Lily sobre ruedas

¿De qué hablas? Respondió el capitán.
Frunció el seño, y apunto con su indice su pecho.
—Yo soy la maxima autoridad aqui, yo soy quien hace las preguntas—
¿Creí que tendría confianza en mí, señor Hudson?
Un pequeño panel dibujaba el número de piso que llegaba el ascensor 7, 8, 9...
Esteban Soler parecía no pestañear, no le quitaba los ojos de encima al capitán, como si
pudiera despedazarlo con la mirada, estiró dos dedos de su mano derecha, y llevo esa mano a
la barbilla, movió unos grados la cabeza y miraba hacia el techo del elevador, Kirt Hudson

atendía atentamente.
¡Recapitulemos! Mencionó Soler.
—Un accidente, un tipo en coma, una nave varada en un planeta inerte, y ahora un suicidio—
—Qué extraño que a usted no le pasó ¡ nada !
El ascensor hacia lo que debía, subir los pisos uno por uno, y en la pequeña pantalla se
observaba el cambio de nivel, 11 luego 12.
Soler detuvo el ascensor en el piso quince, pretendía salir.
—¡Espera! suplico al capitán.
—Te diré toda la verdad—
La tensión entre ambos sujetos empezaba a desvanecerse Kirt Hudson pensaba que
necesitaba de nuevo la confianza de Soler, lo estaba perdiendo, no podía dejar que eso pase.
Le contaría la verdad y recuperaría su llaneza.
Esteban Soler volvió a entrar al elevador, esta vez más sereno, en su mente pasaban decenas
de ideas, todas acusando, culpando a Kirt Hudson de todo lo que sucedía, marcó el piso veinte
y las puertas se cerraron.
—El segundo al mando también está desaparecido desde el día del accidente, no lo he podido
contactar, solo necesito...
Kirt fue interrumpido.
¡Esa no es la verdad! Vociferó el Supervisor mientras daba vuelta sobre sí mismo.
—Esta información está distribuida a diferentes supervisores, no podía dejar solo una persona
con todo esto, ¿entiendes?
Esteban Soler empezaba a entender, las piezas encajaban una a una, en su mente se
reafirmaba ideas y reformulaba preguntas, entonces Hudson no confiaba toda la verdad a los
supervisores, había repartido ordenes, ideas y misiones como rebanadas de una gran pizza
familiar, ahora el paradero del segundo al mando, el co capitán Alexander Almeida Dos Santos.
Soler sentía que no podía confiar en Hudson jamás, tampoco se creía el cuento que esa era
toda la verdad.
¿Entonces es todo lo que tiene que decir capitán?
—No—
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, un montón de personas esperaban que el
capitán y un supervisor salieran para poder ocupar el elevador. Soler se alejó susurrando...
—Luego seguirá ¡capitán!
Jhon Ekans y Lily Lane llegaban a la habitación donde se hallaba postrado en una cama el
científico que podía dar esperanzas a mil quinientas personas, Vladimir Cooper, si el despertara
haría andar el reactor y la nave seguiría su curso hacia Marte.
Lily se sentó en un mueble frente a Cooper, tenía la mirada perdida, sus ojos grises parecían
aguados, apunto de derramar lágrimas, levantó ambos brazos y usó sus manos como peines

sobre su cabello, soltó un suspiro y observó a Jhon.
—Jhon— Exclamó la enferma.
—Esa mujer pude ser yo—
¿De qué hablas? Preguntó Ekans, mientras se acercaba, luego tomó la mano de Lily con las
suyas, y las apretujo suavemente soltando unas palabras
—Tu eres fuerte, no dejes que esto te afecte—
Lily se sentía terrible, sus sentimientos la estaban cargando de emociones nostálgicas y tristes,
odiaba cuando eso sucedía.
Jhon se sentó a su lado, extendió su brazo derecho y la abrazo, Lily dejó caer su cabeza sobre
el hombro de Ekans, ella sentía su calor emanar desde el cuerpo del joven corredor de fórmula
uno, Jhon te ia la mente en otro lado, no era la primera vez que se preguntaba, ¿dónde rayos
duerme Lily? Pero el no lo pensaba con intereses sensuales, se lo preguntaba porque ya había
estado en la habitación y solo podía ver a Cooper en la cama de intensivos, la ventana
clausurada, y el baño, de pronto sus ojos se detuvieron por fin halló una puerta de acceso, no
se podía distinguir de la pared consigo, la mente de Ekans descanso, seguro y esa es su
habitación real, se dijo así mismo.
Apretó con sus brazos el cuerpo de Lily, hacia él.
—Desde ahora estaremos más comunicados.
Lily asintió, y agachó su cabeza, aunque Lane era fuerte de carácter en ese momento junto a
Jhon y con todo lo que había pasado, se sentía como una niña, que debía estar protegida y se
sentía bien.
—Pero solo podemos usar las pulseras en emergencias, reparó Lily.
Los reloj pulseras y la comunicación habían sufrido una rotunda revolución antes durante y
después de la guerra, los celulares y otros dispositivos solo quitaban tiempo a su portador y
empresas eran las beneficiadas con los comerciales divulgativos e invasivos, durante la guerra
decidieron que los soldados debían comunicarse entre ellos y no mediante dispositivos, puesto
que estos eran interceptados por enemigos y la posición, era revelada, la milicia de los Estados
Unidos creó un dispositivo capaz de enviar mensajes de voz cortos desde cualquier parte del
mundo, durante esta guerra la gente hizo costumbre hablarse nuevamente en persona, puesto
que solo podían conversar entre la tripulación de cada nave, las redes de internet estaban
destruidas, y miles de satélites habían sido interceptadas por misiles, las fábricas de teléfonos y
smartphones cerraron hace años, y la gente inculcó en su comportamiento no hablar mediante
dispositivos a menos que sea de emergencia, cuando todos fueron llevados a la nave, además
de la promesa de llevarlos a Marte, les otorgaron el reloj—pulsera, acondicionado su uso,
exclusivo para emergencias, y su posición era enviaba a la cabina del capitán, este era un "In
Ship position system" (Isps) sistema de posicionamiento dentro de la nave, no era necesario
tener entretenidos a los tripulantes, necesitaban que esten cien por ciento concentrados,
Ingenieros, Electricistas, y a todos en el cargo que les correspondía, sin embargo algunos
como Jhon Ekans consiguieron meter de contrabando tabletas, y otros dispositivos
electrónicos.
Jhon asió el brazo de Lily, en su reloj pulsera, anotó un pin de unos cuantos digitos y letras, era
su pin, luego escribió su nombre "Jhon"