Es curioso como, tras tantos momentos buenos y malos, uno siempre llega al fin del camino, arrastrándose sobre su mísero ser, rogando por el fin de las injusticias que reinaron en su insignificante vida.
Me gustaría confiar en que mi mundo aún podría cambiar, pero, jamás me dejaría engañar con falsas esperanzas.
¿Por qué? Porque la vida es así, te exprime cual limón, hasta saciar su sed con tus esperanzas, sueños y deseos. Y cuando acaba con la última gota de jugo que queda en ti, te desecha al vacío eterno viendo como te retuerces en tu inmunda y deplorable existencia.
Porque lamentablemente es así, todo se termina algún día.
No puedes evitarlo, no. Pero, en el más oscuro de los casos, puedes adelantar este proceso.
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Editado: 08.05.2025