ACTO 5
Narrador: Era ya la última noche de Víctor Ángeles, el Reino del Corazón le brindó su última cena, constaba de casi cualquier platillo que a Víctor le gustaba, lo dejaron salir por unos minutos fuera de la prisión donde se encontraba para así, finalmente llegar a su celda de nuevo, antes de ir a dormir pidió un bolígrafo y un pedazo de papel, con estos se apoyaría sobre uno de los libros que tenía y se le vería escribir una carta.
(Se escucharían pasos de dos personas acercarse a la celda de Víctor)
Ministro Toledo: Con que escribiendo una carta, ¿se podría saber para quién es?
Víctor: Para mí esposa, sólo es una carta de disculpa por no haber podido estar con ella todo este tiempo.
(Comienza a tocarse la canción OST 2 #11 Here to Stay)
Ministro Toledo: ¿No crees que ella pudo haber encontrado a alguien más? Ya sabes, un acompañante, ah solo es una suposición, no digo que sea en serio ni nada de eso.
Víctor: Está bien por ella, tiene derecho a ser feliz sin mí, yo no estuve con ella por mucho tiempo así que no sería raro pero, yo sé que no es así, después de todo, es por eso que me he casado con ella.
(Se vería a Víctor sonreír orgulloso)
Ministro Toledo: Ya veo, bueno, está bien creer en cuentos de hadas, paso a retirarme así que adiós, te veré mañana temprano. Ah, una cosa, el Rey de nuestro reino fue tomado como un genocida, es por eso que tú, como su general, fue condenado a muerte. Eso es todo.
(Víctor lo vería marcharse con enojo).
Guardia: yo tampoco creo lo que dijo el ministro…
(El Guardia se acerca a Víctor).
Víctor: ¿Puedes hacerme un pequeño favor?
Guardia: ¿De qué se trata?
Víctor: Por favor entrega esta carta a mí esposa, que sepa lo que siento a través de estas palabras de un hombre que probablemente la ha decepcionado.
Guardia: claro, yo me encargo.
(El Guardia se retira con carta en mano).
Víctor: Gracias.
Narrador: esa misma noche, el Guardia salió de servicio e inmediatamente fue a buscar la casa de Víctor, para entregar su carta, cuando en una plaza se encuentra con Leo y Lana, hijos de Víctor.
(Suena OST Torn Apart).
Leo: Usted es el guardia que vigila la celda de mi padre, ¿Qué hace por aquí?
Lana: (mira a Leo con ligera expresión de sorpresa)
Guardia: ah, tú eres el hijo de Víctor, yo solo buscaba la casa de tu padre para entregar una carta a tu madre, algo así como una disculpa y eso por parte de tu padre.
Leo: Ya veo, puedes darme la carta, yo la entregare, después de todo tanto mi hermana como yo vivimos con nuestra madre.
Guardia: ¡Ya veo! Entonces toma, asegúrate de que la lea, bueno entonces, yo me retiro, por favor, entregale la carta.
Leo: por supuesto, lo haré.
(El Guardia se retira de escena)
Lana: No tienes planeado entregar la carta, ¿Cierto?
Leo: No, lo siento por padre, pero ahora que nuestra madre se empieza a recuperar, no podemos permitir que su salud mental se caiga, eso le sentaría pésimo a ella.
(Leo abre la carta y la lee/al mismo tiempo, todo sonido se corta y queda la escena en silencio).
Leo: (Comienza a sollozar)
Lana: ¿Qué sucede?
Leo: no merecemos un padre tan bueno.
Fin del Acto .
ACTO 6
Narrador: Muy temprano por la mañana, en una plaza pública rodeado de gente, se vería a un hombre con un elegante traje militar parado con firmeza y viendo al frente con orgullo. Delante de él, habían 8 hombres armados con armas de fuego apuntando hacia él.
(En esta escena no se escucha ningún acompañamiento musical, únicamente se oirá el sonido del viento y de una que otra persona hablando).
Ministro Toledo: ¡Por respeto al honor de este hombre, le hemos permitido vestir su uniforme militar al igual que a permanecer libre de ataduras, a partir de este momento, se inicia el fusilamiento de Víctor Ángeles, el gran rebelde a favor del ya muerto Rey del Reino del Corazón!
Víctor: (mira con firmeza).
Ministro Toledo: ¡Preparen, Apunten…
(Se escucharía el sonido de las armas)
Ministro Toledo: …Fuego!
(Disparos se escucharían a lo lejos)
Narrador: el cuerpo de Víctor caería inerte al suelo, sin vida.
(El ministro Toledo mira al cuerpo con desprecio y da señal para recoger el cuerpo)
Narrador: pasado un mes, Diana moriría víctima de su enfermedad, aunque se iba recuperando, al final su cuerpo no pudo mas más y pereció.
(Se escucharía la canción Will of the Heart)
Lana: oye Leo, mira esto, una carta.
Leo: ¿Dónde estaba?
Lana: entre las cosas de nuestra madre.
(Lana la lee y comienza a llorar)
Narrador: la carta era era destinada a su esposo, el cual ya había muerto.
Lana: (llorando). Leo, ¿puedes decirme que decía la carta de padre?
Leo: decía
“Mis últimas palabras, son para mi compañera de toda la vida.
Adorada Diana, estoy acostado descansando dulcemente, oigo murmurar la voz piadosa de algunos de mis amigos que me acompañan en mis últimas horas.
Mi espíritu se encuentra en sí mismo y pienso con intenso afecto en ti, hago votos fervientes porque conserves tu salud. Tengo la firme esperanza de que mis hijos serán amantísimos para ti y para su reino. Diles que los últimos instantes de mi vida los dedicaré al recuerdo de ustedes y les enviaré un gran y ardiente beso.
Tu amado, Víctor Ángeles”.
(Leía entre lágrimas).
Leo: ¿Qué dice la de nuestra madre?
Lana: “Víctor, te quiero mucho.
Moriré bajo la fe de nuestro dios, lamento mucho dejar solo a un hombre viudo y a mis hijos huérfanos. Espero reencontrarme contigo de nuevo en un futuro muy lejano en un lugar donde no existe el tiempo.
Te quiero mucho.
Mi única preocupación es el cuidado de nuestra familia que pongo en tus manos, conozco tu calidad moral así que no tengo duda de que que mi última voluntad será cumplida.
(Ambos quedaron tendidos en el suelo, llorando y sujetanto las cartas que sus padres habían escrito).
Narrador: el general Víctor, murió sin saber que su adorada Diana, no recibió su carta. La salud de Diana en ese tiempo estaba parecía recuperarse, sus hijos no creyeron conveniente hacerle saber que Víctor sería pasado por las armas. Clara en sus últimos momentos, escribió sus últimos pensamientos a su amado esposo, ella quería, que le hicieran llegar la carta a cualquier lugar donde el estuviera. Clara murió sin saber que sus líneas jamás fueron leídas por su amado Víctor pero, seguramente se llevó una grande y feliz sorpresa, pues al cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma. Lo vio ahí, parado, vistiendo elegantemente su traje militar, con una gran sonrisa y extendiendo sus brazos, como cuando alguien llega finalmente a casa.
Víctor la esperba, en el lugar donde el tiempo no existe, Víctor fue el único hombre que no se enfermó de poder, fue respetado por amigos así como enemigos, caracterizado por su humanismo, algo que en una guerra, casi nadie tiene, fue en cada batalla como una vela encendida en una noche oscura, bien se conoce que una pequeña vela en la oscuridad, es más brillante, que el Sol.
FIN.