Hay cartas que se escriben sin destinatario, las hay también sin remitente. Ésta, ciertamente, es el punto medio entre ambas. El hecho de que esté hoy escribiendo esto, es la clara prueba de que nada fue como lo habías planificado.
Lo lamento, de verdad. Siento no lograr ser ni un poco de lo que deseaste, no haber podido cumplir con tus sueños y fantasías. Hay quienes dicen que aún me queda tiempo para direccionar mi vida hacia el camino correcto, pero, ¿Quién nos asegura que realmente es así?
No logré ser un artista, ni un profesor, y estoy terriblemente lejos De salvar al mundo. He ayudado a mucha gente, sí, pero sé que no fui lo suficientemente bondadoso, sé que aún hay tanta gente que requiere ayuda. Pero lo abandoné todo, la fundación que dirigía, la solidaridad, mis ganas de iluminar esas vidas ajenas. Me aparté de todo aquello que me alejaba de mí mismo, sin saber que en el proceso me volvería a perder.
Es que, me cuesta aceptarlo, pero puedo afirmar que no tengo ni la más mínima idea de quién soy hoy, ni tampoco de quién seré mañana, ni mucho menos puedo asegurar que habrá un nuevo día para reivindicarme o, simplemente, existir otras veinticuatro horas.
Desearía tanto que pudieras leerme y así, evitar cometer los mismos errores. Pero no, porque alguien decidió un día que el pasado queda en el pasado y no se puede volver a él. Porque alguien deseó que viéramos siempre hacia delante; pero, no logro distinguir qué hay delante o si, tan siquiera, hay algo aún.
No te pido que me perdones, tampoco que me entiendas, esto lo hago, solamente, porque eres el único con quién aún puedo contar y, en quién puedo confiar.
Eres tú todo lo que resta en mi vida. Por eso escribí está carta, a ti. A mi yo de ayer.
#1139 en Otros
#234 en Relatos cortos
#8 en No ficción
nostalgia, relatos cortos, amor accion mentiras secretos familia
Editado: 08.05.2025