Cuando Hudson iba regresando a la nave junto a su tropa de hombres y mujeres decidió echar
un último vistazo a unos edificios cercanos, un par de gentiles se acercaron al capitán
ofreciendo acompañarlo, Hudson se negó insistió que la cuadrilla se adelantará para disfrutar el
almuerzo, el capitán convencido de que no necesitaría ayuda se adentraba con paso firme a un
edificio demacrado, la temperatura parecía descender y apenas era poco más de medio dia, a
Kirt Hudson se le hacía familiar aquel edificio, era un hotel, en sus buenos años, recordó las
vacaciones en Río, en las temporadas carnavaleras, por un momento mientras cruzaba el
vestíbulo en ruinas del hotel se transportó cuando era un muchacho de apenas unos dieciocho
años, aquel entonces era un hotel muy concurrido, de vez en cuando con los familiares, familia
numerosa pensó Hudson.
la familia del capitán Los Hudson, se las arreglaban para que durante las vacaciones de
carnaval todos muy unidos, abuelos, tíos, primos, padres y madres se hospedaban en este
hotel, el grand hotel Bariloche a un par de kilómetros desde donde estaba la nave; al pie del
Maracaná, aunque invisible ante tantos edificios aledaños, entre tanta festividad recordó
Hudson, una peculiaridad que adorna a Brasil en esas épocas, los bailes de carnaval con las
garotas y la gente sacudiendo sus cuerpos hasta altas horas de la noche.
Hudson pasó el vestíbulo y se acercó a los ascensores, estos estaban en ruinas, inútiles, luego
giró la cabeza dirigiendo la mirada a las escaleras, cuando Hudson regocijaba de su juventud,
desde aquellas escaleras veía descender a las garotas quedando enamorado por un flechazo
del destino. Hudson regresó a la realidad, su pie había resbaló, y ahora caía como en una
especie de pozo, cuando sintió llegar el fin del foso, su pierna sonó crujiente, quiso gritar pero
el dolor era tan intenso que enmudeció al capitán, por un instante un frío le recorrió el pie
derecho ahora fracturado, intentaba pararse del suelo, pero sus intentos eran en vano, el frío
del pie le subía al cuerpo se revisó el torso, tanteando con ambas manos, no era su pie
fracturado ni un frío que le recorría, era la temperatura de la ciudad entera, una helada se
aproximaba, un pequeño haz de luz que entraba en el pozo, a través de muchos agujeros del
edificio en ruinas, iluminaba la cara morena de Hudson, haciendo visible su aliento. El capitán
no cesaba sus gritos de ayuda...
La tropa de búsqueda regresaba a la nave, el supervisor Soler y Rodrigo Sousa, llegaban
también, Lily Lane los acompañaba, esta vez Soler parecía decidido en enfrentar al capitán.
Esteban Soler pediría al capitán respuestas sobre los hechos el día del accidente justo el
momento cuando Sousa se ausentó en la cabina, y porque no quería revelarlo si no frente a
Dos Santos, lo cual ahora sería imposible.
En la bodega de autos, Jhon permanecía bajo un Paradise Chevy, elevado con un gato
hidráulico, con sus manos ajustaba mangueras, mientras Martin Mora sobre su Fiat rojo, cuatro
puertas, aplicaba soldadura a un par de cilindros grises, Martín giro uno de estos y ahora
revelaba una calcomanía, en ella se notaba el nombre de "Nitro" y mas información de
cuidados, Jeremy Sarutobi terminaba de cargar el software controlador del nitro, en una
pequeña computadora con un diminuto monitor.
—Este ya está, ahora voy por el de Jhon...
Martin se asomó a la ventana del copiloto, estaba emocionado por el sistema nitro, parecía una
locura, lo era.
Ven aquí— lo llamo Jeremy—con este botón activas el nitro.
Un gran botón rojo se asomaba en el tablero interior del flamante Fiat.
—Solo podrás activarlo cuando la pantalla del monitor esté en verde, a un específico tiempo
acorde al uso de la revoluciones del motor—
¡Genial! Exclamó Martín.
Jhon sacó su cabeza de abajo del Paradise, al respirar veía su aliento, como si de una
chimenea se tratase, una humareda blanca salía de sus entrañas.
—¿Chicos?—
Jhon se asombró cuando vio a sus compinches, noto que les sucedía lo mismo, ya sentían el
frío en sus cuerpos, Jeremy se alejó del grupo y avanzó hacia una neblina que brotaba de la
puerta de salida de la bodega, cuando llegó a la puerta, vaciló por un momento, volvió la vista
al grupo y todos esperaban ansiosos que Sarutobi abriera la puerta, cuando la abrió, lo hizo
muy lento y con cuidado, el acceso sono chirriante, Jhon Martin también se acercaron a la
puerta que daba a la avenida, el acceso de salida de los autos, el portón se abrió, y las gafas
de Jeremy se empañaron un poco, un viento escalofriante lo azoto e intervino el paso de Jhon y
Martin, que sintieron cual ventarrón que les llegó hasta los huesos, el helado frío se adentro a
la bodega, en el Camaro blanco Margaret estaba haciendo chequeos bajo el tablero, los vidrios
estaban hasta arriba, cuando Jo Margaret Silva percibio que abrieron el portón de la bodega, se
alzó extrañando, no pasó ni un segundo después y los vidrios se empañaron y su respiración
era visible. Jhon salia junto a Sarutobi y Martin, el frío era estremecedor y parecía aumentar,
era insoportable cuán rápido salieron entraron y cerraron el portón. Jhon tosio un poco, se le
había secado la garganta. Martin frotaba sus manos y transmitía el calor a sus axilas. Sarutobi
se dirigió a Jhon con unas palabras golpeando sus dientes con ellos mismos.
—Debemos irnos, ¡ahora!
—¿Ey que fue eso?— preguntó Martin que preguntaba todo lo que se le venía a la mente.
La helada— contestó Jhon— La helada que nos advirtió Sousa, pero él dijo que teníamos un
mes.
Martin tomó la palabra.
—Entonces la carrera no podremos hacerla—
Jhon suspiró y echó un vistazo a su Paradise. La vida le arrebata otra vez una carrera.
No hay que ser pesimistas—Margaret se unió a la conversación— Lo que dijo el viejo está
errado, tal vez se cumpla antes, tal vez ni siquiera se cumpla.
—Silva tiene razón— mencionó Jhon recuperando la sonrisa borrada hace un momento.
Un metal sonó al caer, era Sarutobi guardaba sus cosas para salir de la bodega y volver a la
nave, cuando terminó de guardar sintió los vellos de sus brazos erizar. No sabia que tenia
tantos bellos, pensó. Luego con paso firme se alejaba para salir por el pasillo de las oficinas, se
detuvo se volvió al grupo, y encogió sus hombros.
¿Qué hacen? —preguntó Jeremy— Es una helada, las temperaturas seguirán descendiendo,
no podremos soportarlo, seguiremos con los autos y el nitro, otro día.
Jhon sintió helados los pies, se agachó y palpó con sus manos la arena en el suelo, estaba tan
fría como recién salida del refrigerador.
—Debemos salir de aquí—
Todos recogían cosas y las guardaban en sus mochilas rápidamente.
¿Qué están haciendo? —chillo Jhon— debemos salir ahora, ¡ahora!
Margaret soltó su mochila y dio zancadas envés de pasos, los enormes muslos rebasaron al
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Editado: 03.10.2024