La casa bajo tierra (un cuento oscuro, #0.8)

5

─ ¿Quieres que te acompañe?

─No ─contestó Vivian después de levantarse. Estudió su vestido con cuidado, asegurándose de que no se hubiera manchado de tierra y de que no tuviera ninguna arruga─. Puedo hacerlo sola. A no ser que tengas miedo de quedarte aquí solo.

Keiran hizo una mueca de sincero fastidio.

─No creo que nadie se acerque lo suficiente como para que pueda morderlo.

Los labios de Vivian se estiraron con una sonrisa divertida antes de comenzar a alejarse. No, nadie se acercaría a Keiran. Todos en aquel lugar le tenían demasiado miedo, fae, sidhe y neònach por igual. Puede que incluso la Reina, aunque sus temores se inclinaban más hacia una posible traición repentina. Y Vivian… No, Vivian no le tenía miedo a Keiran, pero se sentía más segura poniendo una distancia prudencial entre los dos. Alguien que había traicionado a los suyos con tanto descaro y que parecía disfrutar tanto como Awen con el sufrimiento de los feéricos no era digno de confianza. No era mejor que una víbora, siempre preparada para atacar por sorpresa.

Sintió la tensión en los cuerpos de los fae que pertenecían al Agua y el Cristal cuando todavía la separaban más de una docena de pasos. La mayoría de las miradas de la sala estaban puestas sobre Vivian, que era la única que se desplazaba por la zona central del salón del trono, casi completamente despejada de feéricos y neònach. Todas, excepto las de los nobles del Agua y el Cristal. Como si doliera mirarla. Como si aquella mujer, joven, alta y atractiva, vestida con los colores de su amada Casa, fuera un recordatorio ofensivo y doloroso de lo que una vez había sido su hogar y su familia.

Solo un par de ojos azules se volvieron hacia ella en el último momento y se cruzaron con los suyos, firmes, sin parpadear.

─Tristan ─saludó Vivian cuando se detuvo delante de su hermano.

─Señora.

Vivian juntó las manos delante de su cuerpo, entrelazando los dedos. Su voz no se alteró a pesar del desagrado que le producía escuchar aquel formalismo por parte de su hermano. El mismo hermano que antes de que ella se convirtiera en Hija Predilecta jamás le había llamado Vivian, sino Vivi, a pesar de lo mucho que ese apodo desagradaba a su madre.

─Espero que el viaje haya sido cómodo ─dijo Vivian sin alterar su tono de voz.

─Siempre es agradable tener el cielo sobre tu cabeza y respirar aire fresco.

La respuesta no vino de Tristan, sino de su hermano más mayor, que había aparecido a su izquierda.

─Hola, Allen ─saludó Vivian con calma a pesar del tono ácido en las palabras de su hermano.

─Ha estado bien ─contestó Tristan ignorando la presencia de Allen.

─Me alegro ─sonrió la gobernante─ ¿Cómo se encuentran los niños de la familia Balwen?

─Los dos más pequeños murieron ─contestó Allen lanzando esquirlas de hielo azul con sus ojos─. Solo sobrevivió la hija más mayor, pero tiene los pulmones hechos polvo. Probablemente no llegue a su siguiente cumpleaños.

─Ni siquiera sabes cuándo es su siguiente cumpleaños ─murmuró Tristan antes de llevarse una copa llena con un líquido ambarino a los labios. Vivian apretó los dientes discretamente.  

─Lamento oírlo. Debería acercarme a darles mis condolencias.

Allen resopló con sorna.

─Si quieres que te tiren la bebida a la cara…

─No lo harán. No si quieren conservar las manos donde les corresponde.

Sus hermanos se quedaron muy quietos, sus cuerpos tensos. La miraron con las cabezas ligeramente inclinadas hacia delante, por detrás de las pestañas. Sorprendidos, cautelosos y… puede que incluso un poco temerosos.

No estaban acostumbrados a aquellas muestras tan evidentes de lo que era. Una Hija Predilecta a la que no le temblaba la mano si tenía que derramar sangre para marcar su posición y su poder. Vivian tampoco estaba acostumbrada a oírse a hablar de aquella manera, y espera sinceramente no tener que cumplir su amenaza.

Se separó de sus hermanos sin decir nada más y se dirigió hacia la pareja de nobles que había mencionado, moviéndose entre el grupo de fae del Agua y el Cristal. Casi todos tenían ya copas rebosantes de alcohol en sus manos. Esa imagen la desagradaba, igual que su olor, pero no iba a culparlos. El alcohol era probablemente la única manera de hacer que las noches allí abajo pasasen más rápido.

Los Baldwen no eran una excepción. Vivian se detuvo lo suficientemente lejos de ellos como para que el olor de sus copas no le revolviera el estómago.

─Lord Balwen. Lady Balwen.

La pareja la había seguido con la mirada desde que ella había comenzado a acercarse a la comitiva. Sus rostros permanecían estudiadamente inexpresivos y sus emociones estaban bien guardabas, pero sus ojos… sus ojos le decían que la culpaban a ella por lo que les había acontecido a sus hijos.

La respuesta a su lado vino por parte de Lord Balwen.  

─Mi señora.

─Quería transmitirles mis condolencias por las muertes de Callum y Seamus.

Los ojos de la mujer, de color castaño claro, adquirieron un brillo acerado, pero de nuevo fue su marido el que replicó.



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En el texto hay: inmortales, fae

Editado: 07.10.2022

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