Se despertó por los ruidosos llantos de su madre, aunque no era la primera vez, tuvo que levantarse. Caminó algo somnoliento hasta ella para abrazarla sin preguntarle absolutamente nada. No hacía falta.
Sabía por qué lo hacía.
—Está bien, mamá —le dijo—. Estaremos bien.
—No sé... —dijo sollozando—. No sé si tendré para hoy o... si tendré para mañana.
—Yo buscaré algo. ¿De acuerdo? Inventaré algo, mamá. No nos faltará la comida —intentó calmarla, pero la verdad era que él también quería llorar—. Lo prometo. Comenzaré a vender cosas. Haré algo.
Ella negó, y cubrió su rostro con sus manos.
—Yo debería hacer eso... pero no alcanza, amor. No alcanza.
—Está bien —acarició su hombro—. Está bien. Deja de pensar en eso.
A los minutos, Erika se había quedado dormida y Alex, la ayudó para que se fuera a su cama y pudiera dormir tranquila.
Obviamente él no podría tener tranquilidad esa noche porque realmente debía buscar algo para comer.
Daban las 21:56 p.m, y algo debía encontrar. Jamás se propuso a robar porque sabía que estaba mal, así que jamás hizo aquello.
Pero buscó por cielo y tierra en su casa un poco de dinero. Encontró, debajo de algunas maderas rotas un billete. No era mucho, pero algo iba a comprar.
Salió en medio de la noche buscando algún negocio abierto, o... quién sabe, también salía con la intención de encontrar dinero en la calle. La verdad es que ya no sabía qué hacer.
Caminaba por la acera mirando al suelo, y a simple vista se veía como un total fracasado.
—¿Queriendo comprar drogas, eh? —escuchó decir a la odiosa voz.
Volteó a mirar a Allison que salía de su casa.
Alex la ignoró, y siguió caminando.
—¿Eso buscas, Alex?
Volteó nuevamente para mirarla con cara de poca paciencia.
—¿Quieres drogas? ¿Quieres comprar? Tienes cara de querer comprar —sonrió ella. En verdad daba miedo.
¿Estaba bromeando?
Ni siquiera tenía dinero para cenar esa noche.
Eso lo hizo enfadar demasiado, de alguna manera.
—¿Estás... bromeando? —le dijo a Allison—. ¿Tengo cara de querer algo tan basura cómo la droga?
—Sólo decía. Tu casa es bastante miserable —dijo Allison—. Bueno... ya sabes, quiz-
—¿Por qué no cierras la boca? —se acercó a Allison haciéndola sobresaltar. No iba a hacerle nada pero estaba un poco harto de ella-. ¿Crees qué soy lo bastante miserable para comprar drogas sabiendo que busco por cielo y tierra dinero para dar de comer a mi madre y a mí, Allison?
Con sus ojos en él, la sonrisa de Allison se había esfumado por completo.
—¿No tienes para comer? —le preguntó ella—. ¿De verdad?
Alex quería gritarle con todas sus fuerzas, ¿cómo puede ser de esa manera? Al final volteó para irse de allí.
_¡Hey! ¡Te pregunté algo! ¡Respóndeme!
Giró, y exclamó:
—¡No! ¡No tengo! ¡¿Podrías hacer silencio?! ¡Las personas duermen!
Allison no le respondió nada, y entró a su casa. En eso Alex se marchó totalmente molesto.
Aquella noche Alex compró literalmente una barra de cereal, y obviamente cuando llegó se la dio a su madre. Y tuvo que decir que él ya había comido una, pero en realidad no fue así. Odiaba mentirle.
Ella asintió, y comió su barra de cereal.
Cuando su mamá volvió a dormirse, antes de ir a acostarse, Alex escuchó que su puerta fue golpeada así que la abrió, dejando ver a Grace, la madre de Allison.
—Hola, Alex —saludó ella con una sonrisa—. ¿Está tu mamá?
—Ella duerme —respondió—. ¿Qué sucedió?
—Les he traído esto —dijo, y le tendió al castaño un recipiente de comida—. Lo he hecho yo.
Alex se sorprendió por el gesto, y negó definitivamente.
—No... está bien. Yo... voy a conseguir algo, en realidad, he est-
Grace tomó las manos de Alex, y las envolvió como pudo alrededor del recipiente.
—No te preocupes de devolverlo —le dijo alejándose—. Dile a Erika que es de parte mía.
—De acuerdo... mu-muchas gracias, Grace. De verdad —dijo Alex, y le sonrió—. Gracias.
Y de parte de Allison —dijo Grace sonriendole para abrir el portón—. No hay de qué. Buenas noches.
Alex no respondió.
¿De parte de Allison?
Pf.
Ni en sueños.