La caja de los secretos

"Comienzo sin espera."

Todo era común, un día normal en el colegio. Entro al salón, me siento de último, tratando de que no me noten. Es la típica clase de física aburrida; con la profe que se enreda ella misma, el mismo grupo de niños que me molestan por no hablar, porque no quiero hablar con ellos. La verdad es que su "amistad" no me trae nada bueno.

Siempre he sabido diferenciar las clases de amistades que existen, sólo mis cuadernos con mis dibujos feos y yo, esa es normalmente mi mayor compañía.

Saliendo al recreo me siento solo con mi libro preferido de psicología. Sí, un niño de 13 años leyendo sobre psicología. Y a decir verdad de alguna forma me ayuda a saber cómo hacer amigos. Sin embargo, siempre me ha dado miedo hacer el paso más importante que es comenzar una conversación. Mientras leo algo sobre el egocentrismo, Ben, el chico más maligno de todo el colegio, viene hacia mí, seguramente a molestarme con sus insultos, algo que ya era normal.


—Estúpido niño raro, eres un enfermito. —dijo al pasar cerca de mi.

Creo que le molesta el hecho que le ignore, porque noto su frustración al no verme alterado. Sinceramente, no me molesto porque lo veo como un acto para que él se sienta poderoso de lograr su cometido; hacerme pasar un mal rato.

Ben siempre va acompañado de sus 3 amigos; Jerry, Robert y Daniel. Siempre intentan molestarme pero al final no cumplen su objetivo.

Ya a la hora de salida, camino 3 cuadras hasta llegar a mi casa; la encuentro sola como siempre. La verdad es que mis padres se habían divorciado hace 3 años, mi madre, al ser enfermera, tiene que trabajar hasta con doble turno para poder costear todo. A mi padre nunca más lo volví a ver. Sólo sé que aunque mi madre lo llama de vez en cuando, él nunca contesta las llamadas.

Entro a mi cuarto y me dispongo hacer mis tareas. Me siento en mi casa y me es inevitable ponerme pensativo. ¿Por qué todo lo que pienso le agarro miedo? «Me pregunto a mi mismo»
También pienso en las palabras que me dijo el psicólogo: "no pienses demasiado porque al final, es malo para ti."

Hago mis tareas sin ponerme a pensar demasiado para cuando termino, noto que ya son las 9 de la noche. Escucho el sonido de la puerta, cuando la veo abrir veo a mi madre, se ve cansada pero igual me mira con una sonrisa y me besa en la frente. Se va diciendo que preparará la cena, yo asiento y subo a mi habitación.

Tomo mi diario y me pongo a escribir en el. Mi diario es para escribir las experiencias que creo que obtuve en el día, esto me ayuda mucho a desestresarme.

Escucho a mi madre llamarme para notificarme que está lista la comida. Bajo de inmediato y ya sentados, mi madre hace las preguntas usuales.

—¿Cómo te fue en el colegio?
—Normal, lo típico. Ya sabes, todo aburrido.
—¿Nada de hablar con alguien? —pregunta curiosa.
—No, intentó pero no se me da. —miento, como usualmente hago ante esta pregunta. Ya saben mi miedo a hablarle a alguien.

Al terminar de comer, mi madre se acuesta en el sofá y noto como se va dormitando aún con la tv encendida y pasando su programa favorito; una serie de detectives.

Subo a mi cuarto, tomo mi diario y me pongo a escribir nuevamente.

"Lo único diferente del día de ayer ha sido que hoy una chica me pidió prestado un creyón. Y creo que interactúe de alguna manera con ella..."

Al terminar de escribir, y ya acostado en mi cama, no sin antes apagar las luces, veo hacia el techo hasta quedarme dormido.
 Ping ping pinggg!!! El sonido de la alarma me despierta. De mala gana la apago y veo la hora; son las 6 de la mañana.
Me levanto para dirigirme al baño no sin antes pasar por el cuarto de mi madre para despertarla. Toco 3 veces la puerta hasta que escucho un quejido de ella.

—Ya escuché, estoy despierta, estoy despierta. —grita haciéndome saber.

Luego de salir del baño, empiezo a vestirme como usualmente hago; pantalones jeans, una camisa y zapatos deportivos.

—Hoy me propongo interactuar con alguien, quien sea, así sea una persona adulta. —me digo a mí mismo al mirarme en el espejo.

Cuando termino de acomodar mis cosas, bajo las escaleras dirigiéndome a la cocina donde veo que mi madre aún no arreglada me entrega mi comida. Antes de salir, me da un beso en la frente y yo le doy una sonrisa.

Hoy no me voy en bicicleta como siempre acostumbro. Al decidir por irme caminando, observo todo a mi alrededor; niños tomandos de la mano por sus padres quienes lo llevan a clases, señores leyendo el periódico cerca del kiosko, y mujeres y hombres dándose prisa para tomar el autobús. Cuando llevo varias cuadras, llama mi atención una casa que aunque sea típica y normal para muchos, me da una sensación de curiosidad. Al ver el jardín de la casa noto que algo en él brilla. Me acerco poco a poco y rogando para que nadie se dé cuenta que cuando llego me sorprende ver que se trata de una caja de metal, tiene unos símbolos extraños que me causan curiosidad.

Veo la hora en mi reloj y al darme cuenta que voy a llegar tarde si no me apresuro, meto la caja en mi bolso y camino rápido hasta el colegio como si nada hubiese pasado.

Todo ha transcurrido como normalmente lo hace; las clases y todo lo demás. Al llegar al recreo, me dispongo a comer no sin antes darme cuenta que la caja guinda una llave en ella; tiene un escrito en ella pero no puedo saber qué dice porque parece ser de otro idioma.
 Así que la ignoro dándome por vencido al no poder saber qué dice.

—Lo averiguaré cuando llegue a casa. —digo en voz alta.


Pasan las horas para que terminen las clases y yo salgo esta vez con toda la prisa posible. Cuando al fin llego a mi casa, subo rápidamente a mi habitación, me quito el bolso y saco la caja. El primer detalle que noto y que me sorprende es que ya no sale lo escrito en la llave. Aún puedo ver los símbolos pero nada de lo escrito en la llave en otro idioma. Cuando toco la llave para tomarla y observarla más de cerca siento un pequeño pinchazo que me hace soltarla inmediatamente. Abro mis ojos en grande al ver que el color de la caja cambió a gris.

No puedo negar que aunque esté un poco asustado, mi primera intención es intentar tomar la llave nuevo. Así que eso hago, agarro la llave, la introduzco en el cerrojo y esta vez sucede; se abre la caja.

Al observarla siento un poco de decepción por sólo encontrarme con una pequeña nota dentro de ella. Sin muchas ganas, tomo la nota y trato de leer lo escrito, pero me es imposible porque está en otro idioma.

Sin más nada que hacer, me dirijo a mi baño a buscar una curita para ponermela en el dedo. Al pasar por el espejo noto algo extraño en mí, incluso me siento diferente, una sensación extraña que no me estaba gustando.

Me pongo la curita tratando de ignorar esta sensación que tengo y camino hacia mi cuarto nuevamente. La nota sigue donde la había dejado pero esta vez sí puedo leerla.

"Todo lo que me confías, se quedará guardado aquí"



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En el texto hay: amistad, terror y suspenso, ansiedad

Editado: 04.01.2020

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