La Caída Del Fausto Invierno

2

Reino de Versteck, Guerrindor

El cielo se torna de azul oscuro, las estrellas cada vez menos visibles, y los primeros rayos del sol no transmiten muchos tonos rojizos.

En el reino Petra, al sur de Versteck, en la provincia de Wintherdown, Lukas Leadere corre por la hierba alta, no tan rápido, para que su pequeña hija, Marianella, pueda tratar de alcanzarlo con mejor facilidad.

En el este de Petra, en la cuna de demonios y dragones, en el reino de Fêanor, un niño de nombre Matteo, el heredero oficial de la fortuna y el trono de la emperatriz Torilia, se encuentra recibiendo su primera clase del día.

Al norte, el reino de las ninfas, Ninfei, de donde llegan todo tipo de criaturas acuáticas maravillosas, se halla Heavily, la hija adoptada de la reina Ajnar, paseando con sus hermanas por la ciudad, siendo vigiladas por tres escoltas.

Los tres tienen una mutua conexión que aún no han de percibir. En esta nueva vida, todavía no se han conocido, pero el reencuentro será más pronto de lo que podrían imaginarse, cuando el elemental rugiente se apodere de esos infantes.

Tres bolas de energía azul viajan por todos estos sitios, buscando, rastreando su destino como sabuesos.

La primera encuentra a la elemental de tierra, en Wintherdown, y se sumerge dentro de ella, dentro de su divino espíritu.

La segunda rebasa a esta última elemental para seguir su rumbo hacia Fêanor, y en la ciudad Undeadess. Aquella se adentra por el vidrio del techo de la biblioteca del castillo, sintiendo la presencia del elemental de fuego demasiado cerca.

Y la última, recorre sin descanso la gran ciudad capital de Ninfei, Seayrans, en busca de la elemental del agua, la cual se está moviendo mucho, con emoción, y no se queda en un solo sitio, hasta que ella se detiene a admirar los hermosos peces tornasolados que están dando en un mercado; a los que liberarán en el festival de aquella misma noche. Uno de los escoltas se los ea la princesa —luego de fruncir el ceño por el precio, pero es por una buena causa—, y cuando lo tiene en sus manos, aquella fuerza toma la oportunidad para escurrirse y colarse por la espalda.

Los tres elementales sienten lo mismo que Akter el día anterior. Miran hacia arriba, el cielo azul claro sobre ellos. La marca en su ser palpita fuertemente, haciéndoles recordar todo, y el porqué están aquí.

—El Fausto Invierno —murmura Heavily, sosteniendo todavía a los peces en su pecera.

—¿Qué? —cuestiona su hermana mayor, Nash, desconcertada, pero no recibe respuesta.

En Undeadess, un instructor le enseña al joven príncipe las distintas lenguas de su reino. Le hace una pregunta y se siente indignado porque el muchacho no le presta atención.

—Príncipe Matteo —reprende el instructor, pero el mencionado ni se inmuta—. Príncipe, ¿oyó lo que le dije? —Mira hacia el techo, para ver qué cosa es más interesante allá arriba que su lección.

—El Fausto Invierno —dice en un susurro, sin moverse un centímetro, a lo que su instructor le observa con detenimiento, sintiendo mucha confusión.

—¿Qué dijo?

La hija de Lukas —sin títulos nobles— termina por alzar su brazo hacia el cielo, con la palma de su mano derecha mirando arriba, y en los brazos de su padre, atrapa el primer copo de nieve que cae en verano dentro de su reino híbrido. Baja la mano hasta la altura de su cara, semblante frío y serio al ver la anomalía. Con el viento gélido pegándole en su joven rostro, hace de aquella mano un puño, apretando la mandíbula.

Lukas percibe la tensión en su pequeña. Ladea la cabeza para mirarla mejor, sintiendo que el aura de Marianela se torna distinto, más presente, y temible como admirable.

—Marie... —susurra el licántropo de cabello plateado, quien todavía no la suelta.

Aquella tarda un rato largo en decir algo, hasta que con su tono parcial eriza la piel del licántropo antiguo; con esa neutralidad... en la voz de una niñita.

—El Fausto Invierno... —empieza, mirando frente a ella, hacia algo y a la vez nada—. Ya está aquí.

Reino de Versteck, Bosque Ritch

Dos noches después, alguien convoca una reunión entre los líderes de cada tribu de elfos y druidas, junto con sus familias o acompañantes. Nadie pudo prever que se trataba nada más y nada menos que el único híbrido que pudieron salvar hace casi cinco años.

—¿A qué se debe esta convocación, poderoso archidruida? —cuestiona un jefe elfo de una tribu en el sur, ya que nadie se ha dignado a decir algo en los minutos pasados.

El poderoso archidruida arruga su expresión en confusión, uniendo sus cejas blancas, haciendo que sus líneas de expresión sean aún más notables en el sabio anciano.

—Yo no fui quien los citó —aclara el archidruida, pasando sus faenas grises pálidas por sobre cada elfo—. Pensé que ustedes nos habían llamado y supusimos que se trataba por el tema de la nieve o sobre el elfo híbrido que se perdió.

—Algo aquí no anda bien —susurra el elfo Loras, mirando el suelo de piedra y tierra bajo sus pies, pensativo.

—¿Quién pudo haberlo hecho? —pregunta un druida al lado del archidruida, aun si no esperaba respuesta.

Sin embargo, esta vez sí lo hicieron.

—Yo fui.

Ninguno de ellos sintió la presencia del dueño de aquella voz, parecía invisible, un fantasma mezclado en las penumbras de la noche. Un ente que, se ha dejado percibir en este mismo momento, causando miedo y una necesidad de devoción profunda. De brillantes ojos amarillos y de aura divina y pura.

La criatura misteriosa, y de aparentemente baja estatura, desciende del árbol en el cual descansaba con un salto, aterrizando de pie sobre sus botas de combate negras. La capa negra se arrastra sobre el suelo con poca nieve, haciendo juego con su ropa de tela y cuero relucientes como obsidiana.



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En el texto hay: guerra magica, mundofantasia

Editado: 22.12.2025

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