Aquella noche Alex estaba pensando en qué inventar para comer, ojalá hiciera aparecer comida de la nada. Su mamá llegaría pronto, y la verdad es que a veces él preparaba la comida y la recibía de esa manera pero ahora no había.
No había nada.
Sentando en una silla, y con sus codos apoyados sobre la mesa, la verdad es que estaba esperando que realmente caiga algo del techo.
Un golpe en la puerta se escuchó, y esperó que fuera un delivery. Se levantó, y abrió la puerta.
Y no, obviamente no era lo que estaba esperando.
—¿Allison?
—¿Quién más? ¿Tengo cara de otra persona?
—¿Qué... qué sucedió? —preguntó Alex ignorando el sarcásmo de ella.
—Vine a traer esto de parte de mi madre —dijo, y le tendió una bandeja—. Dijo que le ha encantando la jodida tarjeta.
—Qué grosera eres.
—¿Y?
—Muchas gra-
De repente, su estomago rugió por el hambre que tenía.
Una sonrisa divertida se formó en los labios de la rizada.
—Al parecer alguien tiene hambre, ¿no?
—¿Puede entenderlo? —dijo, en un tono molesto—. No lo creo.
—Sólo vine a darte esto —dijo sin paciencia.
Alex debía darle el recipiente, así que le dijo que esperara un segundo para que él pueda entrar, dejar la comida que Allison había traído y tomar el recipiente.
—Ten —dijo—. Gracias.
—Te dije que no la necesitaba.
—No me importa —dijo—. Ten, y dile a tu mam-
—No la necesitamos.
—¿Crees qué yo sí, Allison? ¿Ah? No la quiero. Deja... en serio agradezco lo que tu mamá está haciendo por nosotros, pero no querem-
—¿Entonces qué quieres? ¿Una casa nueva? Porque no te la daré, aunque la tuya no sea tan her-
—¿Hermosa? ¡¿Por qué no es cómo la tuya?! —exclamó molesto. Ella de verdad lo sacaba de quicio—. ¿Sólo por qué tienes una hermosa y lujosa casa, te dá el derecho de criticar la mía? ¿Crees qué es favorable vivir de esta manera?
—Solamen-
Pero a Alex se le llenó los ojos de lágrimas, y empujó el recipiente contra el pecho de Allison, para decirle completamente dolido:
—¿Quieres vivir conmigo, eh? ¿Quieres saber lo qué es sentirse vivir bajo ésta casa, Allison? —habló llorando, el nudo ligeramente se formó en su garganta cada vez más, y la rizada parecía algo desconcertada—. ¿Quieres saber lo que se siente tener que soportar el invierno bajo éste techo? Sólo... te mueres de frío. ¿Sabes? No sabes por dónde escapar porque sabes que es lo único que tienes —señaló su casa, y le dijo con la voz totalmente rota—. ¡Esto es lo único que tengo! ¡Y lo valoro porque no tengo más!
Allison abrió la boca para decir algo, pero al final la cerró. Y miró a Alex, y la verdad es que no tenía palabra alguna.
Alex pensó que, no debió decir absolutamente nada. Era más fácil haber cerrado la boca. No debió llorar. Especialmente delante de ella. Se limpió rápidamente las lágrimas que estaban en sus mejillas. Quiso golpearse por no ser lo suficiente fuerte, aunque en este momento, se sentía un poco aliviado.
Sus ojos verdes estaban llenos de lágrimas, y a través de ellos había tanta tristeza, tanto dolor que sus manos fueron hasta a su boca y sollozó tan fuerte que Allison pareció bastante conmovida. Hizo ademán de acercarse a él pero retrocedió, hizo ademán de tocarlo pero, una vez más, ella retrocedió. Al final, nunca daba el siguiente paso.
No quería que ella lo viera de esa manera. Entonces, retrocedió para entrar a su casa y cerrar la puerta pero Allison lo detuvo con la palma de su mano.
—¡Espera! No es mi culpa, quiero decir... yo... no soy así.
Alex soltó una risita sarcástica. ¿Estaba burlándose otra vez de él?
—¿Pero qué rayos dices?
—No... soy de esta manera. Yo-yo no lo sé —dijo—. No me conoces. No deberías hablar así d-
—Tú no me conoces, Wagner —dijo completamente enojado—. Te muestras de esta manera, totalmente una.. no importa, así eres. Así te muestras, ¿qué quieres qué piense de ti?
—Yo... no. Yo no s-
—¿Y cómo? ¿Cómo eres?
Allison lo miró por unos segundos a los ojos, y no respondió.
Alex cerró los ojos lentamente. Sentía su rostro mojado. Qué sensible.
Ella volteó para irse, sin responder, y sin decir algo más.
—Exactamente lo que creí —le dijo Alex haciendo que ella se detuviera por un momento—. Así eres.
El castaño entró a su casa cerrando de un portazo lo bastante fuerte, y sabía... sabía que Allison no respondería.
¿Por qué se sentía el doble de mal?