Brasil, año dos mil cuarenta y tres, después de la
tercera guerra mundial, una de las naves que llevaría a
más de mil seres humanos a Marte, sufre un accidente
en el despegue esto provoca abortar el viaje, quedando
atrapados en un planeta estéril con llamaradas solares
diarias que desgarraba la superficie de la Tierra cada día,
el combustible de la nave un poderoso reactor nuclear,
quedó en reposo, pero nadie sabía cómo activarlo,
excepto un viejo científico, avaro y ayudante de su
construcción, que para mala suerte entró en coma el día
del accidente, han intentado comunicarse con otras
naves y con Marte pero solo podrán ayudarlos si reparan
la nave, entonces los dirigirán a su nuevo hogar, algunos
son más pesimistas y han perdido toda esperanza han
pasado dos meses desde aquel siniestro día, la comida
que debía transportar la nave junto a ellos hacia Marte
la están racionando, algunos optaron por plegarias,
otros intentan reconstruir la nave y otros como Jhon
Ekans antiguo corredor de autos fórmula uno, antes que
la última guerra destrozara las pistas con las bombas, en
realidad cuando todo empezó, Jhon estaba en su mejor
momento, literalmente estaba en una carrera en el
puesto número uno solo faltaban poco metros para la
línea de meta, pero un gran hongo de explosión se vio
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por encima de las gradas y la carrera se suspendió, todos
corrían a casa.
"Es momento de levantarse"
De un estéreo plano como una pita salía una
melodiosa canción, seguido de una frase repetida cada
cinco minutos "Es momento de levantarse" era el
despertador de Jhon Ekans parecía que se había
desvelado la noche anterior, su ropa de trabajo aún
estaba en su cuerpo unos pantalones jeans azules y una
camisa base blanca de algodón, sus botas de seguridad
oscuras llenas de polvo y con punta de acero cada una
pesaban un kilo exactamente, Jhon yacía acostado boca
abajo esta posición le hizo levantarse por la noche varias
veces, el despertador seguía repitiendo la frase y de
repente la melodiosa canción se convirtió en un solo de
guitarra eléctrica, luego de batería, Jhon giró en seco su
cabeza para ver la hora que era proyectada por el aparato
hacia el techo de metal pintado para que pareciera una
habitación de madera, eran las seis y veinte minutos.
Jhon debía estar temprano fuera de la nave, era parte
de los mecánicos elegidos para reparar el casco de la
nave consecuencia del accidente ocurrido hace varios
meses.
El desayuno se repartía en una mesa que parecía
interminable en medio de toda la nave, la mayoría se
reunían para las comidas del día, los suministros de la
nave eran comida y agua, pero estos solo eran para el
viaje, aunque el capitán y otros oficiales sabían que había
a bordo muchas más provisiones de lo que se les había
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informado a los tripulantes en general.
El joven Ekans había decidido por el uniforme de la
flota un conjunto entero de mangas color azul de
poliéster y demás materiales de látex, con un acabado de
filos dorados en la parte superior de brazos y muslos, en
su brazo derecho y pecho impregnado el alto relieve un
símbolo que representaba la flota, este era una especie
de planeta rodeado por muchas naves dirigiéndose hacia
el planeta rojo, bajo este un tipo de mensaje en inglés "
in Mars we trust".
Después de bajar unos cuantos pisos por elevador, y
cruzar pasillos que en sus costados hallaba celdas, pero
no eran prisioneros, aunque quienes dormían allí se
quejaban que lo fuera, eran habitaciones pequeñas,
claustrofóbicas, pero era lo que había, no estaban en
posición de reclamar algo mejor, de repente midió,
cálculo y decidió que su habitación no era ni el doble de
esas, pero era mucho mejor exactamente cinco metros
por tres.
Jhon era un tipo de cara larga y barbilla pronunciada,
barbudo y ojos grandes y oscuros como la noche, con
un cabello rebelde enemigo del viento, lo usaba
sutilmente largo, aunque se encogía por sus pequeños
rizos que se le formaban, era de tez oscura como buen
brasileño, no obstante, solo de nacimiento después de
decidir ser piloto de carreras y luchar por muchos años
logró serlo y competía en ciudades europeas y demás
partes del mundo así que decidió vivir en Italia.
Para mala suerte de él la última carrera que creía sería
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la más importante de su vida no culminó y en Italia
quedó suspendida a unos cuantos metros de llegar a la
meta.
Un diminuto reloj en su muñeca izquierda marcaba
las seis y cuarenta y un minutos sobre una pantalla negra
que dibujaba el tiempo con un color verde neón tan
intenso como debía serlo.
Jhon había llegado a la gran mesa, junto había una
vitrina y un tipo malhumorado repartía lo justo para
desayunar a todos por igual, él había escogido uno de
tres diferentes menús existentes, pan, carne
deshidratada, fruta seca y jugo de uvas, el sabor era
horrendo, por eso, aunque no hablaba mucho con los
desconocidos iba allí solo para entretenerse y olvidar el
sabor.
Eran las seis de la tarde, y el sol convertía el cielo azul
en un cielo naranja mezclado con un tono suave oscuro
de la noche próxima a aparecer, para salir de la nave
debían proteger sus ojos con gafas especiales, contra los
rayos ultravioleta, su jornada había terminado el casco
estaba un noventa por ciento reconstruido, de pronto
un aviso del jefe inmediato, lo intriga, le avisan que debe
ir hablar con el superior a cargo.
Lily lane era la enfermera a cargo de cuidar a Cooper
el científico que puede reactivar el reactor nuclear de la
nave, Lily ha intentado de todo para poder despertarlo
durante meses, pero su cabeza sufrió un fuerte golpe
cuando todo ocurrió, ella fue quien dio los primeros
auxilios, pero ya era tarde, había derramado mucha
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sangre y no era suficiente con limpiar la herida.
Lily ahora tiene horas libres pues el trabajo no es un
problema, en realidad ha tenido que rogar para que no
la cambien pues los puestos de trabajos son escasos, el
plan no era trabajar durante el viaje, era un viaje solo de
ida, un crucero que huía del fin del mundo, a veces solo
se alejaba de todos y se recostaba en una especie de
alerón gigante fuera de la nave que le proporcionaba
sombra aunque ella siempre se protegía sus ojos con las
gafas especiales que le otorgaron, a cada tripulante, ella
desde el alerón observaba el atardecer a veces solo se
quedaba viendo el horizonte polvoriento, seco y
naranja, entonces se imaginaba y recordaba cómo eran
los pastizales y la jungla cuando estos aún existían,
cuando aves y mariposas cruzaban en el cielo, cuando
niños, jóvenes, adultos, y ancianos llenaban los parques
de un vecindario a bañarse en piscinas públicas de algún
distrito o ciudad del Brasil escapando del calor, ella
amaba ver eso porque decía que allí todos eran iguales,
niños, niñas, adultos y demás no importa tu edad en una
piscina jugabas para escapar del calor y te olvidabas de
todo.
También recordaba cuando vivía en su país de origen
Canadá y el afortunado o terrible día que fue asignada
para viajar en esta nave crucero rumbo a Marte, una
canadiense junto a sudamericanos, ellos necesitaban
enfermeras durante el viaje, viaje que no se cumplió,
estaba varada en Brasil, el calor había desaparecido por
las noches, incluso ella juraría que eran tan frías como
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el clima canadiense, ¡en pleno invierno! A causa del
calentamiento global desatado, todo estaba de cabeza...
Eran las seis y dos minutos de la mañana siguiente
desde el alerón con sus gafas de sol que protegían sus
ojos grises y unos pantalones clásicos de enfermería
azules, un abrigo azul con el logotipo de "In Mars we
trust" observaba el horizonte como hipnotizada por el
vacío se asomó al precipicio de unos cuarenta metros,
desde abajo se escuchaba como dos hombres
disgustados discutían, luego Lily dejó de asomarse y se
acostó para sacar la cabeza un poco, ahora estaba a nivel
del suelo, su cabello largo y castaño claro molestaban
sus ojos, más molestaba el suelo liso casi resbaladizo
sobre el cual permanecía, oyendo la conversación de
aquellos dos tipos.
Debajo se encontraba Jhon Ekans decepcionado
enojado ya no había trabajo para él, su superior le había
dado un descanso, su trabajo lo haría alguien más, pues
el trabajo es escaso y deben darle oportunidad a los
demás para entretenerse con algo que hacer mientras,
una nueva orden le fue dada y era encontrar un pozo o
algo de agua en los alrededores de la nave nodriza.
Por esto Jhon había protestado y su amigo Martin
Mora un mecánico más de la tripulación, le daba ánimos
para que se tranquilizara, pero casi era imposible, un
mecánico y un corredor fórmula uno debía ir a buscar
un pozo de agua en medio de una ciudad apocalíptica
resultado de la última guerra mundial.
De pronto Lily Lane resbala del alerón y logra
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sujetarse del suelo, pero este es muy liso, su corazón se
agita y siente que la adrenalina se le ha disparado por
completo produciendo sudor en sus manos, manos que
ya no le ayudan a sujetarse del alerón, está resbalando,
su impulso de supervivencia la obliga a gritar.
- ¡auxilio! -
Pero el alerón solo da la vista a la habitación donde
está un vejete inmóvil e inservible, Cooper no da una
señal de esperanza para Lily, quien no ha dejado de
gritar por ayuda, el gran alerón no tiene rendijas donde
Lily pueda apoyar sus pies y salir de la situación, aun así,
lo intenta, pero sus intentos solo hacen que se desespere
aún más y en uno de sus movimientos sus gafas caen al
vacío.
Sus gritos llegan a los oídos de Jhon que inclinó de
inmediato su cabeza hacia arriba y quedó estupefacto,
una joven al parecer enfermera, colgaba de un alerón
cual muérdago en víspera de navidad, eran
aproximadamente unos treinta y tantos metros de
altura, Martin aseguraba que estaba perdida, pero Jhon
le ha mandado en busca de un superior, Jhon ahora solo
le grita que no se suelte que intente permanecer un poco
más.
¡Lo estás haciendo bien!
¡Espera un poco, iré por ti!
Jhon no tenía idea de lo que había dicho, si él fuera
a por ella no llegaría a tiempo debía entrar a la nave
buscar el ascensor correcto, el piso correcto y la
habitación hospitalaria donde encontrarla, perdería
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mucho tiempo, y en su mano solo tenía un
destornillador eléctrico, de pronto como un clásico de
antes del segundo milenio, improviso de acuerdo a la
situación, el destornillar los enormes tornillos que
ensamblan el caso de la nave, uno a uno fue sacando no
demasiado lo justo para usarlo de peldaño para subir, no
podía creerlo ya estaba a mitad de camino, él sabía que
los tornillos eran lo suficiente fuerte para sostener un
humano de más de setenta y más kilogramos y eran tan
largos como el calzado de un adulto.
Lily estaba perdiendo la batalla, sus manos no podían
estar más húmedas por el sudor, sus brazos
entumecidos y por su mente pasaba lo peor, creía que
este sería el día final solo debía dejarse caer y la
gravedad haría el trabajo sucio, también pensaba si
dolería mucho el golpe que se daría al llegar hasta el
final, sus ojos muy cerrados para que la luz no la deje
ciega, pues había perdido sus gafas, empezaba a
derramar lágrimas por la histeria que le causaba su
posible final, de pronto oyó la voz de un Ángel que le
llamaba.
¡Oiga está bien!
Una voz gruesa junto a ella se acercaba aún más…
Era Jhon Ekans que había escalado unos cuarenta
metros de altura, debajo de ellos pequeños peldaños
formados por tornillos gigantescos sobresalientes del
casco de la nave.
¿Cuál es tu nombre?
Pregunta algo cansado Jhon.
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—Lily— Lily lane…
¡Muy bien Lily!
Soy Jhon Ekans
—Cuando yo diga tres, te empujare desde tu espalda
y te aferraras hacia dentro del alerón—
¿Te parece buen plan?
¿Por qué no me das la mano para subir?
No puedo hacerlo…
—Uno—
¡Espera no puedo ver nada!
—Dos—
—Lo sé—
Jhon no podía subir completamente al balcón del
alerón ya no había más tornillos que pudiera sacar y el
aparato se le había resbalado al vacío después de sacar
el ultimo, ahora la nave tenía dos muérdagos de navidad
colgados de un alerón, eran Lily y Jhon.
¡Tres!
Jhon empujo con toda la fuerza que tenía en el brazo
izquierdo pues con el derecho se sostenía del alerón, de
pronto Lily Lane estaba a salvo, pero Jhon aún guindaba
del alerón de la nave.
¡Lily!
De repente unas manos sudorosas con callosidades
en los dedos y nudillos buscaban las manos de Lily,
quien no podía ver nada porque aún tenía los ojos bien
cerrados, desde mucho tiempo se había recomendado
jamás abrir los ojos cuando estén fuera de la nave pues
aún en sombra el resplandor y la luz directa e indirecta
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causaría daños irreparables en los ojos.
Era Jhon Ekans quien sujeto de las manos a Lily y la
llevo dentro de la habitación donde un anciano de
aspecto moribundo yacía con los ojos cerrados y con
cables en una cama de terapias intensivas, Jhon cerrando
la puerta que da acceso al alerón exhala un suspiro.
—Ya puedes abrir los ojos—
Lily lane abría los ojos lentamente, imágenes algo
borrosas se materializaban frente a ella, una silueta de
un metro setenta y algo se dibujaba, la luz de la
habitación daba una pequeña molestia, entonces Jhon
Ekans se percata que necesita sus gafas aun sus ojos
están débiles. Le regresa las gafas a Lily poniéndolas en
su pálido rostro, sus manos tocan a Lily por segunda
vez.
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Editado: 03.10.2024