13 de abril de 1931, 23:39 pm.
-Ve… - Noah dijo esas palabras sin una pizca de vacilación.
Su hermana lo miro con una mezcla de ira y desconsuelo, pero no opuso objeciones. Noah sabía muy bien que ella no lo desafiaría en una orden directa, sobre todo en esa situación. Anna asintió débilmente y salió a rastras por la ventanilla opuesta. Comenzó a correr y, casi instantáneamente, desapareció en el bosque. Noah confiaba en que sería capaz de escapar. Ella siempre había sido excepcionalmente veloz. Muy pocas personas eran capaces de alcanzarla cuando ella corría en serio.
Una vez que la perdió de vista el auto entero se sumió en el silencio. Noah respiró inquieto. Temía haber tomado la decisión equivocada. Sin embargo, no tenía más opciones. Estaba atrapado y lo que sea que se había llevado a su madre vendría a por ellos también.
<<¡Apresúrate! >> Se dijo mientras se posicionaba para intentar nuevamente liberarse. No podía darse el lujo de quedarse allí tirado. Debía salir, tenía que ayudar a su madre y luego alcanzar a su hermana. Apoyó la espalda sobre el techo del automóvil y la planta de su pie derecho contra el respaldo del asiento delantero. Empujó al mismo tiempo que tironeaba de su pierna izquierda. El asiento hizo un rechinido metálico. <<¡Más fuerte!>> Tomó aire y se concentró en mandar cada una de las energías que le quedaban a sus músculos. El rechinido aumentó, la butaca comenzó a ceder. Apretó la mandíbula para no gritar cuando su tobillo empezó a deslizarse, lacerando su piel al raspar contra los bordes afilados. La sangre fluyó desde la herida, pero él no se detuvo. Siguió tirando a pesar del dolor. Milímetro a milímetro, sentía como su piel iba siendo arrancada, pero cada vez quedaba menos para poder salir.
Entonces se sobresaltó.
Un movimiento rápido en el exterior lo hizo perder la concentración. Cayó hacia un lado, golpeando la cabeza contra el borde de la puerta. Todo su esfuerzo desapareció de inmediato. Sin su cuerpo aguantando, el asiento volvió a su lugar apretándolo aún más.
- ¡¡Ahh!! – gritó cuando su tobillo fue prensado. Instintivamente se estiró para apaciguar el dolor y con un sonoro “¡clanck!” su pierna volvió a introducirse en el hueco exactamente igual que antes. -¡Maldición! – exclamó al darse cuenta de lo ocurrido. Se reincorporó dispuesto a volver a intentar.
Algo lo detuvo. Una imagen lo petrificó.
-No… - las palabras se escaparon de su boca como si se las hubiesen arrancado. Sus fuerzas flaquearon, su voluntad desapareció. – Mamá… - susurró con la garganta hecha un nudo.
Del otro lado de los retazos de vidrio que habían quedado colgando de la puerta, apareció su madre. El cuerpo inerte de Airi Shinn yacía en el suelo, a tan solo unos centímetros de él. Noah vio con claridad el cadáver. Sus pómulos hundidos, su cráneo fracturado, su ojo derecho casi salido de su cuenca y, sobre todo, el enorme agujero de su cuello que no paraba de regar el suelo con su sangre.
La imagen frente a sí parecía tan irreal, tan imposible. <<Esto es una puta pesadilla. Tiene que serlo.>> Todo su ser quería negar lo que veía. Pero, una parte de él lo sabía. Había fallado. No había sido capaz de proteger a su madre, y eso era su culpa.
- Yo… - comenzó a decir con los ojos empapados.
<<No. No puedes llorar. No puedes lamentarlo. No puedes pedir perdón. Todavía no.>> Por el rabillo del ojo vio como la figura desconocida se movía en la oscuridad.
El pensamiento relampagueó en su mente. Un instinto asesino se apoderó de él. Localizó al instante el paradero de la caja de cuero. Rápidamente destrabó la pequeña cerradura y abrió la tapa. El coche se iluminó con un cálido brillo. Noah conocía muy bien lo que había allí adentro. El arma más peligrosa de todo Nisrán, una Venator.
Tomó el revólver entre sus manos. Era más grande y pesado que ninguno que haya utilizado antes. Fundida en aethyr puro, brillaba en la oscuridad con ese color anaranjado tan particular. <<El arma matadioses.>> Recordó. Quitó el seguro y abrió el cilindro. Sacó una de las balas de la caja. El diámetro de esas cosas era excesivamente grande. Los dedos le temblaron al colocarla en el cargador.
Cerró el tambor y amartilló.
-Ven por mí… - susurró mientras apuntaba el arma hacia la ventana.
Noah tragó saliva. Si disparaba esa cosa a tan corta distancia no sabía que podía suceder. Su padre le había contado todo acerca de las Venator y sus leyendas, mas nunca se habían atrevido a dispararlas. Después de todo, solo quedaban doce balas de aethyr en todo el mundo. Desperdiciarlas era algo impensable para cualquiera. << Si las historias son reales, tal vez ese hombre no sea el único en morir. >>
Colocó su dedo en el gatillo. Esperando impaciente a que el desgraciado viniera a buscarlo.
Pero el hombre no se detuvo. Pasó caminando junto al auto y se internó en el bosque. En la misma dirección en la que Anna se había ido.
-¡No! – gritó Noah, mientras veía desaparecer la espalda del hombre entre los árboles. -¡Ven aquí! ¡Ven por mí maldito imbécil! ¡Mierda! –La silueta dejó de ser visible.
El pánico se apoderó de él. No sabía por qué, pero aquel hombre lo había ignorado intencionalmente.
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Editado: 24.07.2025