La Caida de Urblux

4- Consecuencias

Los ojos de Cisi se abren con la luz del nuevo día sintiendo un agudo dolor de cabeza. Su mente rememora lo sucedido la noche anterior en el baile, cuando una criatura maldita atacó a uno de los soldados del Rey y este murió sin poder hacer nada. El Alquimista parecía saber lo que iba a ocurrir, algo que le preocupa porque de ser cierto, el Alquimista habría cometido un delito de conspiración contra el reino y en ese punto, tanto el sur como el norte tenían un castigo común: la muerte.

Cisi se tambalea al ponerse de pie, aun sigue con el vestido de gala de la noche anterior y tiene el pelo enmarañado, sin embargo nada de eso le importa cuando sale al pasillo buscando la habitación del Alquimista para salir de dudas pero el dormitorio se encuentra vacío y ninguno de los guardias que tiene asignado están a la vista. Pasea los ojos por la estancia hasta detenerse en el escritorio donde el dibujo de un cuaderno llama su atención. Es un dibujo geométrico ovalado que le resulta familiar, recuerda haberlo visto no hace mucho tiempo e intenta pasar la siguiente hoja cuando el diario se cierra de pronto y una corriente punzante le recorre el brazo provocándole un dolor que le hace gritar.

  • Lady Cisiana – uno de los guardas aparece en el umbral de la puerta – no puede estar aquí sin el permiso del Alquimista, ¿le ocurre algo?
  • Ese diario me ha…atacado – se frota el brazo asombrada del dolor que le a provocado esa pequeña cosa.
  • En esta habitación pasan cosas raras – la tranquiliza el guarda – juraría que ese cuadro de ahí me sigue con la mirada cada vez que entro aquí.

El guardia señala a un retrato del Alquimista que hay colgado en la pared sobre el escritorio y ahora que se fija, ella también siente que los ojos pintado la observan.

  • ¿Dónde está él?
  • En el capilla que hay en el jardín, se está celebrando el funeral del soldado caído.
  • Oh, no me avisaron.
  • El Alquimista pidió que la dejaran descansar, lo de ayer tuvo que afectarle…- el guardia se detiene -, aunque es mejor dejar el tema. El Rey ha decretado el silencio sobre lo ocurrido.
  • Descuide, dígale al Alquimista que lo estoy buscando. Estaré en la biblioteca.

Cisi se pasa la mañana buscando todos los libros que ha sacado en las semanas que lleva allí, pues está segura que ese dibujo lo ha visto antes en uno de los libros de la biblioteca del palacio.

Nadie viene a buscarla y solicita que le suban el almuerzo a la habitación donde come sola mientras observa el jardín. Ni su maestro ni el príncipe aparecen por ningún lado y una de las doncellas le informan que el Consejo Real lleva reunido todo el día y el Alquimista se encuentra allí también.

Los reinos vasallos deben estar exigiendo explicaciones al Rey después de lo ocurrido. Un maldito que puede transformare anda suelto por el reino y eso pone nervioso a los súbditos que pueden revelarse en cualquier momento. Urblux es una ciudad tranquila así que sus habitantes no están acostumbrados al conflicto ni al miedo, por lo que les será mucho peor adaptarse a una invasión de esas criaturas. Duda mucho que vivan con armas en sus casas y que sepan manejarlas, si alguna criatura decide atacar al pueblo, no tienen mucho que hacer.

En el norte la vida es distinta, crecen temiendo a esas criaturas pero también aprendiendo a defenderse de ellas. A Cisi jamás se le ocurriría pasear por una zona poco concurrida al caer el sol ni salir a la calle las noches de luna llena, tampoco dejaría entrar a nadie en su casa durante la noche y jamás dejaría de guardar una daga de plata en una de sus medias. Nunca ha tenido que matar a un maldito, pero está preparada llegado el momento.

La tarde va cayendo y decide salir a pasear por los jardines en compañía de una de las doncellas, la más cotilla, que le pone al tanto de todos los rumores y cotilleos que han acontecido al Palacio en los últimos días. No es que le interese mucho, pero necesita distraer la mente en estos momentos así que escucha cada palabra que dice la muchacha.

  • …y todos dicen que la próxima reina debe ser Nira, pero el príncipe no mostró mucho interés en ella cuando la vio en el baile, ni siquiera la sacó.
  • ¿Nira? ¿quién es?
  • Nira es la princesa del reino vecino, de Terassen. Es la segunda ciudad del sur y las relaciones entre los dos reinos siempre han sido muy buenas. La princesa Nira y nuestro príncipe se conocen desde pequeños y siempre se ha dado por hecho que se casarían, pero el príncipe se ha concentrado mucho más en su formación que en encontrar esposa.
  • Es joven aún, mi padre no se casó hasta casi los 40.
  • Pero seguro que su madre era mucho más joven – replica la doncella – si el príncipe no se decide rápido, Nira se casará con otro y es una pena, porque en Urblux la esperan como reina. Cualquier otra – mira a Cisi de reojo – será comparada y probablemente salga perdiendo.

Cisi sigue caminando mirando al frente sin responder a esto último, no sé como se las apaña pero siempre acaba siendo señalada como la amante del príncipe. Ese paseo cuando iba de incógnito le está costando caro.

  • Es decisión de Regis al fin y al cabo, si ella no es la indicada, acabará encontrando a la que sí lo sea.
  • ¿Cree que el príncipe ya la ha encontrado? – pregunta con suspicacia y esta vez se detiene para mirarla sin disimulo.
  • Ni idea, no tenemos tanta confianza…bueno, en realidad no tenemos confianza. Solo hemos intercambiado unas cuantas de conversaciones. Creo que la gente está malinterpretando mi presencia aquí.
  • Bailó con usted dos piezas seguidas – sonríe maliciosamente – eso no lo podrá negar.
  • No, no puedo.
  • Fue la única con quien lo hizo – sentencia -. A veces las cosas se ven más claras desde fuera.
  • Volvamos al palacio, empiezo a tener hambre.
  • Va ser cierto eso de que las norteña comen como dos mujeres sureñas.




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