El supervisor Soler y Rodrigo Sousa estuvieron buscando un par de horas por toda la nave al
capitán Hudson quien los mensajes no contestaba, los reloj—pulsera unos sofisticados biper
nada más eso, pensó Esteban Soler.
—Inútiles artefactos— mencionó el supervisor, recordó por un momento los teléfonos
inteligentes con los cuales se podían hacer llamadas a largas distancias incluso videollamadas,
ahora solo tenían un biper en forma de reloj, limitados mensajes de voz, y muchas limitaciones
más, se rindió y volvió a su habitación, se perdió en el pasillo como un fantasma, Sousa lo
imitó.
—Demasiadas aventuras por hoy— Mencionó, luego se marchó hacia su habitáculo.
Eran las ocho y veinte minutos de la mañana siguiente, Lily lane comió el desayuno en la gran
mesa, esperaba encontrarse con los compinches de siempre, buscaba la silueta de Jhon o la
gran boca que nunca se calla de Martín, pero no encontró a ninguno, se fastidio y acabó su
desayuno de un bocado, le habían puesto las cosas difíciles, en su mente danzaban un par de
ideas como enormes elefantes con tutú rosado.
—Seguro salieron temprano hacia la bodega de autos—
La visita del capitán la noche anterior y sus advertencias sobre desastres naturales
desentrañados de un informe ahora era la tarea de Lily informar al resto de compañeros, pues
el capitán había hecho su parte, por medio de megáfonos distribuidos por toda la nave anunció
la cancelación de todos los grupos de búsqueda de suministros excepto casos excluidos que
según él ya sabían de qué se trataba cada escuadrón, se dirigía a la cuadrilla de búsqueda de
Dos Santos, las demás personas estaban prohibida su salida, supervisores habían sido
asignados como guardias de seguridad, el portón estaba sellado para todos, muchos
protestaron, se suponía que los escuadrones de búsqueda se formaron para apaciguar los
recursos limitados que innegablemente se agotarian al cabo de un tiempo pero no iban a
esperar que eso sucediera; sin embargo las excursiones no daban frutos, y el capitán las
cancelo después del informe de posibles desastres.
Lily Lane apresuraba el paso en los pasillos de la nave dio un giro y se dirigió hacia en el
ascensor, sintió que algo o alguien la siguió, cuando oprimio el boton para abrir las puertas del
elevador un sombra se le proyectó desde atrás, ella se voltio e identificó de inmediato el rostro
de su compañía, era Rodrigo Sousa quien entró antes que la castaña de ojos grises.
—¿No vas a entrar?—
—Date prisa hay que avisarles a los demás?— Lily sujeto las palabras de Sousa estaba claro
que estaba del lado de Martin, Jhon y el resto, se introdujo al elevador sin más, y formuló unas
cuantas preguntas que inquietaban su ser.
—¿Porque los ayudaras?—
—porque yo también fui joven— contestó Sousa.
—Ahora vámonos—
La noticia divulgada por los megáfonos había llegado a los oídos del supervisor Esteban Soler
al igual que muchos también estaba disgustado, llegó hacia el puesto de mando después de
escuchar el mensaje por los altavoces pero no encontró a nadie, desistió una vez más y se
desprendio de la muñeca el reloj—pulsera, dejándola en el suelo de la cabina del capitán, luego
como un rayo en una tempestad tan rápido como llegó se fue.
—Que bueno que nos encontramos, sin mi no te dejarían salir los guardias—
— tiene razón Sousa, necesitaba un conejillo de indias— Lily y Sousa se colocaban las gafas
protectoras y salieron de la nave rumbo a la bodega de autos, esta vez el suelo no estaba
totalmente cubierto de arena, el viento la había esparcido casi por completo, las calles estaban
despejadas, Lily agradeció este hecho estaba harta que sus botas se llenen de arena, parecía
que no hubiese tormenta alguna hace días, por un momento la enfermera suplico que el
informe del cual le habló el capitán kirt Hudson estaba equivocado, luego siguió caminando.
Esteban soler estaba en el portón de la nave convenciendo a los guardias que lo dejaran salir
según él era parte de los excluidos a la obligatoriedad de quedarse dentro, parte de una
excursión, los convenció presentando un documento que lo acreditaba ser un supervisor, la
misma maña que había practicado Sousa minutos antes. Soler se acomodo las gafas y
emprendió el viaje, en su mente un plan, un último golpe, demostrarle al capitán que las
excursiones son importantes, buscar recursos, a pesar de informes detallados de peligros
inminentes, abandonar las búsqueda de recursos era una mala decisión pero las excursiones
no habían sido satisfactoria a menos que avancen más lejos en la ciudad, pensó.
—Si estos autos funcionan podré usarlos y demostrarle al capitán cuán equivocado está— se
dijo así mismo.
Kirt Hudson se dirigia por medio de un camino estrecho llegando a la bahía de Río, después de
dar las malas noticias en los parlantes de la nave, designó nuevos grupos para la búsqueda de
Dos Santos, esparcido por toda la ciudad, hombres y mujeres no importaba en qué clase de
trabajo estaban destinados él los había puesto en la búsqueda; sin embargo el y treinta
hombres buscaban en Porto Cajú allí se detuvieron estaban cansados de caminar apenas cinco
kilómetros dando vueltas buscando posiblemente un cuerpo sin vida, los kilómetros se
multiplicaban por diez, y eran las diez de la mañana en punto cuando el capitán decidió dar por
terminada la búsqueda por ese día, pretendía evitar el sol de mediodía mucho más intenso, e
insoportable, Kirt Hudson y una treintena de hombres dieron media vuelta y volvieron con paso
firme hacia la nave.
Lily y Rodrigo Sousa habían llegado a la bodega, encontraron a MArtin Mora soldando un misil
de nitrógeno a la parte trasera de un fiat rojo, Margaret y Jhon no estaban; pero una presencia
particular reemplaza a los ausentes, el informático del grupo un tal Jeremy Sarutobi, con raíces
no rasgos asiáticos, experto en computacion, y programacion, instalaba el control del nitro en el
fiat, mientras Martin apuntalaba un cilindro.
—¿Pero qué hacen? preguntó Lily al mismo tiempo que se sorprendía.
—¿Están locos ? exclamó Sousa
—¡Esto es demasiado!—
#1288 en Ciencia ficción
#3232 en Thriller
#1260 en Suspenso
suspenso drama, postapocalipsis, romantica y ciencia ficcion
Editado: 03.10.2024