Lara va a su parroquia a invitar al padre José al cumpleaños de Sofía, mientras espera en la sacristía ve a un monje a la usanza antigua, salir de una puerta, pasar a su lado, atravesar el patio y montar un caballo. "Que extraño" -piensa. Cuando llega el padre José le da la invitación diciéndole que vaya a la hora que pueda que después lo traen, y que si no le traerá un canasto con un poco de todo. Después le comenta que no sabía que todavía quedaban monjes "como los de antes". Se despide y se va. En el cumpleaños, el padre José que llegó raro, le cuenta una historia espeluznante, en la que, según los relatos, el mismo diablo tomo parte.
<<< >>>
En la casa de Lara todas las fuentes, bandejas y ensaladeras estaban ocupadas, 3 días faltaban para el cumpleaños de Sofía, y los regalos que llegaban y los adornos sin ubicar ocupaban toda la sala. La pequeña con su andar torpe se atravesaba todo el tiempo, revisando las cajas llenas de esos tesoros que desparramaba por el piso. "Vamos a tener que colgarlos antes de que no quede ninguno" -dijo Enzo. "No -dice Lara- el profe los compro y él los va a poner". Laura llegó con el vestido, Juan con la torta y Fede con un triciclo. "¿Y nosotros?" -pregunta Enzo. "¡Eh!, compramos los mueblecitos, ¿qué querés?". "Ttodavía faltan Juanjo y Mirta, cualquier cosa que traigan espero que sea algo chico" -dice Lara. "Vamos -dice Enzo- cundo se duerma escondemos lo que todavía vive". "Mientras vos haces eso yo voy a la parroquia". En plena siesta Lara sale en su chatarra con la cajita de invitaciones teladas para repartir, regalo de la abuela, en que la niña ofrecía la fiestita, firmando con la huella de su dedo.
En la parroquia no hay nadie así que entra y se sienta a esperar al padre José. En eso se abre una puerta y sale un monje vestido a la usanza antigua, pasa al lado de Lara y sale al patio, ahí monta a caballo y se va. "Debe haber hecho voto de silencio -piensa- o es un maleducado". Cuando llega el padre José le da la invitación diciéndole que vaya a la hora que pueda que después lo traen, pero que sino, le alcanzaría una canasta con un poco de todo, "padre -dice al irse- no sabía que todavía quedaban monjes como los de antes". El último en irse de la fiesta fue Juanjo, porque Mirta se quedaba unos días, él se ofreció a llevar al cura de camino, "no gracias don Alvaro -dijo el padre José- tengo algo que hablar con Lara". Y con mucho misterio la llevo a la salita, la sentó a su lado y dijo: "mira hija, no quiero que lo que voy a decirte sea motivo de conflicto para vos, pero el día que me llevaste la tarjetita me hiciste un comentario que no puedo sacarme de la cabeza... ¿no te acordas?" "¿Lo del monje? -pregunta Lara- pero padre fue algo inocente, ¿qué pasa?, ¿él no tenia que estar ahí?" "No -dice José- no tenía". "Ay padre -dice Lara- pobre, mire que no quiero causarle problemas". "No Lara, no vas a causarle problemas, pero necesito que me hagas un favor". "Sí, padre, lo que quiera". "Decíme cómo era". "¿Para identificarlo y echarlo? ay no padre..." "Lara no, escuchame, te prometo que nadie va a echarlo, ni le va a pasar nada, ahora ¿me podes contar qué viste?" "Bueno, yo entre y me senté en la sacristía como usted me encontró, al ratito se abre una puerta atras mío y sale el monje, pasa a mi lado, sale al patio, se sube a un caballo y se va, eso es todo padre; ah sí, lo que me llamó la atención fue la vestimenta, ya sabe, el pollerón con la piola". "Túnica Lara, marrón y una soga gruesa con un nudo; y decime, ¿tenía la cabeza rapada?" "Ah... si, con la taza, pelado arriba y alrededor pelo, feísimo". "Claro... mira Lara, no te angusties por esto, pero ahí donde vos decís, no hay ninguna puerta". Lara se recuesta, el pobre cura cree que se siente mal y quiere llamar a alguien. "No padre, estoy bien, ahora dígame, ese monje ¿está muerto?" . El padre José carraspea- "bueno, sí, ¡estas bien? no pareces alterada". "Porque no lo estoy padre, no es el primer finado que veo, pero hay algo muy raro ahí, algo que no me había pasado nunca ¿por qué él no me vio a mi? " "¿Querés decir que...? -pregunta el cura- ¿me estas diciendo...?" "Si padre -dijo Lara- si yo le contara... necesito saber toda la historia".
"Es un secreto -dio él- no me esta permitido... hablar de eso". "Pero vino hasta aquí para hablar de eso padre, usted pudo callarse y yo no sabría que había visto un muerto, porque siempre piden ayuda y él no lo hizo; ahora cuénteme todo lo que sabe,yo no trabajo sola". "¿Alguno de los que estaba hoy aquí sabe?" -pregunta el cura. "Todos -dice Lara- Mirta y Juanjo fueron dos casos, Enzo indirectamente de otro, Fede también y es el que "deduce" y el profe el que los consigue y hace las investigaciones; Laura fue el último, Juancito estuvo en el primero, y también trabajamos con dos ingleses y dos irlandesas con las que nos ayudamos cada tanto... padre; ¡padre! ¡abu trae agua!". Ya recuperado el padre Lara le dice: "perdone padre, no debí largarle todo así". La abuela señala la compu. "Dice si quiere leer los relatos, ella los escribe como cuentos -y en broma- es mi Watson, además tenemos filmaciones mías interactuando con... ellos". El cura se pone pálido otra vez, la abuela le alcanza el vaso. Al rato dice- "esta bien te voy a contar lo que se, que no necesariamente es la verdad..." "Nunca lo es padre -dice Lara- siga..." "Bien, hace 100 años hubo un hecho terrible y lamentable en el terreno de esta parroquia, que todavía no existía, aquí había un rancho grande cuyos dueños habían muerto sin dejar herederos, y la gente del pueblo que crecía y progresaba, decidieron que fuera de todos, así que empezaron a usarlo de escuela, y festejaban sus cumpleaños, bodas, tec., nadie tenía que pagar, solo avisar con tiempo. Un día en una especie de asamblea, alguien planteo la necesidad de tener compañía en Navidad, pues no tenía familia; otras voces se alzaron apoyando la "moción" gente sola, y decidieron que todo el pueblo festejaría junto las fechas religiosas, cosa que nunca habían hecho.