La carrera del viento

01. EL INICIO

ALISON KENT.

 

“La soledad es muy hermosa, cuando se tiene alguien a quien decírselo.”
Gustavo Adolfo Becquer

 

 

¿Quieren saber un secreto? Si quieren impresionar a un chico, basta y sobra con tan solo sonreírle y dedicarle una linda mirada. No hagan circo maroma y teatro. O si no, se verán en la penosa situación de Irina.

Traten de no burlarse. Su corazón no coordina con su cerebro.

 

El caso es que cuando quiere ponerle las manos encima a un chico, por decirlo de una manera no muy vulgar, se inventa una vida interesante. Lo cual sucede muy a menudo. Por ejemplo, hace un par de noches mientras estábamos en el supermercado comprando sus tampones, le dijo al cajero que venía desde Polonia a ayudar a la reproducción de animales en peligro de extinción. ¡En el zoo! Para su mala suerte el chico, aunque impresionado por la noble labor, no parecía interesado en lo absoluto. Fue vergonzoso incluso para mí. El día de hoy se encuentra en apuros, ya que ahora es una chef especializada en la gastronomía francesa. ¡Bah! Puedo apostar a que hoy tampoco tendrá acción.

 

—Puedes ir al barrio Francés y comprar algo. —Dice Dasha tratando de ocultar la burla.

 

Irina y Dasha son hermanas. Las hermanas Wilde. Iris de 25 años y Dash de 17. Dasha es de mi estatura, ojos grandes color miel, cabello negro y largo como sirena. En cambio Irina es un poco más alta, ojos grandes marrón, cabello corto y teñido de rojo. Dudo que sepa lo que es un gimnasio pero aun así es delgada. Soy amiga de Dash desde que tengo memoria e Irina es algo así como la hermana mayor de ambas. Por eso estoy siendo paciente pero en realidad espero que se rinda.

 

—Preguntará como lo preparé y entonces ¿Qué le respondo?

 

—Secreto familiar —Respondo encogiéndome de hombros.

 

—No funcionará, necesito hacerlo yo misma.

 

—Bueno tú lo has dicho, no funcionará. Mejor déjalo antes de que suceda lo inevitable. Podrás sacar tu triste trasero del taburete e ir a comprar licor.

 

—Alison y yo estamos dispuestas a llorar contigo —Dice Dasha con una sonrisa maliciosa mientras nos mira.

 

Irina se levanta frustrada y se dirige fuera de la cocina soltando de golpe la puerta.

 

—O mejor no —Suelta Dasha.

 

—Ya se le pasará —Digo sonriendo porque es verdad, así es siempre —.Pero si no estás lista con bolsa en mano en diez minutos me iré sin ti.

 

—Vale.

 

Se levanta y cuando pasa a mi lado besa mi mejilla.

Cuando ya estamos en el auto se me revuelve la tripa. ¿En serio? Qué momento más oportuno. En orden de prioridades ¿Qué es más importante? Llegar puntual al aeropuerto o comer. Es difícil tomar una decisión racional cuando mis tripas me hablan.

La decisión es obvia amigos.

 

—Oye Dash, vamos a comer algo —La miro con cara suplicante, si lo hago bien tal vez ella pague.

 

—Siempre tienes hambre —Rueda los ojos —. Primero Rita después tu barriga.

 

Auch. Golpe duro amigos, golpe duro.

 

 

Una vez recogemos a Rita del aeropuerto emprendemos la marcha de regreso.

 

— ¿Había chicos guapos y bronceados en bañadores? Por favor di que si —Dasha mira ansiosa a Rita esperando respuesta.

 

Rita parece recién salida del tostador. Es más alta que yo por una cabeza, ojos pequeños y redondos color gris, cabello largo y rubio. También es la portadora de la sonrisa más deslumbrante que puedan imaginar. Es hermosa pero de una manera dulce, casi infantil.

 

—Sí que los había a montones. —Dice deslumbrante —. Lástima que estuviese mi padre de guardia como perro rabioso. Incluso me prohibió usar bikini.

 

Por el retrovisor noto la desilusión mientras se encoge de hombros.

 

Dasha suelta un bufido —Padres.

 

Que vacaciones tan agradables Rita. ¿Tu padre también te limpiaba la nariz?

 

—Por lo menos pasaste tiempo con tu padre —Digo, pensando que ya es bastante malo que sus vacaciones salieran un poco mal. No necesita mi sarcasmo.

 

—Claro —Dice restando importancia —. ¿Podemos comer algo? Estoy hambrienta.

 

¡Rita, cuanto te extrañé!

 

—Pasemos a un auto servicio no quiero que me ejecuten tus padres.

 

Oh, es verdad. ¡Los vestidos! Si no llego a casa a tiempo mis padres se molestaran. ¿Es que acaso a nadie más le importa mi buena alimentación?

 

—Oh en ese caso podemos comer en tu casa Ali —Rita, la portadora de las cosas obvias.

 

Asiento agradecida de su comprensión. Aumento la velocidad a 70 en una zona de 40. Es bastante fácil conducir a esta velocidad en esta zona. Si me lo preguntan, es bastante fácil romper cualquier regla en general.



#30098 en Otros
#4222 en Acción
#45701 en Novela romántica

En el texto hay: joven adulto

Editado: 05.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.