la cabeza lentamente. Sus ojos no eran humanos. Ni angelicales..Ni demoníacos..Era un fuego intenso, mezcla de todo lo que era y de todo lo que amaba.

—Tú te llevaste mi corazón —dijo con voz baja—.Tomaste lo único que me mantenía vivo — Su mirada se volvió destructiva —Voy a entrar al Abismo si es necesario. Voy a destruir tus ejércitos. Voy a romper tus cimientos. Voy a arrancar tu esencia pedazo por pedazo — Sus alas brillaron como espadas. —HASTA RECUPERAR A MIGUEL.

El Corazón rugió. La tierra se abrió en grietas enormes.

NO PODRÁS.

Luzbel dio un paso.

—¿Quieres probarlo?

El contraataque del Abismo

Una ráfaga oscura salió disparada hacia Luzbel. Lo golpeó de lleno y lo lanzó contra un edificio, destrozando cinco pisos en una explosión de polvo y acero. El cuerpo de Luzbel rebotó entre los muros, hasta caer al pavimento. Los humanos escondidos gritaron. Algunos huyeron. Otros lloraron.
Otros rezaron. Luzbel se levantó. Con sangre dorada corriendo por su brazo. Con una ala parcialmente rota. Con polvo cubriendo su rostro hermoso. Pero de pie. Imparable. El Corazón trató de aplastarlo con otro brazo gigantesco.

Luzbel saltó. Atravesó el aire como un rayo. Sus manos se llenaron de fuego negro-dorado. Golpeó el brazo del Corazón. Y por primera vez a entidad gritó. Luzbel cayó de pie sobre el techo de un auto, destrozándolo por completo. Y gritó al cielo:

—¡¡¡MIGUEEEEEEEL!!!

El sonido hizo temblar toda la ciudad.

Soledad absoluta

La respuesta fue silencio. Luzbel apretó los puños. La furia, la desesperación y el miedo se mezclaban en él como una tormenta perfecta. Su respiración se volvió agitada. Un gemido de dolor escapó de su garganta. Había vivido mil tormentas. Había caído del Cielo. Había gobernado el Abismo. Había enfrentado demonios, ángeles, dioses. Pero nada lo había preparado para perder a Miguel.

Se tambaleó. Apoyó una mano en una pared destruida. Y por primera vez desde su caída Luzbel sintió pánico.

—Miguel —susurró, con un hilo de voz—
No me dejes. No me abandones. No te vayas…

Pero nadie respondió. Solo el eco del enemigo.

ÉL ES MÍO.

Luzbel abrió los ojos. Y estos ardieron con una rabia y una ferocidad nunca vistas.

—Vas a devolvérmelo —dijo.

Y dio un paso hacia el corazón del Abismo.




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