Estaba en los pasillos sentado en el suelo, y su espalda estaba ligeramente apoyada en unos de los casilleros. En sus manos había una manzana, y le dio un mordiscón para luego, acomodarse el cabello un poco somnoliento.
Suspiró profundamente. Estaba solo y, sinceramente, no necesitaba a nadie en ese momento. Estaba tranquilo allí sin que nadie lo molestara. Normalmente a esa hora no se encontraba nadie por los pasillos y Alex aprovechaba para disfrutar de su pequeña y adorable soledad.
Pero la felicidad duraba muy poco al parecer...
Cuando una chica de cabello rizado, de pequeña estatura y de una mirada desafiante, se le acercó y le dijo:
—¿Blanca Nieves compró su manzana? ¿Cuántos has pagado por ella, eh? —le dijo de una forma burlona, queriendo, obviamente, lastimarlo con sus palabras—. ¿O la has robado, Alex? —rió de su barato chiste.
Su acompañante rió junto a ella.
Alex no le respondió nada, sólo los miró y siguió comiendo de su fruta. No valían la pena. Esa era la verdad.
Una vez que el timbre sonó, cansadamente se levantó del suelo y caminó hasta la salida para poder ir, de una vez, a su casa. Aunque... muchas ganas la verdad no tenía, no soportaba el hecho de que Allison-mi-vida-se-basa-en-dinero-Wagner pasara con sus "mejores amigos" por su, no tan hermosa, casa y sólo... ellos comenzaran a reír.
Caminó por la acera mientras sacaba otra manzana de su bolsillo, recordando que era lo único que tenía para ese momento.
Abrió el portón de su casa para poder entrar, y como lo esperado del día; escuchó voces, risas, y los: "Alex, qué linda casa tienes" completamente sarcásticos.
Giró para ver de quién se trataba -aunque sabía bien quién era-, y sí. Era Allison y sus, no tan adorables, amigos.
Los miró completamente molesto.
Y éstos, mientras caminaba, le decían:
—¡Alex! ¿Sabes que mi sueño es tener tu casa, cierto? —dijo entre risas, Kayla.
Los demás rieron.
Podría irse adentro, podría escapar pero no. No lo hizo, y la verdad es que no sabía por qué.
Así que siguió escuchando.
—¡Qué hermosa casa qué tienes, Alex! —exclamó sarcástico Matt—. ¿Me las has de prestar algún día, cierto?
Y luego, su peor y mayor enemiga, la mayor basura para Alex, obviamente. Allison rió por la nariz, llevaba una sonrisa tan divertida en sus labios, y su mirada fijó en Alex, diciéndole:
—¿Cómo puedes vivir en algo así, Alex? —alzó las cejas divertida. Una sonrisa en sus labios, mirando a Alex como si la situación fuera graciosa—. Quiero decir, mira a tu alrededor —rió—. Le diría a mi madre que te obsequiara dinero pero la verdad es que... no da limosnas.
—Esa fue buena —rió a carcajadas, Kayla.
Alex bajó su mirada, y miró a su alrededor. Y no dijo nada, sólo entró a su casa.
Quizá ellos tenían razón.
Pero él no eligió vivir de ese modo.