Un día, sentado ante la luz del alba, admirando el anaranjado cielo, descubrí algo realmente magnífico. Descubrí, al mirar a los lados, mi soledad.
Entendí que aunque estemos rodeados de personas, en el momento más difícil estaremos solos. Porque cada persona tiene su propia lucha interna, involucrarlas en otra ajena sería un atentado a su ser, su realidad es distinta y sus soluciones exclusivas, no tendrían efecto alguno en la nuestra.
Comprendí, que no estamos solos cuando nos tenemos a nosotros mismos, nosotros y nadie más que nosotros puede ayudarnos a salir del fondo de ese pozo, escalando e incrustando garras para lograr salir y volver a la superficie. Pero, ¿Por qué detenernos ahí? ¿Por qué no seguir subiendo? Sin detenernos hasta pisar las nubes, pero sin la necesidad de pasar por encima de los demás.
¿Me entiendes ahora? Estamos solos pero no lo estamos, tocamos fondo para poder impulsarnos, necesitamos un abrazo y no nos abrazamos. Entonces, no estamos solos, simplemente, no sabemos estar a solas con nuestra propia alma.
#1139 en Otros
#234 en Relatos cortos
#8 en No ficción
nostalgia, relatos cortos, amor accion mentiras secretos familia
Editado: 08.05.2025