La caída del sol

Capítulo 1. Reencuentro; primera parte.



 

Había cortado su brazo causándose una gran herida en la desesperación, su mano temblaba mientras dejaba caer al suelo el objeto que había utilizado para herirse al igual que su sangre comenzaba a brotar goteando de su brazo.

Entre murmullos recitaba un conjuro que lograba recordar de memoria a la perfección al mismo tiempo que manchaba dos de sus dedos con su propia sangre comenzando a dibujar una runa en el suelo. Lo había leído hace tiempo y lograba recordarlo perfectamente.

Su mirada se fue empañando mientras continuaba murmurando y dibujando la runa, la cual no poseía una buena calidad pero era lo mejor que podía hacer en aquellos momentos.

Los recuerdos tortuosos de lo que tuvo que vivir en esos largos meses que llevaba encerrado en aquel calabozo desde su captura golpeaban su cabeza, había vivido un completo infierno en aquel lugar. Torturado y sometido a cientos de crueles castigos por día y noche, casi al punto de llevarlo a la locura. Fue matado de hambre, azotado incontables veces, torturado de la manera más cruel posible, no solo físicamente también mentalmente. 

Él ya no podía soportar más aquel tormento que vivía en aquel lugar, dentro de aquel calabozo deteriorado, oscuro y frío entre ratas, humedad y con ese olor putrefacto a muerte.

Mordió su labio inferior cuando la runa estaba casi por completarse.

—Lo siento Maiden Luo —. Sus lágrimas caían humedeciendo algunas partes de la runa pero sin estropearla más.

Él ya no podía continuar más con aquel infierno que vivía, ya no podía continuar soportando por más tiempo aquella vida de tortura donde solo habían logrado llevarle a la locura.

Lamentaba tener que haber llegado a eso, tener que romper aquella promesa que había hecho pero no podría volver. Ya no había marcha atrás, ya había tomado una decisión.

Realmente se lamentaba porque no podría volver a verle por ultima vez, y era una lastima que la ultima vez que estuvieron juntos no hubiera sido de la mejor manera.

—Yo te invoco Wei WuXian —dijo al terminar de dibujar la runa y recitar el conjuro. 
Nada ocurrió en ese momento, creyendo que tal vez nada había funcionado o que tal vez había cometido un error durante el proceso golpeo el suelo impotente. Se dejo caer hacia el frente tocando el sucio suelo con su frente mientras sus uñas se encajaban sobre este, lloro de impotencia y desesperación. 

No había funcionado, algo había salido mal.

Finalmente su cansado cuerpo termino por colapsar debido a la gravedad de las heridas que poseía, y antes de perder el conocimiento por completo y ser preso de un profundo sueño logro ver cuando las puertas de su celda se abrían de golpe dejando entrar a dos cultivadores quienes le levantaron bruscamente del suelo.

En las afueras de aquel oscuro y frío lugar, el cielo crujió al mismo tiempo que los relámpagos caían junto con la lluvia que azotaba violentamente contra la base.

Bajo aquella misma tormenta que cada vez parecía volverse más violenta, una batalla comenzaba a desatarse.

Tras haber conseguido dar difícilmente con el paradero de una de las bases de Wen Chao, un grupo pequeño de cultivadores encabezados por Maiden Luo consiguió infiltrarse en el lugar con éxito, pero no tardaron mucho en ser alertados sobre los intrusos en la base. La batalla entre los cultivadores se desato en cuanto el aviso sobre la intrusión fue dado.

—¡Vayan por ellos! —grito a sus hombres en una orden—. Yo me encargare de encontrar al joven maestro.

Acatando las ordenes de su líder Maiden Luo, algunos de los que le acompañaban continuaron avanzando dejándola atrás.

Empuñando su espada Maiden Luo se enfrento contra algunos de los cultivadores de Wen Chao, logrando infiltrarse dentro de los calabozos de la base.

No había sino nada fácil para ella tener que lograr infiltrarse sin tantos problemas dentro de la base enemiga, en los últimos meses tras la captura de su joven maestro había estado recolectando información sobre los Wen, y las ubicaciones de cada una de sus bases. Haber tenido que dar con la base donde posiblemente su joven maestro había sido llevado le costo, no había sido fácil para ella pero finalmente había logrado dar con el paradero tras meses de dura investigación e infiltraciones.

Tras haber preparado un plan, había tomado a unos cuantos cultivadores quienes le siguieron sin dudar logrando infiltrarse dentro de la base de los Wen con éxito hasta que estos fueron alertados de la intrusión desatándose poco después una batalla entre cultivadores.

Se deshizo de la capa que le protegía la cual ya se encontraba completamente empapada a causa de la tormenta que se desataba en el exterior.

El putrefacto aroma de la sangre, y la descomposición de algunos cuerpos que logro distinguir entre las sombras golpeo su olfato causándole arcadas. Cubrió su nariz con su brazo rápidamente, el olor ahí era insoportable.

Sin bajar la guardia en ningún momento camino por los oscuros corredores ya deteriorados en busca del joven maestro.

El lugar no era realmente tan grande por lo que no tardo mucho en dar con su paradero, justo al final de otro corredor le había encontrado.

Maiden Luo corrió hasta la celda que quedaba justo al final de aquel corredor, rompiendo con su espada el candado que aseguraba la celda ingreso en esta.

Volviendo a enfundar su espada, se acerco hasta el joven maestro quien se hallaba colgado de unos grilletes que le sujetaban por las muñecas mientras este se hallaba inconsciente.

En la oscuridad de aquella prisión ella pudo notar con la escasa luz de las velas que yacían sobre las paredes iluminando el lugar su rostro pálido, la delgadez de su cuerpo y los moretones que lograban verse en las partes de su cuerpo descubierto al igual que las grabes heridas de este que parecían no haber sido atendidas, sus ropas estaban estropeadas y rasgadas en todos esos meses esos bastardos le habían torturado y lo mantenían viviendo en aquel sucio lugar.




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