La Caída De Luzbel

El Paraíso Entre la Luz y la Sombra

El Abismo se quebraba. El Corazón oscuro estalló en miles de fragmentos mientras la energía combinada de Miguel y Luzbel rasgaba los cimientos de la oscuridad misma. Era la primera vez en toda la creación que una luz nacida del amor prohibido superaba la voluntad del Abismo. Miguel, aún tomado de la mano de Luzbel, respiraba con dificultad.

—Lo logramos —susurró.

Luzbel sonrió apenas, su mirada suave a pesar de la furia brillante que lo rodeaba.

—Nada puede detenernos si estás conmigo.

El Abismo lanzó un último rugido desesperado y entonces el universo se torció. Luz. Sombra. Silencio. Y luego paz.

El Renacer del Mundo Neutral

Miguel abrió los ojos primero. Estaban otra vez en la dimensión neutral pero ya no era la misma. Aquel lugar antes vacío ahora florecía como si estuviera despertando de un largo sueño. Montañas flotantes brillaban en tonos dorados y negros. Ríos de cristal puro serpenteaban entre praderas nacientes. Piedras preciosas brotaban del suelo: ónix dorado, amatistas blancas, cristales iridiscentes que parecían capturar estrellas.

La luz no provenía de un sol. Ni la sombra de una noche. Era un equilibrio perfecto surgido del interior de ambos. Miguel se levantó lentamente, observando aquel milagro.

—Luzbel, este lugar somos nosotros.

Luzbel, recostado aún sobre un lecho de hierba luminosa, alzó una ceja con diversión.

—Eres tú el que lo hace tan brillante…
Yo solo aporto dramatismo.

Miguel soltó una risa inesperada.

—Y oscuridad.

—Dramatismo —corrigió Luzbel.

Pero entonces algo pequeño trepó por su pierna.

—¡¿Qué demonios—?!

Una criatura salió a la luz: un gato, pero no un gato común. Tenía forma felina, pero su cuerpo era una mezcla de sombra y brillo iridiscente. Sus ojos cambiaban de color según el estado del alma de Luzbel. Su cola larga parecía humo sólido. Se plantó frente a Luzbel con expresión arrogante y un miau ronco. Miguel se arrodilló, fascinado.

—Luz creo que es tuyo.

Luzbel abrió la boca, incrédulo.

—¿Cómo que mío? Yo no pedí un gato.

El felino bufó. Miguel sonrió.

—Nació de tu esencia. Es parte de ti, Luzbel.

El gato se subió al regazo del ex-querubín sin pedir permiso. Luzbel miró al cielo, exasperado.

—Perfecto. Ahora soy padre.

Miguel se rió tanto que tuvo que cubrirse la boca. El felino, ofendido por la risa, se giró, mostró los colmillos y se volvió un monstruo enorme durante un segundo: un lobo felino de sombra pura, con ojos ígneos y alas negras desplegadas. Miguel dejó de reír, congelado. Luzbel suspiró.

—Es un reflejo de mi alma. Si yo estoy enojado, él también. Hazle cariño antes de que destruya algo.

Miguel dudó.

—¿Seguro? Parece que quiere arrancarme la cabeza.

—Él no te haría daño —dijo Luzbel, y sus ojos se suavizaron— Eres el dueño de mi alma.

Miguel se sonrojó y acarició al monstruo..El felino volvió instantáneamente a su tamaño normal, ronroneando.

—Umbra —dijo Luzbel de pronto.

Miguel parpadeó.

—¿Umbra?

—Sí. Ese será su nombre.

Umbra se frotó contra la mano de Miguel, como aprobando.

El Padre aparece

Una luz blanca, inmensa y silenciosa descendió sobre el paraíso naciente. Miguel se incorporó lentamente. Luzbel retrocedió un paso, instintivo. La Voz llenó todo el mundo, suave esta vez, casi generosa.

MIGUEL. LUZBEL.

El aire se volvió puro. El suelo brilló. Umbra se inclinó, respetuoso. La luz habló:

ESTE SERÁ VUESTRO LUGAR.

Miguel abrió los ojos sorprendido.

—¿Nuestro mundo?

SÍ. UN SITIO ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA.
LEJOS DEL ABISMO Y SU OSCURIDAD. LEJOS DE LOS HUMANOS Y SU CRUELDAD.

Luzbel frunció el ceño.

—¿Por qué nos lo das?

NO LO DOY. LO RECONOZCO.

El Padre continuó:

ESTE MUNDO NACE DE VUESTRO INTERIOR. REFLEJA VUESTRAS ALMAS.
MIENTRAS MÁS BRILLE LA LUZ DENTRO DE AMBOS MÁS HERMOSO SERÁ ESTE LUGAR.

Miguel bajó la mirada, emocionado. Luzbel sostuvo su mano. Por primera vez, el Padre no los regañaba. No los juzgaba.vSolo observaba.

—¿Podremos quedarnos juntos aquí? —preguntó Miguel.

La luz brilló más fuerte.

EL AMOR QUE COMPARTEN. YA HA ALTERADO LOS REINOS. SE LES HA NEGADO, SE LES HA CASTIGADO, SE LES HA ARREBATADO TODO. PERO AQUÍ NO HAY VOLUNTAD QUE LOS SEPARE.

Luzbel tragó saliva. Miguel lloró sin esconderse. El Padre añadió:

PERO ALGO DEBE SABERSE.

Miguel levantó la vista. Luzbel también.

AUNQUE NINGUNA OSCURIDAD PUEDA ENTRAR AQUÍ LOS HUMANOS EN LA TIERRA ESTÁN SIENDO INFECTADOS
POR LA SOMBRA QUE USTEDES DESPERTARON EN EL ABISMO.

Umbra arqueó el lomo, bufando hacia la distancia, sintiendo el peligro.bLuzbel acarició su cabeza.

—¿Por qué lo siente tanto?

PORQUE UMBRA ES PARTE DE TU ESENCIA, LUZBEL. Y TU ALMA DETECTA LA OSCURIDAD QUE AHORA BUSCA EXPANDIRSE.

Luzbel tensó los puños. Miguel tomó su brazo.

—No podemos ignorarlo —susurró él.

Luzbel miró a Miguel, luego a Umbra.

—Lo sé.

Umbra bufó otra vez, un sonido profundo, feroz. El Padre concluyó:

ESTE MUNDO SERÁ SU REFUGIO. SU HOGAR. SU MORADA. PERO LA TIERRA LOS LLAMARÁ Y USTEDES DECIDIRÁN
SI RESPONDEN A ESE LLAMADO.

La luz se desvaneció lentamente. Silencio. Paz. Luzbel miró el horizonte brillante. Miguel apoyó su cabeza en su hombro. Umbra ronroneó y luego volvió a bufar, como recordándoles que el peligro no había terminado. Luzbel lo levantó en brazos pese a que Umbra fingió no estar satisfecho.




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