La cara oculta de la Luna

Ser y no hacer

Caminando por el bosque a altas horas de la madrugada, me encontré a un ser desesperado con el alma destrozada. Me miró a los ojos y me dijo “Bienvenido. No temas compañero aquí serás bien recibido”.

—Acércate —me dijo— aquí estarás seguro, no pienses en el suplicio.

—Ayúdame —le dije—. Ya no puedo lidiar con lo que la vida me exige.

Ese ser pensó un momento y respondió con sabiduría:

—No te preocupes, no todo es monotonía. Aún quedan motivos para disfrutar de la vida.

—¿Cómo cuáles? —le pregunté.

—Como levantarse cada día en compañía de su piel.

—Dime más —le exigí.

—También disfrutar sus besos teñidos de carmesí. Utiliza como pilar el amor que tiene ella por ti.

Aún recuerdo aquel día, cuánta razón tenía él. Sabía lo que necesitaba y lo que debía hacer.

Y sólo entonces comprendí de quién se trataba ese ser. Era mi alma quién hablaba desde el otro lado del papel.




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