La cara oculta de la Luna

El collar de Jade

Una parte del proceso emocional de recordar, es la habilidad de asociar.

Una brisa matutina, un sol incandescente, un perfume, una flor o incluso colores. Cosas sencillas y corrientes que nos recuerdan eventos, épocas y personas.

Como ese collar empolvado que guardo en aquel estante en la pared. Ese pequeño Jade que me observa en la oscuridad, que me ha visto tantas veces reír, disfrutar y compartir momentos de mi vida con terceros. Pero que también, me ha visto llorar y hundirme en agonía, por la vida, por esas personas de un pasado que se siente tan cercano.

Por la noche susurra cosas, dice que estoy mal, que me ha visto en mejores momentos. Hace preguntas: ¿Qué nos pasó? ¿En qué momento cambió todo?

Nunca respondo. Lo intento, pero no consigo hallar respuestas. Ni siquiera estoy seguro de si existe alguna.

A pesar de todo, sigue ahí, esperando a que algo cambie. No me juzga, no crítica, solo observa. Conoce mis secretos más ocultos, sabe de todos mis temores, de mis dolencias, sabe quién soy.

Pero también, sabe bien que ya no soy aquel que lo recibió en mis brazos, durante aquel verano de hace cinco años.

Logramos sobrevivir al paso del tiempo. Y juntos, seguiremos aguardando el momento de renacer, de ser nosotros una última vez.




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