-¿Nunca te cansas de no hacer nada? -Pregunte al apacible ser que dormitaba a mis pies.
-¿Y tu Anne, no te cansas de venir a perturbar mi descanso? -Refuto él, imperturbable como siempre.
Mi espíritu se lleno de dicha y paz, al ser recibida con el saludo habitual. No importaba lo que pasara fuera, dentro de este claro nunca cambiaba nada, como si fuera ajeno al tiempo y de las estaciones. Al llegar siempre era recibida con la imagen de Poruc recostado sobre la verde hierba, descansando su cabeza sobre sus brazos extendidos, y con el rostro orientado al sol, en completa serenidad.
Cada vez era como regresar a ese primer encuentro hace 11 años... en aquel entonces era solo una niña...
**** Linea Temporal Pasada****
-¿Eres una hada? -Pregunto la niña mientras se inclinaba sobre el hombre que descansaba en el claro.
-¿Qué seria si no? - Respondió este sin intención de abrir los ojos.
-No eres pequeño, se supone que las hadas son pequeñas ¿no?.
La seriedad que teñía la pregunta hizo que el ser abriera al fin los ojos y mirara fijamente a la niña rubia que lo cuestionaba.
-Eres una humana. ¿Como es que llegaste aquí?
La niña solo se encogió de hombros, mirando con atención sus ojos de un peculiar color lila.
-Seguí a la mariposa dorada. Mírala ¿No es bonita? - Respondió mientras volteaba a señalar a la tintineante mariposa volaba entre las flores del prado.
El hombre observo por unos momentos al espíritu dorado, para volver a posar su mirada sobre la niña que tenia enfrente.
-Ven niña, siéntate aquí conmigo - dijo mientras se incorporaba y palmeaba el pasto frente a él. Sin mucha ceremonia la niña se apresuro a obedecerlo, al hacerlo su vestido amarillo se abrió como una flor alrededor de ella.
-¿Como te llamas pequeña?
-Anne -Respondió mientras miraba al hada con los ojos bien abiertos y llenos de curiosidad.
-¿Por qué piensas que soy una hada Anne?
-Mis ojos ven cosas que no están, y tu brillas, así que no debes estar aquí. Y según mi mamá aquello que veo y no esta es cosa de las hadas... y no debería hablar de las cosas de las hadas. Pero... tú eres un hada, así que puedo hablar contigo sobre las cosas de las hadas.
-Eres una caminante... por eso el espíritu guía te trajo a la entrada. - Susurro para si el hada mientras observaba distraídamente los rasgos de la pequeña frente a él.
El encuentro acabo poco después, cuando la mariposa revoloteo alrededor mio y se volvió a internar en el bosque. El hada me sugirió que la siguiera si quería regresar a casa y no quedarme perdida en el bosque. Antes de levantarme para seguir el camino que trazaba el espíritu me advirtió de no hablar con nadie sobre el claro.
En ese momento no entendí lo que había pasado, pero a partir de ese día la mariposa aparecía una vez cada semana para llevarme y traerme del claro oculto. En cada visita siempre estaba el hada durmiendo mientras esperaba, y en cuento veía su paz perturbada por mi presencia se dedicaba a enseñarme poco a poco lo que debía aprender.