13 de abril de 1931, 23:45 pm
Zenith Shinn despertó súbitamente de su sueño. Se encontraba en su habitación, recostado en la cama, atrapado bajo la pila de cobertores que su esposa solía usar cada vez que bajaba tan solo un poco la temperatura. Marie estaba a su lado. Zenith podía sentir su respiración lenta y pausada. También escuchaba claramente los pequeños ronquidos que ella siempre negaba tener. Eso era bueno, significaba que estaba profundamente dormida. No se había dado cuenta, y si tenía suerte no tendría de qué enterarse.
Lentamente, corrió cada una de las mantas que lo tapaban y se levantó. Caminó despacio, sin provocar el más mísero ruido, y se dirigió hasta la ventana de su habitación. Con mucha delicadeza movió la cortina solo lo suficiente para poder ver el jardín. En el exterior todo parecía normal, no había movimientos en las calles ni ningún sonido que indicara lo que él estaba pensando. Sin embargo, lo sabía. Tenía los bellos de la nuca erizados y sentía su sangre fluir con fuerza por cada rincón de su cuerpo. Luego de tantos años en el ejército de Nisrán se había acostumbrado. Llevaba diez años ya desde que se había retirado, aun así reconocía perfectamente ese sentimiento. <<Algo está sucediendo.>>
-¿Zen? – Adormilada, Marie se incorporó con lentitud en la cama, extrañada que su marido no estuviera a su lado. No era raro que Zenith se despertara en medio de la noche. Pero cuando abrió los ojos y lo vio parado junto a la ventana supo que no era el típico paseo por un trago nocturno.- ¿Pasó algo?
-… - No tuvo tiempo para responder. Del otro lado de la puerta se oyó un pequeño murmullo seguido de unos pasos apresurados.
Su esposa se sobresaltó, se puso de pie en un instante arrastrando con ella todas las mantas de la cama. Zenith, sin decir una palabra, le indicó que se calmara. Marie asintió con la cabeza, aunque seguía tiritando del nerviosismo. Las pisadas se oían cada vez más cerca. Tan calmado y sigiloso como siempre, Zenith se colocó justo detrás de la puerta. No sabía quién diablos había tenido el valor de meterse en su casa, pero sí estaba seguro de que esa persona jamás lograría salir.
El picaporte tembló. Con un ligero rechinido la puerta se abrió despacio. De pronto, el cañón de un arma se hizo visible en la habitación.
-Rápido. Date prisa antes de que se despierte. – alguien susurró desde el otro lado.
<<Son dos.>> Reconoció juzgando por los sonidos del exterior. Zenith seguía escondido en las sombras, esperando el momento idóneo. La persona que sostenía el revólver en alto entró poco a poco apuntando para todos lados. <<Está nervioso. Seguro sabe dónde se está metiendo.>> El hombre avanzó, sus codos traspasaron finalmente el filo de la puerta. <<¡Ahora!>>
Zenith se movió con una velocidad inhumana. Tomó el revolver por la culata y tiró hacia el centro de la habitación. El hombre perdió el equilibrio, el arma se disparó hacia la nada. Sobrepasándolo en fuerza, lo obligó a bajar los brazos al tiempo que alzaba su rodilla para golpearlo justo en la articulación. Un horripilante ¡crack!, retumbó en las paredes. El hombre chilló. Su agarre perdió fuerza, y mientras caía Zenith le arrebató el revolver. <<¡Atrás!>> El mero instinto lo hizo retroceder. Al instante se oyó un disparo, pudo sentir el aire siendo cortado justo debajo de su barbilla. Zenith giró sobre sí y todo terminó. Antes que el hombre del pasillo pudiera amartillar su arma nuevamente tres agujeros se habían abierto en su pecho, uno en cada pulmón y el otro en el centro del corazón.
-¡AHHH! – el hombre que aún quedaba con vida gritó. - ¡AYUDA!
Zenith ignoró al cadáver tendido sobre el pasillo y se volvió. El hombre que aún quedaba se retorcía en el suelo, aferrándose a su brazo roto. Había pensado dejarlo con vida para interrogarlo, pero ya todo estaba claro. Con ese uniforme solo podía significar una cosa.
-Maldito seas Narav… - masculló entre dientes.
Alzó el arma nuevamente. El hombre lo miró llorando a los ojos, como si quisiera suplicar por su vida. Pero antes que las palabras se formularan en su garganta una bala ya se había abierto paso limpiamente por su sien.
<<¡Carajo Narav! ¡Tenías que llevar todo al extremo!>> Zenith suspiró irritado. Podía intuir por qué habían venido a matarlo. No esperaba que Garbath tuviera el coraje para desafiarlo. Sin embargo, ahora algo quedaba en claro, no se iban a detener hasta que estuviera muerto.
-Marie, tenemos que irnos.
Miró a su esposa. Ella seguía parada en la otra esquina de la habitación. Estaba pálida del miedo. Sus dedos seguían aferrados a las mantas como si fueran una especie de escudo. No se movía más allá del temblor de sus manos.
-T-tú…
Zenith resopló. Hubiera esperado que luego de veinte años de matrimonio ella estuviera acostumbrada al tipo de hombre que él era. Pero tampoco podía culparla. Siendo honestos, incluso sabiendo todo lo que su esposo era capaz de hacer nunca en la vida lo había visto matar a alguien realmente. De hecho, Marie nunca había visto a nadie morir frente a sus ojos. Mucho menos de una forma tan cruel y despiadada.
Caminó hasta donde se encontraba ella, le arrebató los cobertores y la tomó por la muñeca.
-Nos vamos. – afirmó. Ella lo miró con los ojos vidriosos, pero no impuso resistencia. No tenía voluntad para resistirse.
#511 en Thriller
#184 en Suspenso
thriller accion, accion drama suspenso y misterio, fantasía drama
Editado: 17.07.2025