—¿Y éstas cajas de pizzas, Alex? ¿Las has comprado tú? —preguntó su mamá esa mañana.
Alex negó con la cabeza, sin responder nada.
—¿Quién las trajo, cariño?
El castaño alzó sus hombros.
—Alex...
—Fue... Allison —musitó—. Ella las envió.
—Oh eso... es muy gentil de su parte —sonrió su mamá, y el castaño volvió a negar. Apuesto que la rizada quería algo a cambio, estaba tan seguro de aquello—. ¿Has comido, cierto?
Y sí.
Obvio, era su comida favorita de todo el universo.
Asintió con pena...
—Deberíamos hacer un esfuerzo, y comprarle algo para mostrar nuestro agrad-
Se levantó un poco molesto, y le dijo:
—Ella no necesita nada de nosotros, mamá.
—Pero Alex, sería...
—Luego hablo con ella, y le agradezco... —bufó—. De acuerdo, veo qué es lo que quiere. ¿Sí? De seguro quiere algo a cambio —musitó—. Pero un gracias es suficiente.
Su mamá sonrió, y luego se marchó a trabajar.
Desde que aquél joven trajo las cajas de pizza, no hizo más que sospechar de Allison. Porque había opciones por la cuál ella le envió aquello... 1) quiere literalmente algo, o 2) por lástima.
Estaba seguro que sería la opción 2, pero quién sabe. Caminaba hacia la preparatoria, y desgraciadamente no había cruzado a Allison. Sólo quería agradecerle y se acabó. Agradeció mucho el gesto que tuvo, pero... sabía que no estaba haciéndolo sinceramente.
Jamás fue honesta.
Todo se basó en estar en la clase de Francés, y tener los pensamientos en otro lado, cuando no quería que estuviera ocupado por algo, o alguien. Así le han llamado la atención, unas 2 veces y la tercera tuvo que salir de clase. Pidió disculpas al profesor por no responder la pregunta que le había dicho pero no estaba muy concentrado hoy.
Para su suerte se encontraba afuera yendo a la sala de castigo. Era sorprendente porque jamás ha estado ahí, y ésta era la primera vez. No quería ir allí pero no tuvo elección.
—Qué mal —musitó para él mismo—. Espero que no me afecte a futuro...
Al doblar por un pasillo se topó con Allison de espalda, y con Matt frente a ella. Así que volvió hacia atrás e inconscientemente comenzó a espiar.
—Algo, obviamente, está pasando —escuchó decir a Matt—. Y no nos quieres decir.
—Te molesta que no te diga, exactamente, las cosas a ti —le dijo Allison—. ¿Por qué quieres saberlo todo?
—Porque pensé que eramos mejores amigos, Alli —le dijo—. Pensé que quizá podías-
—Confié en ustedes —dijo ella sumamente enojada—. Les conté sobre... la situación que estaba pasando Al, y sólo fueron a burlarse como si no la estuviese pasando realmente mal. Y sé qu-
—Le dijiste Al —interrumpió Matt, y rió amargado—. No puede ser.
Alex abrió sus ojos demasiado, y bastante sorprendido.
Hace mucho la rizada no lo llamaba así, y lo ha hecho, obviamente, cuando eran más pequeños. Alex se la pasaba diciéndole "Al", "Al esto" y "Al aquello". Nunca terminaba de decirle Alex, aunque su nombre fuera Alexander. Ella le gustaba hacer todo más fácil y sólo le decía "Al".
—No es cierto, dije Alex —dijo ella—. Has escuch-
—Escuché perfecto.
—¡Bien! -dijo Allison, ya alterada—. ¿Qué te sucede? ¿Estás celoso?
—¡Claro que estoy celoso! —exclamó Matt—. Porque de un momento a otro, él comienza a importarte cuando sólo hace semanas atrás estabas riéndote de su casa. De su vida.
—¡Lo hacía porque...! Porque... —se calló, y suspiró pesadamente—. No sé por qué lo hacía.
—¿Qué te está pasando, Alli? ¿Eh? —preguntó—. ¿Le tienes lástima, cierto? Siempre le has tenido lástima. Lo veo en ti.
A Alex se le oprimió el pecho.
No pudo oír a la rizada responder, así que sacó un poco la cabeza para poder espiar mejor, y pudo ver que Allison negó con la cabeza.
—¿Estás bromeando?
—Esta vez... no es por lástima —le dijo a Matt—. No lo sé. Sólo déjame en paz, y deja que piense bien las cosas.
—Allison. No lo conoces. Olvídalo ya.
Ella miró los ojos de Matt, y le dijo:
—Sí. Claro que lo conozco.
—¿De qué hablas?
Ella tardó en responder.
—Alex y yo nos conocemos desde que somos pequeños —le contó—. Por favor, ya basta. Debo irme.
—No. Hey, no —dijo—. ¿Estás loca? Es Alex, por favor. Él es...
—Sé que no es de la misma clase que nosotros, Matt. ¡Lo sé! Sólo... no lo sé —dijo. Parecía bastante frustrada consigo misma-. Sólo déjenlo en paz. Se acabó.
—Pero Alli... Burlarnos de él ha sido lo más divertido que hem-
—Pero no es divertido para él —lo cortó por completo—. No es divertido para nadie. No es divertido, y lo sabes. Y también lo sé, y ni siquiera sé por qué dejo que lo hagamos.
A estas alturas Alex no sabía cómo reaccionar.
—Le has dicho cosas crueles, ¿y ahora te arrepientes?
—Sólo no quiero volver a repetirlo, porque estoy perdiendo el tiempo —le dijo—. Ya no quiero tener que pasar por su casa, y acabar burlándome de él. Yo creo que-
—Creo que te interesa.
—Estás loco. Deja de hablar tonterías.
—Te gusta Alex —dijo molesto.
—Púdrete, Matt —dijo, para luego caminar lejos de su amigo.
Volteó para ir hacia la dirección de Alex, y en éste caso el castaño comenzó a correr literalmente porque no sabía hacía dónde escapar.
Así que cuando comenzó a correr, literalmente se resbaló y cayó al suelo, generando un gran ruido. Cuando volteó, Allison estaba observándolo muy asombrada.
De repente, la rizada comenzó a reír tan fuerte que Alex pensó que iba a hacerse pis.
—¡No te rías! ¡Allison!
Pero ella siguió haciéndolo de todas maneras.
Alex se levantó del suelo algo dolorido, pero nada grave. Y fue hasta ella, muy molesto.
—Dije que no te rías.
—Pero... —comenzó a reírse otra vez—. Tendrías que haberlo visto.
—Lo sentí. Es lo mismo.
—No lo es.
—Cállate.
—¿Qué haces por aquí? —preguntó Allison ahora un poco curiosa.