La Caida de Urblux

6.- Viren

La noche está cayendo y el cazador se posa en una gruesa rama del árbol esperando que uno de esos tenebrosos aparezca, lo lleva rastreando durante semanas para encontrar su nido pero siempre se le escurre en algún punto del bosque. Tiene una corazonada y solo queda esperar a que se confirme.

Una brisa corre entre las hojas moviendo el pelo del cazador pero también trae un extraño silbido que le pone el vello de punta. La sensación de frío le recorre la espalda y sabe que uno de ellos está cerca. Aguanta la respiración cuando la hojarasca cruje y algo se mueve rápido por el suelo, se aproxima y todos los instintos se activan cuando el tenebroso pasa por debajo de donde se encuentra el cazador justo cuando este se lanza y cae sobre la criatura, rodando juntos unos metros. La criatura consigue levantarse pero el cazador también lo hace y se lanza al cuello para morderle pero el cazador se mueve rápido y clava un puñal en el cuello desgarrando la piel, cortando músculos y huesos. A pesar de todo, el tenebroso se gira con la intención de volver a atacar mientras que el cazador saca su espada y en un rápido movimiento sesga por completo el cuello de la criatura que provoca un sonido sordo cuando la cabeza cae contra la hierba. Vuelve a guardar su espada y se agacha sobre el cuerpo sin cabeza del tenebroso, abre la carne sobre el pecho y saca el corazón negro, asegurándose de que el maldito no vuelva a la vida. Silba y un cuervo de pico plateado aparece entre los árboles, grazna en señal de saludo y se lleva el corazón entre sus garras de nuevo hacia la luz de la luna.

***

Viren el cazador llegó a la ciudad de Harveston 3 días después de haber perdido el rastro del nido de los ghouls, cansado, con hambre y hastiado de su exploración infructuosa.

Paró en la primera posada que encontró y rentó una habitación para pasar la noche, al día siguiente partiría a Urblux pues había noticias de nuevos nidos en la costa y quizás retomara el rastro de lo que andaba buscando.

Viren era conocido en Silasvold y Draconia por sus dotes de cazador de monstruos, era aún joven pero se había ganado su reputación y le precedía allí donde iba. Nunca había estado tan al sur, aunque conocía el mar de sobra pues era originario de Aeridis y hacía años que había cruzado el mar para llegar a continente.

  • Habitación 4, la segunda al subir la escalera – el dueño de la posada le dio una llave oxidada con un cartelito de madera atado mientras lo reparaba de arriba abajo.

Era la primera vez que estaba en esa zona y en Harveston los viajeros solían ser comerciantes pero Viren no tenía aspecto de eso. Era alto, con el pelo negro largo que le llegaba un poco más abajo de los hombros, la piel la tenía bronceada, tenía la nariz recta, los ojos de un extraño tono ámbar y cejas espesas. Sabía que su imagen imponía y podía causar desconfianza, sobre todo en las zonas sureñas donde solían ser más menudos.

Ya en la habitación se despojó del pantalón de piel y la camisa que en algún momento había sido blanca pero que ahora estaba entre el gris y el beige dependiendo de la zona. Se dio un baño que llevaba anhelando noches y le recordaba a su hogar, donde tenía muchas más comodidades.

Con la ropa cambiada bajó de nuevo al salón de la posada, el tabernero lo miró menos receloso cuando se fijó en la camisa negra impoluta, el pantalón de cuero borgoña y el pelo recogido en una trenza negra, solo las botas desentonaban ligeramente a pesar de haberlas limpiado con los restos del baño.

  • Que alguien limpie mis ropajes, los he dejado en mi habitación – le pidió al posadero que enseguida le hizo un gesto a una chica morena que miró con mucho más interés a Viren – y un plato de carne y algo de vino.
  • Por supuesto, señor.

Viren ocupó la mesa con menos iluminación y sacó un pequeño cuaderno de con tapas de cuero gastado, se le había acabado la tinta, pero llevaba un carboncillo para estas ocasiones. Dibujó lo más exacto que pudo el mapa que había recorrido en los últimos días, señalando los posibles nidos de los ghouls. Aún no había encontrado ningún patrón, pero sentía que estaba cerca.

Estaba terminando el dibujo cuando la tabernera le trajo la comida, se quedó mirándolo unos segundos más de lo cortés pero él no levantó la vista del cuaderno hasta que terminó el dibujo.

  • Ah, Alquimista – la chica saludó a un hombre que acababa de llegar – Bienvenido, ¿pasará la noche con nosotros?
  • Sí, Reita, la habitación de siempre.
  • Enseguida.

La tal Reita parecía conocerlo y Viren también lo hacía, aunque ahora descubría cuál era su aspecto. El Alquimista era alto pero con una figura mucho más liviana que la del cazador, vestía con una elegante capa de terciopelo negra, pantalón de seda negro y una camisa ligera de lino blanco típicas del sur. Se sentó en una mesa y sus ojos se posaron en Viren que lo observaba con interés. Alzó la copa de vino en gesto de saludo y el Alquimista cabeceó ligeramente en respuesta apartando la mirada.

  • Queso y uvas – trajo el posadero con una enorme sonrisa – y el mejor licor de Harveston, ¿cuántas botellas le reservo esta vez?
  • Cargue una caja en mi carruaje – respondió sin apenas mirarle – pero por la mañana, hay gente extraña estos días por la zona.

Los ojos del posadero viajaron a Viren que escuchaba atento mientras se comía su filete.

  • Sí, últimamente se ven cosas extrañas por aquí – coincidió - ¿qué novedades hay del norte?
  • Ninguna que deba preocuparle a la buena gente de Haverston. Pero dígame, ¿qué han visto por aquí últimamente?
  • Habladurías, ya sabe. Que sí monstruos, que si criaturas que chupan sangre…solo quieren asustar para que la gente no se acerque a los bosques – aunque el posadero intentaba sonar despreocupado estaba claro que deseaba conocer la opinión del Alquimista.
  • Quizás no estén tan equivocados, no debería acercarse al bosque durante la noche. No es seguro.
  • Nunca lo ha sido, mi señor.




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