La caída de Nisrán

Insurrección - Parte 2

13 de abril de 1931, 23:21pm.

Airi Shinn vio como su esposo desaparecía por el pasillo. Ella aún seguía sin poder decir una palabra. Se sentía petrificada. Parte de ella quería ir tras Narav, detenerlo y obligarlo a huir con ellos. Pero otra parte de ella sabía que era incapaz. No podría ayudarlo ahora como no había podido ayudarlo antes. Quiso gritarle que volviera, que no los abandonara. No pudo, se obligó a sí misma a no hacerlo.

La silueta de Narav desapareció de su vista.

<< ¿Cómo es que todo terminó de esta manera? >> Se preguntó << ¿Por qué no pude evitarlo? >>

- Es un idiota… – Las palabras frías de su hijo devolvieron a Airi a la realidad. – Righam, te encargo a mi madre y a mi hermana. Iré a ayudar al imbécil de mi padre. – Righam observó estupefacto al joven amo, mas no impuso réplica alguna. Noah, acomodó la caja de cuero en una de sus manos y comenzó a andar en dirección a su padre.

- ¡Espera! - Por un momento Airi sintió como si le estuvieran arrancando el alma a pedazos. Sujetó a Noah firmemente del brazo y lo tironeó hacia ella. - ¡Tú vienes con nosotros! ¡Huiremos todos juntos!

No podía dejarlo ir, no podía arriesgarse a perderlo a él también. Airi sintió un pequeño jalón en su vestido. Era Anna quien se agarró y apoyó su cabeza contra la cintura de Airi. La niña lloraba. Aunque intentaba no hacer ruido, Airi podía sentir las lágrimas humedeciendo su ropa. La niña estaba aterrada, al igual que lo estaba Airi y como también lo estaba Righam. Noah no era la excepción. Aunque su expresión parecía decidida a realizar el estúpido intento de ayudar a su padre, ella podía sentir como temblaba.

- Madre, no puedo dejarlo ir solo. – Explicó despacio, como si intentara tranquilizarla. Sin embargo, Airi sabía que en realidad trataba de calmarse así mismo. - No podrá hacer nada contra ellos. – Tiró de su brazo intentando zafarse. Airi tuvo que aplicar mucha más fuerza para que no se le escapara. - ¡Si no hacemos algo lo matarán!

- ¡Y SI TU VAS MORIRAS TAMBIEN! – Anna la apretó con más fuerza, su llanto empezó a ser audible. Airi no sabía qué hacer. Sentía como si su mente fuera un campo de batalla. ¿Cuál era la decisión correcta en ese momento? ¿Qué camino debería elegir? ¿Había alguna manera de resolver aquello? Quería ayudar a su marido, pero tenía que asegurarse que sus hijos encontraran refugio. Quería pelear, pero también quería huir. Sentía miedo, angustia, frustración, cansancio y dolor. Todo junto al mismo tiempo. No era capaz de procesar absolutamente nada. Sentía como si cada parte sí tirara de su mente en una dirección distinta, intentando hacerla pedazos. Quería quebrarse. Tirarse al suelo en ese instante y echar a llorar ella también. Quería que todo desapareciera, que el tiempo volviera hacia atrás, que todo volviera a ser sencillo…

- ¡NO PUEDO DEJARLO! ¡Si no voy, Garbath o alguien más lo atrapará! ¡Lo harán pagar por lo que le hizo al país! ¡Y…! – Las mejillas de Noah también se humedecieron y su temblor aumentó. – Y no importa si lo merece o no. Es mi padre. No pienso dejarlo morir solo.

Nuevamente Noah intentó zafarse. Airi se negaba a dejarlo ir, no quería soltarlo. Pero Noah no planeaba darse por vencido. Agarró la mano de su madre que lo retenía y le quitó los dedos uno a uno hasta liberarse. Luego se apresuró por el pasillo.

- Mi señora… - exclamó Righam detrás de ella. – debemos darnos prisa.

Airi no dejaba de ver a su hijo, como desaparecía igual que lo había hecho Narav. <<¡No puedes permitirlo!>> Se dijo. <<¡No puedes dejar que se vaya!>> Noah ya estaba a la mitad del pasillo.

- ¡Se suponía que nos cuidarías! – Noah se detuvo. - ¡¿Quieres ayudarlo?! ¡Pues entonces haz lo que te pidió!

Airi se concentró, tomó la madeja de pensamientos que tenía, tomó todo su dolor y lo concentró en una sola cosa: determinación. Saldría de allí a salvo con sus dos hijos.

- ¡Él te pidió que nos cuidaras! ¡Confiaba en ti para que llegáramos con vida a Inila! – Noah aún seguía de espaldas, pero al menos ya había parado de avanzar. - ¡Tu padre se lo buscó! ¡Él sabía lo que estaba haciendo cuando decidió vender a Nisrán por piezas!

Sí, así. Debía concentrarse. De todas las emociones, solo una podía hacerla avanzar: la ira. Estaba enojada, muy enojada. Estaba enojada con Garbath, con la milicia, con el pueblo de Nisrán y hasta con Narav. Todos ellos habían arruinado su vida. Le acababan de quitar todo lo que tenía. Su fortuna, su renombre, su prestigio, todo lo había perdido. Pero a ellos no pensaba perderlos, no dejaría que le arrebataran a sus hijos.

– Él se lo merece, tú lo dijiste… Pero tu hermana y yo no.

Decir eso, le dolió tanto como una puñalada, sabía en el fondo que no era así pero debía imaginar que tenía razón. Debía mantener la ira que le daba fuerza. Noah se volteó.

- Si nos encontramos con el ejército, - continuó – no podremos hacer nada. Nos matarán a nosotras también. Solo tú puedes usarla. – dijo señalando aquella maldita caja de cuero. Airi había detestado esa cosa desde siempre, sin embargo, ahora quizá fuera su única opción. – Por favor, hijo… ayúdanos…

Noah resopló. Se limpió los ojos con las mangas de su camisa y volvió caminando hasta su lado.

- Ya, vámonos. – fue su única respuesta. Airi consiguió respirar nuevamente.




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